Dos ginecólogas españolas crean un método pionero para frenar la incontinencia urinaria
Las especialistas han desarrollado una técnica llamada ‘shore up’ que usa los hilos tensores propios de la cirugía estética
La gran olvidada. Un problema que condiciona la vida y la limita. Un tema tabú que no se habla ni entre familiares. Una condición cuyos tratamientos (invasivos) provocan secuelas aún mayores. Más del 50% de las mujeres sufre en algún momento de su vida algún tipo de incontinencia urinaria. La cifra, teniendo en cuenta la desinformación que hay al respecto y la falsa creencia de que solo afecta a personas de edades muy avanzadas, sorprende. También la falta de investigación e inversión sobre su tratamiento.
Si una mujer va al centro de salud porque sufre pérdidas de orina, le recomendarán que haga ejercicios de contracción del suelo pélvico para fortalecer la zona. Si el problema es mayor, le harán una operación que, en el mejor de los casos (e ignorando posibles infecciones o el rechazo del propio cuerpo), calmará por un tiempo la horrible sensación de tener que ir al baño continuamente. ¿Es normal que un problema que afecta a la mitad de las mujeres en este país no tenga un tratamiento 100% eficaz? ¿Tiene sentido que no se hable de esto sabiendo la cantidad de personas que lo sufren?
Por suerte, hay personas que confían en la ciencia, y, a pesar de las complicaciones, impedimentos y altos costes, dedican su tiempo a investigar y tratar de dar con un método para poner solución a este problema. Una de ellas es Begoña Pellicer. La ginecóloga valenciana ha desarrollado junto a su compañera Cristina Pages una técnica pionera llamada shore up que promete frenar las pérdidas de orina con una operación sencilla en la que se utiliza anestesia local y que tiene una rápida recuperación. La idea inicial, que fue de Pages, era lograr hacer una intervención que no fuera rechazada por el organismo y que no fuera dolorosa.
Tras múltiples investigaciones, ambas llegaron a la conclusión de que los hilos tensores, usados originalmente en intervenciones de cirugía estética, son idóneos para regenerar la estructura de la uretra y frenar la incontinencia. «Les asociamos, aparte de los hilos, vitaminas regenerativas. Los hilos se reabsorben, y, por tanto, no van a hacerle un daño por ser un cuerpo extraño. Por otro lado, las citoquinas van a regenerar la estructura haciendo que el resultado sea muy bueno», explica Begoña Pellicer.
El gran problema: el alto coste del tratamiento
El objetivo de las ginecólogas es que este tratamiento llegue a los hospitales públicos para que todas las personas que sufren incontinencia urinaria puedan someterse a él sin pagar grandes cantidades de dinero en clínicas privadas. «El coste del tratamiento ronda los 1.500 euros; sumados al coste de la intervención, que intentamos que no sea mucho, el precio final es de unos 2.500 euros y claro, la gente no puede pagar eso», asegura. La intención de ambas es que la técnica se difunda y que las personas que padecen esta condición y llevan pañal dejen de llevarlo y puedan hacer vida normal.
Los hilos se reabsorben y se integran, lo que hace que el método no dure toda la vida, pero sí en torno a tres años. «En 2010 hubo un intento de usarlos, pero se reabsorbían muy rápido y lo dejamos. Ahora hemos aprendido a ponerlos de tal forma que se enganchan al músculo y se integran, haciendo que se genere una fibrosis (porque van cubiertos de ácido hialurónico), lo que a su vez provoca que se cree un ligamento nuevo», explica. «Hemos visto casos de personas de hace más de tres años y todavía no tienen pérdidas, siguen estando secas. No sabemos exactamente cuánto tiempo dura el tratamiento, y las pacientes lo saben, pero entre no poder hacer nada y de repente tener la braguita seca sabiendo que te va a durar al menos tres años, eligen operarse y merece la pena».
¿Cómo es la operación de la Seguridad Social?
Según Pellicer, la operación, conocida como técnica de la malla, consistía antiguamente en introducir dicho material por la uretra, vagina y recto, dependiendo del caso, para frenar las pérdidas de orina. El problema surgió cuando los expertos observaron que el cuerpo de la mujer rechazaba el material, que, al no ser reabsorbente, se salía de la vagina por la mucosa. «Las mallas salían con agujeros, las mujeres tenían infecciones y complicaciones muy severas que hicieron que se prohibieran todas menos las de la uretra. En torno a 2010, 2011, salieron alertas sobre el uso de este método, y en los últimos años lo que hemos hecho es demorar esa solución».
La principal diferencia entre la técnica pionera de las ginecólogas y la de las mallas es que la segunda utiliza anestesia general, lo cual puede ser peligroso para mujeres de una edad muy avanzada o personas con problemas de obesidad. El shore out, sin embargo, solo requiere anestesia local. Por otro lado, la malla tiene una recuperación mucho más larga y tediosa, mientras que la técnica de los hilos tensores implica un proceso de recuperación de pocos días y las molestias son leves.
La intención de las dos ginecólogas es lograr que este método, que hasta ahora ha sido todo un éxito, tenga una evidencia científica que lo apoye. El problema, explica Pellicer, es la falta de tiempo y manos. A pesar de las complicaciones, ambas tienen claro su objetivo y luchan para que la sanidad pública termine aplicándolo y asumiendo el coste de cada una de las operaciones, ya que, como indicaba, es muy alto y no todas las afectadas pueden permitírselo.