Alba Carrillo y el cine de Sorrentino
«Si una mujer atractiva está sola es porque quiere estarlo o porque no encuentra lo que desea»

La modelo Alba Carrillo. | RRSS
La belleza es belleza porque es inexplicable. Esto no es algo que lo diga un servidor, sino que lo decía Baudelaire. Poeta que con su obra llevó a la cima todos los vicios y virtudes. No hay mejor manera de definir la belleza como algo que provoca ambos conceptos. La belleza es un vicio porque necesitas de ella, pero a veces te niega, otras te abandona, y casi siempre te embriaga. Su rechazo te hace daño porque te deja en la parte fea y oscura del mundo, y esta siempre es enorme. No tener el asidero de la belleza hace que la caída no tenga fin. Una caída al vacío (existencial) donde el impacto será lo menos doloroso. La belleza es una virtud porque no existe nada más cuando la contemplas. El vacío, la nada o el todo restante, se desconocen como si no hubieran existido jamás. No hay virtud como contemplar y admirar algo que te supera por su armonía, por su sensibilidad y salvajismo al mismo tiempo, algo propio de los dioses que baja a la Tierra como premio a tener que vivir en un mundo tan grotesco.
La belleza y el atractivo femenino siempre han sido para el hombre heterosexual una energía estimulante como no hay otra. Algo puramente biológico. Lo que da sentido a nuestra existencia. Para cada hombre esa belleza puede tener unas características propias, pero si no nos engañamos, habría un prototipo de belleza que todos aceptaríamos como tal, una especie de canon y por tanto no debatible. Aquí entraría Alba Carrillo, mujer conocida por ser modelo y trabajar en televisión. Por moverse en esos ambientes tuvo alguna relación con hombres famosos como un motociclista o un tenista.
El atractivo de Alba es más que evidente, tanto que hay hombres que no entienden cómo puede estar sola y no tener una relación de pareja. Es lo que pensó un tuitero hace pocos días al acompañar una foto de la modelo con el siguiente texto: «Cómo de loca tiene que estar para que no le haya compensado a nadie». La simpleza de ese hombre no nos representa al resto, pero eso no niega que haya un tipo de varón que piense de esa manera. Un hombre que ante la belleza superlativa de una mujer no entienda que esta no tenga un hombre que la acompañe en la vida. Un tipo de varón que piensa que ante ese atractivo, muchos hombres intentarán ganarse su atención. Un tipo de hombre que piensa que la cantidad hará posible encontrar un mirlo blanco entre ellos. Pero cantidad y calidad no es que sean conceptos que se alíen, sino que muchas veces son contrapuestos. Para que haya una pareja tienen que estar ambos de acuerdo, y no tiene nada que ver con el número de pretendientes.
Alba Carrillo subió un video a sus redes sociales dando su opinión sobre el tuit. Dijo que una mujer como ella, con un buen físico, si estaba sola es porque así lo había decidido. Que evidentemente tenía citas y conocía a hombres, pero que ninguno le llenaba lo suficiente como para convertirse en su pareja. Que ella era algo más que «una cara bonita y un buen par de tetas» y que por ello estaba estudiando una carrera en la universidad. El machismo es algo que no tiene que ver con las ideologías, como nos quiere hacer entender la izquierda woke, es algo que tiene ver con la persona, el individuo, y no el grupo o la masa. Si una mujer atractiva está sola es porque quiere estarlo o porque no encuentra lo que desea. La locura está en pensar que la belleza no tiene sentido si nadie la posee.
Hace poco y teniendo que ver con este tema, fui a ver al cine la última película de Sorrentino, Parthenope. Se trata de la historia de una mujer contada a través de una ciudad, Nápoles. Una mujer de una belleza soñada y mágicamente real. Una mujer en su plenitud física. Un atractivo que se extiende lo que dura su metraje. Una belleza que lo abarca todo, pero que se explica poco. Una belleza sin poso, sin lado tenebroso, sin conocimiento, en definitiva, sin sustancia. Como sí tiene Demi Moore en la película con ese título.
Una belleza sin poso, se queda en poesía mala, y eso a Baudelaire no le gustaría. La belleza no es ningún «paraíso artificial». Una mujer es bella cuando le pesa ese atractivo. Cuando hay una carga añadida a ese supuesto don dado por los dioses. Cuando te haces merecedora de ella, pues trabajas en tus otras partes para que así sea. Sorrentino ve a la mujer como un florero, igual que el tuitero hace con Alba Carrillo. Pero para saber ver a una mujer bella hay que mirar donde su poseedora lo hace. Es la única manera de que algún día ponga sus ojos en nosotros.