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Hastío y estío

Yolanda Díaz, política y madre

«Estas madres y padres nos toman como si fuéramos los hijos tontos que les han tocado en suerte»

Yolanda Díaz, política y madre

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. | Borja Sánchez-Trillo (EFE)

Que Yolanda Díaz es una mujer muy limitada para muchas cosas es algo que ya sabíamos. La sorpresa sería que hiciera o dijera algo coherente, pero si así fuera no habría llegado en la política –y mucho menos en un Gobierno– a donde lo ha hecho. Dicen que en la política lo importante no son los hechos, sino el relato. Si este se vende lo suficientemente bien para que lo compren los tuyos, la cosa irá bien para sus intereses. Relatos que no están escritos precisamente por un Chéjov o una Emilia Pardo Bazán. Suelen estar redactados por la más torticera o torticero del partido, al que le suelen dar esa misión para que se crea importante dentro del mismo. Algo parecido a lo que decía Francisco Umbral con respecto a los que escribían el horóscopo en el periódico. El premio Cervantes explicaba que eso se lo mandaban al más tonto de la redacción para que no molestase y estuviera entretenido. El problema es que en la vida de los partidos políticos los que tienen que leer y aprenderse esos textos ni tienen la capacidad ni las ganas de hacerlo. Prefieren confiar en la frescura de su desempeño natural y es entonces cuando la cagan y echan de menos no haberse agarrado, aunque sea levemente a esos papeles, más higiénicos que nunca, por donde tener una salida digna.

Yolanda Díaz fue invitada el pasado sábado a los Premios Feroz del audiovisual español. Al pasar por la alfombra roja fue parada por los medios de comunicación acreditados. Ella se sabía en un lugar de confort, donde la mayoría de ese negociado comparten las ideas y los preceptos de la insustancial Ministra de Trabajo. Sonreía como quien no entiende lo que hace en ese lugar, ni mucho menos en su puesto laboral. Una nada alegre y vivaracha, muy peligrosa cuando no está sustentada en nada sólido. Las preguntas no tenían por qué tener una dificultad especial. Y así fueron en un principio. Preguntas tan cómodas que las respondía de manera dormida o durmiente. 

Todo iba bien. Otro día en la oficina que pasaba con más pena que gloria, pero que al no sorprender a nadie, era un éxito más a mantener. Pero tuvo que llegar una pregunta que a priori era igual de sencilla que las demás. El problema fue que llegó en un momento donde ella ya se había relajado del todo. Si había contestado sin criterio alguno a las anteriores, a esta llegó con la confianza intacta en dar la sensación y la certeza de que no se estaba enterando de nada. Tuvo que mezclar churras con merinas, y la única que quedó trasquilada fue la líder de un partido en grave peligro de extinción, que hace tiempo que no «suma» adeptos, pues hay menos gente que haciendo caso a Umbral compre el periódico para leer el horóscopo, que es donde se informan estos.

Pero es que señores y señoras, ni siquiera fue una pregunta lo que se le hizo a Yolanda Díaz. Lo que se quería es que dijera unas palabras por la noticia de la primera paternidad de Almeida, alcalde de Madrid. Empezó a hablar y dijo: «A ver si ser padre le hace pensar en su país y son capaces de votar los reales decretos que el otro día causaron tanto dolor y tanto sufrimiento a nuestro país, que el alcalde de Madrid ayude para que el Partido Popular no vuelva a hacer lo que hizo estos días en nuestro país». 

Esa primera frase se me quedó atravesada: «A ver si ser padre le hace pensar en su país». Pensé en su jefe directo y en el resto de ministros. También en que ella era madre, y que eso no le importaba a la hora de llevar a cabo políticas ridículas e irrealizables en un país sensato. Pero es que estas madres y padres nos toman como si fuéramos los hijos tontos que les han tocado en suerte, y de los que lógicamente no se pueden desprender así como así. Eso explicaría el tono infantiloide de la susodicha cada vez que habla. Como si nos fuera a dar una piruleta si nos portamos bien, y el mundo fuera un lugar de fantasía hecho de nubes de azúcar y mariposas multicolores. 

Si ser padre exige en la vida política pensar más aún en tu país y responsabilizarte para que así sea, como si todos los ciudadanos fuéramos sus hijos, explicaría por qué cada día nos insultamos a nosotros mismos y a los demás con un hijo/a de…  Es lo que conlleva tener unos padres tan «putativos».   

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