Cuando despertaron, el billón y medio de deuda todavía estaba allí
«Los políticos no ven el dinosaurio de la deuda, solo les preocupan las próximas elecciones»
Si por algo hay que desconfiar de los políticos es por su capacidad de sufrimiento masoquista. No hay nada que los haga más ilusión, que los motive más, que unas elecciones, aun a sabiendas de que es más fácil acabar entre los perdedores que entre los ganadores. Ni la erótica del poder es tan gustosa como una campaña electoral . El frenesí es tal que conozco unos cuantos que cambiaron de pareja.
Otra cosa es el día después, el del bajón. Cuando constatan que la tregua electoral ha pasado y hay que levantarse y ponerse a trabajar porque los problemas siguen ahí, como el dinosaurio de Monterroso. Y uno de los problemas que llevan encima todos los políticos es la deuda de la administración a la que pertenezcan, porque gastan más de lo que ingresan y han pedido prestado.
Por ello la deuda del conjunto de las administraciones públicas crece y crece sin cesar, aunque los políticos intentan disimular y hasta festejan, como el neoministro de Economía, que la deuda de las administraciones públicas ha bajado en términos de porcentaje del PIB, para quedarse en el 107,7%, que le debe parecer poco. Pero en realidad, en volumen, ha crecido el año pasado el 4,8% (el PIB creció el 2,5%) para colocarse en un billón quinientos setenta y cuatro mil millones de euros, una cifra de trece dígitos, que es lo que nos corresponde devolver y por lo que pagamos intereses cada año.
Esta cifra abrumadora tiene que desglosarse para que no paguen justos por pecadores. En realidad, la deuda del Estado, o si lo prefieren del Gobierno Central, es de 1,414 billones y ha crecido en 82.882 millones de euros durante 2023, el 6,2%.
Tampoco deben tirar cohetes y mucho menos mascletás las comunidades autónomas y las corporaciones locales, que han puesto su granito de arena en el crecimiento de la deuda, si bien, para ser justos en porcentajes mucho más modestos del 2,65% y del 1,1%, respectivamente.
En el capítulo de las comunidades autónomas es interesante constatar que las cuatro más endeudadas suponen el 65,5% del total. Madrid es la que más ha visto crecer su deuda el año pasado (aumentó en 1.526 millones), muy por encima de Cataluña y la Comunidad Valenciana. Andalucía es la única de este pelotón que redujo su deuda.
Todos parecen alborozados porque Bruselas ha aflojado en parte la presión en materia condiciones financieras. Bruselas siempre se hace trampas en el solitario para conseguir acuerdos y en esta ocasión también. El límite del déficit es teóricamente el mismo, el 3%, y en cuanto a la obligación de reducir la deuda, aquellos países que superamos el 90% del PIB se queda en un pírrico 1% anual (unos 15.700, la quinta parte de lo que creció la deuda este año).
Los políticos no ven el dinosaurio de la deuda, solo les preocupan las próximas elecciones y en poco tiempo tendremos las del País Vasco (21 de abril) y las europeas (el 9 de junio). Ya consultan las tendencias de moda primavera-verano para la campaña. Y después, las vacaciones.