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Opinión

Ni 'woke' ni 'manosfera': la serie 'Adolescencia' va sobre la teoría del apego de John Bowlby

No somos conscientes, como padres, del daño que podemos infligir a nuestros hijos cuando son pequeños

Ni ‘woke’ ni ‘manosfera’: la serie ‘Adolescencia’ va sobre la teoría del apego de John Bowlby

John Bowlby

Sobre Adolescencia, la serie de Netflix de la que todo el mundo habla, se ha dicho y escrito de todo. Que es una serie woke, que es una crítica a la manosfera, que es irreal que un niño blanco cometa ese asesinato; que si los negros…; que si los padres no saben nada de la adolescencia de los hijos…; se ha discutido mucho sobre el tema incel, tan de moda ahora, que es básicamente un término referido a aquellos jóvenes que no tienen sexo… En fin, muchas conclusiones que, aunque ciertas, se quedan en la superficie y no reflejan la verdadera esencia de la serie.

La ficción, en realidad, versa sobre la teoría de apego de John Bowlby. Y es evidente. El protagonista es un niño al que le encantaba dibujar. «Se pasaba horas pintando», reflexionan sus padres en la serie. Pero luego creció, se hizo adolescente y dejó de hacerlo; pidió, entonces, un ordenador para su cuarto, donde se pasaba largas horas intentando ser el hijo que su padre quería que fuese.

Adolescencia, la sere de Netflix
Adolescencia, la serie de Netflix

Este es el quid de la cuestión; y no es woke ni moderno. Vayamos por partes. El padre del chaval le apuntó a fútbol, sabiendo que era ‘malo’ en ese deporte, que no le gustaba y que no se le daba bien. El niño lo sabía, pero era lo que su padre esperaba de él, que fuese un gran jugador en el campo. El pequeño miraba a su padre —que para él era su referente número uno, su héroe— durante los partidos, y podía ver su cara de insatisfacción y vergüenza ante las pocas habilidades deportivas que demostraba. El propio niño y el propio progenitor lo reconocen a lo largo de los capítulos. Luego, el padre, apunta al crío a otro deporte ‘de chicos’ que no logro recordar (discúlpame), pero ahí tampoco triunfa ni destaca. Más al contrario, vuelve a fracasar. Y su padre vuelve a sentirse decepcionado con su hijo, lo que al niño le manda un mensaje claro: no eres lo suficientemente ‘macho’ para destacar en deportes de ‘hombres’; ‘no eres como yo’, ‘no eres el hijo que yo quería’. Parece trivial, pero a esa edad nada no lo es.

El apego del niño fue el problema

A lo largo de la serie se ve cómo la madre ha tomado siempre un papel pasivo en la familia, y en cierta medida ausente en la educación de su hijo. El padre era quien ‘mandaba’ en casa, y tenía cierto carácter autoritario con las mujeres que le rodeaban, como su esposa y su hija. Se hacía lo que él decía y cuando él lo decía. Esto, sumado a la actitud del padre con el crío, le provocó al niño un problema de apego primario, el cual, si no se resuelve ni trata con profesionales, hace que el menor acabe actuando como una especie de prototipo en todas sus futuras relaciones sociales.

Esta teoría del apego, desarrollada por John Bowlby en la década de los 70 y 80, describe el efecto que producen las experiencias tempranas y la relación de la primera figura vincular en el desarrollo del niño. La teoría sugiere que existe un periodo crítico para que el menor desarrolle ese apego, que se sitúa entre su nacimiento y los 5 años de edad. Si durante este tiempo no se desarrolla un apego seguro, es posible que el menor experimente consecuencias para toda la vida, como mayor dificultad para manejar adecuadamente el comportamiento y las emociones, entre otras cosas.

John Bowlby
John Bowlby

El chico de la serie no desarrolló un apego seguro, sino uno desorganizado (que ocurre cuando los cuidadores principales se han comportado de forma negligente) y/o un apego ansioso y ambivalente: los menores que desarrollan este apego «muestran una preocupación excesiva por la cercanía y la aprobación de sus cuidadores; y pueden tener inconvenientes para explorar su entorno y mostrar ansiedad y resistencia cuando sus figuras de apego intentan separarse de ellos. Este tipo de apego les genera una necesidad continua de que le confirmen que es amado. Tienen problemas para sentirse seguros en las relaciones, sienten miedo a ser abandonados, sienten celos, inestabilidad emocional y una baja autoestima», detalla la psicóloga Laura Maymó Gallurt.

El niño con su terapeuta en ‘Adolescencia’. Netflix

Es decir, el niño creció pensando en que no era lo suficientemente querido, ni ‘hombre’ ni ‘macho’, ya sea porque no destacaba en los deportes ‘de niños’ o porque su padre así se lo transmitía. El menor, cuando era un niño, tenía un carácter dulce y tranquilo (le encantaba pintar tranquilamente solo en el salón), pero sus padres prefirieron no apuntarle a clases de arte, por ejemplo, y sí a deportes de ‘chicos’, que evidentemente no le gustaban ni se le daban bien. Esta aparente nimiedad —sumado a una madre ausente, a un padre autoritario y a la propia sensibilidad del niño— trasladó un mensaje al crío: que era un fracaso y que no era lo suficientemente ‘masculino’; que no era lo que su padre quería que fuese.

Herida de apego

Todo ello creó en el pequeño una herida de apego, como resultado de tener una figura parental abusiva, ausente y/o no disponible. Los padres se dan cuenta de ello en el último capítulo, cuando reflexionan sobre lo que han hecho bien y mal con él. Y es revelador cuando el padre se atormenta por haber cometido los mismos errores que hicieron con él sus propios progenitores. «Algunos traumas infantiles, como la negligencia emocional, no se infligen a propósito, especialmente si los padres provienen de un lugar de comprensión donde se fomentaba este tipo de crianza ‘sin emoción’», afirma la psicoterapeuta Kaytee Gillis.

«Ya sea intencional o no, esta herida crea una sensación de vergüenza y baja autoestima en un niño, que a menudo se convierte en un adulto que se culpa a sí mismo por las acciones (o inacciones) de sus padres. (…) Las heridas de apego se relacionan con sentimientos no resueltos de nuestros cuidadores y pueden manifestarse a través de problemas de salud mental, comportamientos poco saludables y habilidades de afrontamiento deficientes», añade Gillis.

adolescencia, netflix
Los padres reflexionan sobre lo que han hecho mal en la crianza del chico. Adolescencia, Netflix

El chico de Adolescencia tenía tal herida que cuando le empezaron a ‘acosar’ y a ‘molestar’ por no ser ‘demasiado hombre’, que era lo que llevaba arrastrando toda su vida, no supo reaccionar ni controlar sus emociones, y acabó volcando toda su ira contenida con una de las chicas que le incomodaba, hasta llegar a acabar con su vida.

A pesar de todo, el niño siguió buscando la aprobación de su padre

A pesar de eso, el niño siguió buscando el amor y la aprobación de su padre (le escogió a él para el proceso legal y luego solo buscaba su cariño, tanto llamándole como enviándole cartas dirigidas únicamente a él). En las conversaciones del chico con la psicóloga, se ve claramente que no odiaba a las mujeres —como se ha dicho—, que lo de ser ‘incel’ o no le daba completamente igual. Estalló simplemente porque le recordaban una y otra vez la losa con la que se había criado: que no era como su padre, que no era lo suficientemente ‘hombre’, que su progenitor estaba decepcionado con él. Esta herida de apego también se ve claramente cuando se despide de su terapeuta, que es mujer, cuando le ruega que le diga si le ha caído bien o no; incluso se siente abandonado cuando acaba la relación profesional entre ambos (un síntoma más de apego ansioso).

Adolescencia, la sere de Netflix
Adolescencia, la serie de Netflix

En fin, para mí es evidente: Adolescencia es solo un reflejo más de cómo criamos a nuestros hijos; de las cargas y traumas emocionales que arrastramos de nuestros propios padres y les inculcamos sin querer; de no dejar ser a un menor como realmente quiere ser o es; de no ser, en definitiva, buenos padres, por mucho que nos esforcemos. Al final, supongo, cada uno lo hace lo mejor que puede, pero muchas veces no somos conscientes de los daños que podemos infligir en un ser tan pequeño, para quienes sus padres lo son todo. En el último episodio, los propios progenitores de la serie reflexionan sobre sus errores y aciertos en la crianza del menor, y llegan a las mismas conclusiones.

Pero, en fin, cada uno ve lo que quiere (o puede) ver, tanto en las series de ficción como en la vida. Y quizá esto que yo haya visto tan claramente tampoco sea acorde con la realidad, sino simplemente otra opinión más.

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