THE OBJECTIVE
Hastío y estío

Patxi López, el palmero que también da el cante

«Patxi López ha sublimado el concepto de ‘hacer la pelota’, lo ha llevado a la cumbre»

Patxi López, el palmero que también da el cante

El diputado socialista Patxi López.

Patxi López quiso aprovechar su última comparecencia en el Congreso para publicitar públicamente sus servicios como masajista. Es cierto que no es el lugar más adecuado para hacerlo, pero también hay que reconocerle que utilizó muy bien esos segundos para convencernos a todos que debe ser un gran profesional de ese oficio. En el momento actual, donde la especialización es fundamental en el mercado laboral, un señor tan formado cómo Patxi López es consciente de ello, y ha elegido los oídos como la parte sobre la que trabajar.

Los hombros, la espalda o las piernas de muchos diputados ya están demasiado manoseadas por masajistas demasiado calurosas, pues prefieren trabajar sin ropa. El oído necesita de una vibración musical en forma de palabras amables. Para ello, la oreja, su parte externa, debe ser comida como Dios manda. Y es que, como buen vasco, Patxi es un cocinero excepcional y la oreja a la plancha es uno de los platos que mejor le salen. El problema es que cuando se le acaba el aceite, ahora muy a menudo por su alto coste y lo poco que gana un diputado, la oreja le queda demasiado ensalivada.

Estamos en un mundo donde por desgracia «hacer la pelota» es muchas veces algo necesario e indispensable para conseguir tus objetivos. Ojalá no fuera necesario, pero ese mundo ideal donde la justicia y la bondad fueran los valores que nos gobernaran ni ha existido, ni hay visos de que lo vaya a hacer. Alabar las virtudes de un superior jerárquico no tiene por qué ser necesariamente malo si por el camino no pierdas la dignidad en cualquier cuneta o matorral.

Como en todo, la cosa está en la autenticidad del acto, en su verosimilitud y no en una impostura demasiado evidente. De preferir besarle los pies a hablarle mirándole a los ojos. Sufrir una cobarde tortícolis, antes que un valiente o metafórico tortazo. Patxi López ha sublimado ese concepto de «hacer la pelota». Lo ha llevado a la cumbre y va a ser muy difícil que cualquier persona o montañista por mucha experiencia que tenga en estas lides consiga alcanzar esa prodigiosa cima. Un servidor pensaba que la «pelota vasca» era otra cosa. Un honorable deporte, y no un señor con gafas genuflexo ante su jefe. 

Todo esto viene debido a la intervención de esta semana de Patxi López en el Congreso de los Diputados. Cuando le tocó su turno, se levantó de su escaño y bajó los pocos escalones de manera segura y mirando al tendido. Una mezcla de Norma Duval y José Tomás. Aunque no sé si tiene menos de vedete o de torero. No había sensualidad en su caminar, ni siquiera pervertida y barojiana. Tampoco valentía, sólo oscuridad en su traje de luces.

Subió al estrado y se dirigió al único destinatario de su mensaje. Los otros 349 diputados le importaban un bledo. Les hizo un Clark Gable, pero para sus adentros. Lo que el viento sí que se llevó fue su respeto hacia si mismo. Movió los labios y empezó a hablar para decir lo siguiente: «Gracias Presidente por esta nueva comparecencia, es la séptima desde que empezó esta legislatura. No encontrarán otra legislatura con mayor presencia del Presidente, con más comparecencias. Lo digo por esos que hablan permanentemente de un Presidente ausente. Ya les hubiera gustado tener un Presidente que haya dado la cara tantas veces aquí como Pedro Sánchez».

Con estas palabras, Patxi López alababa a su jefe por cumplir, aunque sea mínimamente, con sus obligaciones en la sede parlamentaria. Porque sólo lo ha hecho cuando lo ha tenido a bien, o le ha apetecido, que es lo mismo. Una intervención de «nadar y guardar la ropa». Bailarle el agua a un tiburón sin escrúpulos. Garantizarse de que los devorados seguiremos siendo los demás. La boca es la que daba las gracias, pero el estómago seguía siendo el más agradecido. Todo es una fiesta a ojos de Patxi López. Una juerga flamenca donde ha quedado como el palmero que también sabe dar el cante.

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