La motosierra de Ribera, Galán y Montero
«Tres mil ricachones españoles harán la maleta y gastarán lo suyo en otra parte»
Una vez bien agarradas por el mango las motosierras, como ocurre con los mejores cuchillos jamoneros o navajas cachicuernas, puedes dirigir el corte donde quieras: al estado Leviatán, paquidérmico y enorme, cada vez con más sueldos y brazos y piernas o, por el contrario, al obrero y currelas que lucha por llevar el pan y el vino a la mesa de los suyos. Las elecciones europeas esconden los peores pactos secretos: Teresa Ribera (PSOE), Estrella Galán (Sumar) e Irene Montero (Podemos) acuerdan doce nuevos impuestos donde, con el atraco estrella, el tributo a las grandes fortunas, pretenden recaudar doscientos treinta mil millones de euros. Los malos son los empresarios, que dan trabajo y generan riqueza, y los perversos son los ricos sin pesadillas atroces.
Siempre que ocurre en el escenario una gran hoguera azul y crepitante (Ley de Amnistía en el Congreso) sucede en la tramoya una oscuridad diabólica donde no llegan las luces ni los taquígrafos (doce impuestos a cuchillo y motosierra, antes de que empiece el vals europeo y cortemos la tarta nupcial). Primero exportar el impuesto solidario a las grandes fortunas al marco de la Unión Europea, después gravamen a la banca para que devuelva los beneficios extraordinarios recibidos a causa de la subida de tipos, luego otro gravamen del tres por ciento a las empresas digitales según número de usuarios y beneficios, después asalto a la especulación inmobiliaria con impuesto para las viviendas vacías y flipping inmobiliario, también impuesto verde a los aviones privados, embarcaciones de recreo y coches de lujo como emblema del Pacto Verde Europeo, finalmente tasa a los beneficios repatriados desde fuera de la UE para firmas que deslocalicen su producción, impuesto de quince por ciento a las petroleras sobre sus beneficios, recompra de acciones a todos aquellos accionistas que no generen nuevas inversiones, «Tasa Tobin» complementaria con un tipo del 0.5 %. Omiten, en los mayores sueños y delirios alcohólicos, lo principal, que todos cogerán las de Villadiego y adiós muy buenas, amiguitas, que aquí sobramos.
El programa estrella son más tributos de nueva creación. El que tenga más de tres millones de euros que se prepare. Tres mil ricachones españoles harán la maleta y gastarán lo suyo en otra parte. El plan no puede ser más napoleónico: recaudar doscientos mil millones anuales. El Observatorio Fiscal de la UE parpadea, no saben todavía si linda o no con las prácticas fiscales abusivas, y ya encargan los informes inútiles de rigor.
La tasa digital es pura literatura sueca o escandinava, muy negra, muy criminal: «Pagan por los beneficios obtenidos en Europa en un porcentaje equivalente a la presencia que estas empresas tienen en el espacio digital europeo». Podemos sitúa frente al paredón a los mejores bancos y banqueros: «Deben devolver al menos la mitad de los beneficios extraordinarios obtenidos a causa de la subida de tipos del BCE». Seguirán cerrando sucursales, más calles vacías, más banca digital y pronto, sí, Papá Estado nos dará propina o administrará bienes, siempre tacañón y hosco.
El PSOE abrevia la ecuación: es todo muy simple, chicarrones del norte y andaluces de Jaén, camareros de Madriz y robaperas o frotaesquinas catalanes, muy simple. Mirad: las nuevas fuentes de ingresos proceden de los impuestos que llamamos solidarios, esos que tiran por la causa, coño, y que solo gravan los beneficios extraordinarios, no hay de qué preocuparse, como los destinados al sector bancario, claro, cuyo valor añadido está «infragravado». Podemos abre birras para la ocasión y explica lo suyo entre matasuegras y palmadas: lo nuestro, compis, no puede ser más fácil, vamos por las petroleras, a las que quitamos el quince por ciento del monto sin bajar de la burra, y todo obedece a los aspectos de justicia social propios de la transición ecológica, coño, si no hay más, son solo negocios.
Las tres reinas (Montero, Galán, Ribera) tiran de la cuerda del Pacto Verde Europeo, vaya chollo, que permite hasta eliminar subvenciones a las industrias combustibles y metérselas calientes en el bolso, que permite multar o saquear al que pasee el avioncito privado por las nubes tiernas de la mañana, y al del coche de lujo y al de la embarcación de recreo: ese diez por ciento de europeos asquerosos que contaminan a porrillo.
Lo bueno de las motosierras es que son insaciables, el ruidito impide cortar solo un trocito, el árbol desnudo y sin ramas puede seguir llamándose árbol, lo bueno es seguir dándole gusto a la muñeca. Es igual que escribir, coño, para los pianistas de las teclas, para los pintores de palabras, para los periodistas en la Olivetti negra y esmaltada y brillante como una ametralladora. A las viviendas vacías, receta del Estado, y el flipping, para los no duchos, es refrescante: impuesto a las inversiones dirigidas a la compra de una vivienda con el objetivo de renovarla y venderla rápidamente a un precio superior.
La tarta de la evasión fiscal a enormes multinacionales, gigantescos patrimonios, ricachones sobrenaturales, sí, traerá otra lluvia de flores y metales brillantes para nuestros nidos vacíos. Recomprarán acciones, serán el sabueso del fraude y la evasión y el blanqueo de capitales. Las transacciones financieras tendrán su quita y el impuesto de sociedades pasará del 15% al 20%. Ni un solo paraíso fiscal más. Esta motosierra es la buena. Engordará el bar (Estado) y adelgazarán los consumidores para ampliar barras, luces y camas.