Pedro Sánchez, contra un mayor poder adquisitivo del salario
La productividad no puede crecer sostenidamente por hacer las cosas más deprisa o por trabajar más horas
Entre 2000 y 2023, la remuneración bruta media por asalariado creció 67%. Corregidos los datos con el deflactor del PIB (la medida más general de la inflación), ese incremento nominal queda reducido a un aumento de 4,1%. Leyó bien: un incremento de poder adquisitivo del 4,1% en 23 años. Un saldo paupérrimo.
Quien se apresure a culpar de eso a la «racanería», «egoísmo» o «falta de solidaridad» de los empresarios, se equivoca: en 2000, la rentabilidad sobre el activo neto fue 7,5%; en 2023, solo 5,3%. Entre otras cosas, la rentabilidad es menor porque los márgenes sobre ventas son más bajos: 16,1% en 2000, 10,7% en 2023. Estos datos surgen de la Central de Balances que publica el Banco de España. Por eso es especialmente vergonzoso que esa institución se haya sumado a la cacería de empresarios que impulsa el gobierno sumándose al estalinista «Observatorio de Márgenes». Pero ese es otro tema.
El salario es la retribución por un trabajo realizado. Por lo tanto, es imposible desvincular la evolución del poder adquisitivo del recorrido seguido por la productividad (producción por ocupado). El poder adquisitivo de la remuneración media creció solo 4,1% porque eso es casi lo mismo que aumentó la productividad por ocupado desde 2000 hasta hoy: +4,6%. La pregunta es por qué la productividad crece tan poco (¡un aumento medio anual de apenas 0,2%!).
Desde luego no es porque los españoles trabajemos mal. La productividad por persona ocupada está estancada por cuatro motivos principales. El primero es que se trabajan un 8% menos de horas que en 2000. Esto es algo que ocurre voluntariamente, por lo que no hay nada que objetar. Otros dos motivos son que: 1) hay muchos «ocupados» que no trabajan: liberados sindicales y un absentismo disparado (según datos del Adecco Institute, en 2000 el absentismo era del 3,7% de los asalariados, pero ahora llega al 7%); 2) hay más empleados públicos; para volver a la relación que había en el 2000, unos 235.000 empleados públicos deberían pasar al sector privado.
«La productividad no puede crecer sostenidamente por hacer las cosas más deprisa o por trabajar más horas»
La productividad no puede crecer sostenidamente por hacer las cosas más deprisa o por trabajar más horas. La única forma de hacerlo es asistir al trabajo humano con capital (suma de infraestructuras, maquinarias, edificios, herramientas, etc. de un país). La Revolución Industrial fue la revolución del capital, que se disparó, multiplicando hasta lo inimaginable la productividad por persona. El stock de capital crece por la inversión; a su vez, continuamente hay capital que se vuelve obsoleto y hay que reemplazar.
El caso es que, en España, el número de ocupados creció más que el stock de capital en siete de los últimos nueve años. Así, el stock de capital por ocupado es ahora casi un 2% menor que hace diez años. La cuarta razón por la mala marcha de la productividad es que, al contar con un menor apoyo del capital, el trabajo es menos productivo.
Si estoy siendo suficientemente claro, debe ser evidente que España necesita más inversión, para acelerar la acumulación de capital. Pero en 2023 la inversión total cayó, por el desplome de la inversión en maquinaria, cuyo nivel fue similar al de hace 15 años. Al mismo tiempo, la inversión en equipo de transporte, aunque se ha recuperado en los últimos dos años, fue en 2023 un 9,4% más baja… ¡que en 2000!
Frente a esta realidad, el gobierno sanchista-leninista hace exactamente lo opuesto a lo necesario. En lugar de alentar la inversión, desincentivada porque la rentabilidad es menor, viene incrementando los costes de producir en España mediante subidas y creaciones de impuestos, regulaciones y medidas arbitrarias (aumento del salario mínimo al margen de la ley). No conforme con lo hecho hasta ahora, el ala comunista del gobierno (la que marca la agenda económica), tiene en carpeta una reducción compulsiva de la jornada laboral (cuando la misma ya está bajando), topar los salarios de los directivos, encarecer el despido y sentar a representantes de los empleados en los consejos de administración. Medidas que constituyen un ataque simultáneo al derecho de propiedad, la libertad de contratación, el derecho al trabajo y la seguridad jurídica.
Si queremos que aumente el poder adquisitivo del salario, pero el gobierno hace lo opuesto a lo necesario, ¿cómo cree, amigo lector, que evolucionará el mismo? Pues eso.