THE OBJECTIVE
El blog de Lucía Etxebarria

De cómo una perrita salvó mi vida (o casi)

«Lo cierto es que tener a esta perra me obliga a andar a paso ligero una hora y media diaria, llueva, nieve, o haga sol»

De cómo una perrita salvó mi vida (o casi)

Imagen de Lucía Etxebarria.

Supongo que a estas alturas usted esto ya lo sabe de sobra. Pero por si acaso es la primera vez que usted me lee, le resumo: hace cuatro años empecé a hablar del borrador de la Ley Trans, con datos. Lo hacía en redes sociales. Y simplemente aportaba datos sobre lo que estaba sucediendo en otros países. Informes del Ministerio de Interior británico, estudios hechos en Canadá, etcétera. Repito: siempre datos y no opiniones, tal y como suelo hacer. Esto supuso que en un acto público me dieran un premio «por tránsfoba», que incitaran en público a tirarme un ladrillo, que me llamarán a gritos terfa y plagiadora mientras Irene Montero y una diputada del Partido Socialista se reían. Entonces yo me consideraba socialista y probablemente todavía me considero socialdemócrata pero no tengo ya nada que ver con el Partido Socialista. Lo siguiente fue una campaña de cancelación dirigida desde redes sociales por un ejército de bots muy bien organizado y también por el famoso equipo de opinión sincronizada. Titulares en los que se decía que yo había plagiado o que había emprendido una campaña contra las personas trans. Se publicaron varios artículos diciendo que yo había plagiado, aunque cuatro años después ni siquiera hay una demanda civil, mucho menos una demanda penal (me parece que el simple hecho de que yo lleve dos meses publicando artículos a diario prueba que tengo capacidad de sobra para escribir lo que quieras sin copiar a nadie, porque creo que no existe actualmente otro articulista español que publique artículos cada día). Perdí todos mis trabajos y me intentaron agredir tres veces por la calle. La campaña duró cuatro años, justo los mismos en los que Irene Montero estaba al frente del Ministerio de Igualdad . Un ministerio que perdió, no se sabe cómo, 80 millones de euros . 80 millones que personalmente creo que estaban destinados a financiar campañas de bots y campañas en contra de los disidentes.  LLámeme paranoica. Todo coincidió con una enfermedad muy grave de mi madre. Lo  triste del tema es que si pude mantenerme y pagar facturas fue porque mi madre falleció si no hoy estaría en la ruina.

En aquel momento empecé a mostrar una miríada  de síntomas que se suponía que eran psicosomáticos.  De pronto se presentó un dolor punzante y agudo y constante en un hombro y un día me desperté con el brazo paralizado. Vomitaba todos los días y, según el médico que me atendió, se trataba de un vómito ansioso. Se me desató una urticaria por todo el cuerpo y especialmente las piernas, que me quemaban como si alguien les hubiera salpicado salfumán. Yo estaba siempre muy, muy, muy cansada hasta el punto de que había días que ni siquiera podía levantarme de la cámara. Estrés, me decían. Estrés.

Me lo decía el médico de cabecera, me lo decía el psiquiatra que me trató, me lo decían mis amigos. Hasta que finalmente dos médicos diferentes me dijeron que era una respuesta del sistema inmunitario y que, si bien la había desencadenado el estrés, en realidad tenía una base genética. De hecho mi padre mi sobrina y mi hija padecen la misma condición.

Estímulos externos

Para resumir un poco, era como que mi sistema inmunitario se hubiera vuelto loco y atacara a cualquier elemento externo. Como un país que hubiera levantado una barrera de misiles para defenderse del ataque de una potencia extranjera y se le hubiera olvidado retirarlos cuando acabara la guerra, con lo cual acaba terminó atacando a aviones comerciales que venían a traerle suministros. Esto quiere decir que mi cuerpo interpreta cualquier estímulo externo como un alérgeno y responde en consecuencia.

Usted pensará que lo de sufrir vómitos, o una urticaria severa,  o dolores articulares tampoco es para tanto. Pero si le digo que los dolores articulares eran tan punzantes como para que un día me planteara tirarme por la ventana (fue el momento en el que entendí por qué la gente confiesa bajo tortura ante lo insoportable del dolor físico), si le digo que cuando vomitas es como si te estuviera subiendo ácido clorhídrico por la garganta, que no es un vómito cualquiera, que cursa con muchísimo dolor,  igual usted lo ve de otra manera. Durante mucho tiempo he tenido en la cabeza la frase de Oscar Wilde: » Señor, líbrame del dolor físico que del dolor moral me ocupo yo»

El caso es que continuamente sentía dolor dolor, dolor, dolor. Me recetaron tramadol y hubiera podido irme a la plaza de Chueca y vender todas las pastillas que tenía y hacerme rica, pero  yo sé lo suficiente de Psicobiología como para entender que no hay que tirar de opiáceos nunca. Así que me resistí siempre a tomar determinados medicamentos que me recetaban  contra el dolor porque no quería tener dos problemas: la enfermedad de base y la adicción.

En agosto pasado murió una de mis perras. Yo tenía dos, Leia y Amy. Me juré a mí misma que de ninguna manera reemplazaría a Leia con otra perra. Cuidar de dos perras es complicadísimo y ya me bastaba con cuidar a una . Y además, estando enferma me resultaba muy difícil ocuparme de ellas como se merecían.

Camada de cachorros

Pero entonces, de casualidad, me llegó una foto de una camada de cachorros que habían abandonado en una perrera. Eran cinco pero habían tenido parvovirus y dos de ellos habían fallecido. Quedaban tres,  de tamaño pequeño. Normalmente los perros cachorros de tamaño pequeños salen de la perrera inmediatamente, encuentran adoptantes sin problema. Así que no les di más importancia.  Pero escribí  una nota a la Asociación Animal Rescue diciendo que si no encontraban un adoptante que me llamaran. Di por hecho que iba a ver tamaña lista de candidatos como para que nunca lo hicieran.

Al parecer, sí, habían recibido muchos mensajes, pero en cuanto la gente se enteraba que tenían que pagar 200 euros y que además los perritos habían tenido parvovirus, se echaban atrás. El parvovirus a veces tiene consecuencias para toda la vida y nadie se quería arriesgar a tener un perro enfermo.

Así que de pronto recibí un mensaje preguntándome si todavía estaba interesada en adoptar a una perrita. Se lo pregunté a mi hija, que me dijo que ella no quería más perros y que si yo adoptaba a la perra me hiciera la idea de que iba a ser solo mía. Me miró como si yo fuera una traidora a la memoria de la perra Leia y como si no pudiera entender que pensara siquiera en sustituirla, aunque en realidad no estaba sustituyéndola de ninguna manera, puesto que son perras diferentes. Pero por alguna razón no tuve valor para no traer a la perra a casa.

Yo fui la que fue hasta la clínica veterinaria a recoger a la perra, porque ni siquiera me atreví a pedírselo a mi hija. Pero recuerdo perfectamente que cuando mi hija vio a la perrita, que entonces pesaba exactamente la mitad de lo que pesa ahora, y era un bultito peludo de piel y huesos, se le escapó un «oooooh» arrobado y la cogió en brazos. Sorprendentemente, desde aquel momento se invirtieron las tornas. Y  era mi hija la que parecía embobada con la perra, mientras que yo no hacía más que decirme a mí misma : qué he hecho, ¿qué he hecho? El hecho de que la perra se cagara y meara por toda la casa y destrozara todo lo que se le ponía por delante de los dientes no ayudó precisamente.

Entre los daños contabilizados podemos anotar la pérdida de un cable de ordenador que además fue muy difícil de reemplazar porque no encontrábamos un cable compatible con aquella clavija… y sin el cable yo no podía escribir. También mis gafas, zapatos, libros, correas de bolsos… Piensen en cualquier cosa que puede destrozar un cachorrito con unos dientes que parecen alfileres y añádanla a la lista. Yo me repetía todos los días:  pero qué  he hecho, pero ¿qué he hecho?

Eso fue a finales de septiembre y hoy estamos a tres de marzo. Todavía vomito de vez en cuando pero no a diario como antes. Puedo mover los brazos sin problemas e incluso puedo abrocharme el sujetador, una tarea que hace unos meses me resultaba imposible porque casi no conseguía rotar el hombro. Y toco madera, pero parece que la alergia  ha desaparecido.

Lo cierto es que tener a esta perra me obliga a andar a paso ligero una hora y media diaria, llueva, nieve, o haga sol. Porque si la perra no hace ejercicio entonces destroza cosas para liberar  la energía. Mi otra perra también es muy cariñosa pero no tanto como ésta . La perra nueva ( Tiene, se llama Tisbe, un nombre que nadie sabe pronunciar y que a la perra no le pega nada,  pero la bautizó mi hija, qué le vamos a hacer)… La perra nueva, decía,  siempre que estoy sentada, o escribiendo, o tumbada, viene y se pone a mi lado y me acerca la cabecita para que la acaricie.

Mi otra perra, Amy, es un ángel y es como el Dalai Lama reencarnado, siempre tranquilidad y espíritu zen, pero lo cierto es que es muy mayor y ahora su vida se dedica  básicamente a pasear y a dormir. No me exige tanto,  ni está todo el día pegada a mí.
Obviamente sé que si mejoré tantísimo fue en parte porque tuve un psiquiatra que me ayudó a controlar el estrés, en parte porque esos cuatro años los pasé escribiendo, escribiendo,escribiendo , en parte porque hice ejercicios de escritura expresiva destinados específicamente a controlar el dolor, pero también creo que tener una perra joven ha ayudado muchísimo
Con el tiempo ha llegado a la conclusión de que probablemente he mejorado porque esos cuatro años los pasé estudiando psicología y sobre todo escribiendo, escribiendo y escribiendo, pero también gracias a la perra . Obviamente hacer ejercicios de escritura expresiva y meditar ha ayudado, pero sé que la perra ha jugado un papel importantísimo en la recuperación. Y mientras escribo esto toco madera para confirmar que esto va a seguir mejorando.

Los perros  ayudan al reducir el estrés  relacionado con el trabajo. Hasta tal punto que en Estados Unidos ya existen muchas oficinas que te permiten llevar el perro al trabajo. Dos de cada tres empleados dicen que el trabajo les estresa y el 40% dice que su trabajo interfiere con su salud. Las mascotas en el lugar de trabajo, como en casa, reducen el estrés y mejoran la satisfacción de los empleados.

Los perros mejoran también la salud física porque te dan una razón para salir, respirar aire fresco y hacer algo de actividad física. Los perros son la mejor alma para combatir la soledad. El vínculo con las mascotas ayuda a que las personas se sientan menos solas. Podemos tocar, ver, oír o hablar con nuestros perros , lo que nos aporta felicidad, conexión y contacto físico. Algo que ha sido fundamental para mí en estos años en los que he estado tan aislada porque he perdido muchísimas amistades y porque tenía miedo de salir a la calle. Como decía Oman Pamuk, los perros hablan pero solo con aquellos que quieran escucharles.

También hay investigaciones que muestran los beneficios de la terapia asistida por animales durante la rehabilitación de afecciones del sistema nervioso, como accidentes cerebrovasculares, trastornos convulsivos, traumatismos cerebrales e infecciones. Los perros pueden ser una parte valiosa de los programas de rehabilitación cardíaca, terapia ocupacional y fisioterapia. Pueden brindar apoyo social, y los perros entrenados pueden incluso participar en sus sesiones de rehabilitación o terapia.

Para mí pasear con las perras por el Retiro es lo más parecido a poder ver cómo era el Edén original desde una rendija. Las perras van constantemente moviendo el rabo y dando saltitos en un estado de felicidad pura. Y creo que esa felicidad original perdida, en la que no hacer absolutamente nada excepto andar no resulta aburrido, sino que proporciona una paz plena, es algo que buscamos desesperadamente y que intentamos llenar a veces con amores, o con sexo, o con drogas o con alcohol. ¿ Mejoré desde que traje un cachorrito a casa? Estoy absolutamente segura. Obviamente si usted no tiene un perro yo no creo que haya nada malo en usted pero puede que su vida se esté perdiendo algo importante, algo divertido. Y, desde luego, una gran oportunidad para mejorar su salud. Física y mental.

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