Nadal se ha jubilado, esa es la cuestión
«Los franceses idolatran a un deportista de este lado de los Pirineos que ganó 14 Roland Garros»
El cuerpo decidió lo que su corazón y su cerebro no se atrevían a decirle: «Se acabó». Durante veinte años el tenis de Rafael Nadal ha sido un compendio de cabeza y físico; cuando flaqueaba el segundo, el primero lo reanimaba. Hasta que ya no quedaron ni fuerzas ni estímulos ni reflejos ni confianza ni energía para las remontadas milagrosas. Fin. Esa es la cuestión más allá de reconocimientos, homenajes y agasajos. Nadal deja paso a las nuevas generaciones; mas si se le ocurriera dedicarse al golf, ese deporte que nos descubrió Severiano Ballesteros, que llena las horas y mejora la vida de tantos jubilados, no habría que descartar que intentara seguir los pasos de Jack Nicklaus. ¡Ojito!
En el mientras tanto, en Málaga, el Martín Carpena engalanado con una pancarta en la fachada principal y una declaración de agradecimiento universal para la leyenda: «GRACIAS, RAFA». Entradas agotadas; la reventa en ebullición, a 20.000 euros la localidad en la eliminatoria contra Países Bajos. A 700.000 para la final (imposible). El mejor reclamo, la despedida de Nadal, acaso su último partido. El público, entregado… La presión, más elevada que el precio prohibitivo de los asientos de estraperlo. David Ferrer, en la encrucijada: se entrena bien, puede jugar. Pero no compite desde julio, cuando perdió con Djokovic en París de aquella manera. Pros y contras. El equipo, a los pies de Rafael. Roberto Bautista acababa de ganar en Amberes en pista rápida. Objetivamente, era el mejor colocado para disputar el primer partido. Tal vez Rafa con Granollers en el «dobles»… Si fuera necesario. Cábalas. Finalmente, se impuso la devoción, el cariño y la creencia de que el ídolo podía resurgir de sus cenizas como tantas veces ocurrió. Ferrer creyó que era posible y por eso lo alineó. A posteriori, no fue una buena idea.
La eliminación aguó la fiesta; el equipo español estaba más abatido por el resultado, imprevisto, que por la despedida del mito, anticipada y digerida. Sucedió también que la ceremonia del adiós del mejor deportista español de la historia no estuvo a la altura del personaje. Horas después, David Ferrer denunció que la «fiesta» fue descafeinada, que él no tenía que haber hablado, que echó en falta a reconocidos amigos de Rafa, como Pau Gasol o Federer. Toni Nadal abundó en la reflexión, todo muy light, incluso los vídeos elegidos. Quejas comprensibles sobre un hecho incuestionable: España perdió en casa con Países Bajos en una jornada que se pretendía alegre y festiva. Y eso duele. En tenis, mucho más, porque los neerlandeses de la raqueta no se aproximan a la calidad de sus paisanos del balón. La derrota dio paso a la improvisación, a la frustración, al chasco.
Después de todo, de lo que pudo ser y no fue, la cruda realidad es que Rafa Nadal se ha jubilado y los reconocimientos le han llegado desde todos los rincones del mundo, y que en Francia, con lo que son los franceses, avanzaron el tributo en la recta final de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos y terminaron por entregarse en el día del adiós. El homenaje de París fue majestuoso, con una proyección de hologramas del protagonista de diez metros de altura en la Plaza del Trocadero, con la Torre Eiffel al fondo. Al día siguiente, la portada de L’Equipe entera para él y ocho páginas interiores.
Los franceses no dejan de sorprendernos. Igual que vuelcan camiones españoles y vacían cisternas de vino patrio en la frontera, sí, todavía hoy, idolatran a un deportista de este lado de los Pirineos que ganó 14 Roland Garros, como veneraban a Picasso. Los «franchutes» eran así: han evolucionado. En 1984, medio siglo después de que Vicente Trueba, La pulga de Torrelavega, conquistara sus montañas; años después de que se aliaran con Ocaña, El español de Mont de Marsan, contra la dictadura de Merckx, no dejaban de mirarnos por encima del hombro. Las pedaladas de Arroyo y de Perico les asombraban, pero no nos tragaban. Anécdota: restaurante de carretera en los Alpes, cena de enviados especiales españoles al Tour. Ese día había ganado Lucho Herrera en Alpe D’Huez. Deslumbró. Un camarero se acerca con una botella de champán, de parte de un comensal que, situado al fondo del salón, alzaba su copa y nos invitaba a brindar por el triunfo de nuestro compatriota… Antes del descorche, le corregimos: «Herrera es colombiano. Nosotros somos españoles». Carraspeó, tragó saliva, sonrió a la fuerza y mantuvo la invitación. Correspondimos con otra botella que amablemente rechazó, tenía que conducir.
En el Tour que salió de Berlín en 1987, de regreso a territorio galo, mientras la caravana de la carrera cruzaba la frontera sin contratiempos, un gendarme que se sintió estupendo nos ordenó que aparcásemos a un lado de la garita. Las placas y pegatinas de la Grande Boucle resplandecían en nuestro flamante Mercedes 180… con matrícula española. Nos hizo abrir el maletero para investigar (?), no fuera a ser que nos dedicáramos al contrabando de salchichas. Lástima, pensamos, que aún estábamos en la primera semana de carrera; en la tercera, con las maletas de cuatro reporteros repletas de ropa que pedían a gritos una colada, no habría sentido tanta satisfacción.
Volviendo a Rafa Nadal, aunque la fiesta de despedida no fue la ideal por muy diversos motivos y porque no se puede brindar sobre una derrota, el caso es que después de 20 años de incontables triunfos y gestas increíbles «ha colgado la raqueta». Nos deja huérfanos, también a los franceses y a tantos admiradores como tiene repartidos por todo lo largo y ancho de este mundo. En su legado, innumerables lecciones dentro y fuera de la pista. Ojalá, Carlitos Alcaraz siga su estela y su ejemplo, condiciones atesora. Es el sucesor, pero no le exijamos como si fuese Rafa, que Nadal sólo hay uno, se ha jubilado y no sirve darle vueltas. Así que mientras interiorizamos la pérdida, prestemos un poco de atención a lo que sucede en derredor, que no es moco de pavo: Matt Gaetz se ha retirado como aspirante a fiscal general de Estados Unidos por las denuncias sobre escándalos sexuales. En España, después de la desastrosa gestión de la DANA y del long play cara A de Víctor de Aldama, que asegura tener pruebas de todo lo que ha cantado, Sánchez y el séquito afirman que todo es mentira y aquí no dimite ni el del tambor. Rafael, no caigas en la tentación de entrar en política. «Spain is different». Todavía.