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Vejiga hiperactiva: qué es, por qué sucede y cómo puedes remediarlo

Sus síntomas son de sobra conocidos y sus remedios, aunque no lo parezca, baratos y al alcance de la mano

Vejiga hiperactiva: qué es, por qué sucede y cómo puedes remediarlo

Un hombre en un urinario | ©Freepik.

Es posible que el término vejiga hiperactiva no lo uses a menudo, pero su realidad te puede sonar más de la cuenta. Aunque es una situación que se empieza a producir a partir de la madurez, lo cierto es que no se circunscribe a las personas de más de 45 años. Tampoco es patrimonio exclusivo de un género.

Aunque resulta evidente que, a priori, no es un drama especialmente perjudicial, sí puede ser molesta. La vejiga hiperactiva, cuyo nombre parece preclaro, puede amargarnos en el día a día más de lo que pensamos. Por suerte, hay ciertos remedios y ciertos consejos que podemos aplicar para hacerle frente.

Lo importante, además, es comprender que no se trata de una enfermedad ni de una patología. Es, literalmente, un grupo de síntomas urinarios, como explica la Urology Care Foundation estadounidense. Sin embargo, que no alcance este grado no implica que no podamos ponerle cierto freno e, irónicamente, nunca mejor dicho.

Una complicación que en determinados países como Estados Unidos se cifra en alrededor de un 30% de la población adulta. No obstante, en el caso de las mujeres ascendería un 40% de la población. Datos significativos que, insistimos, son corregibles y antes los cuales se puede actuar.

Qué es la vejiga hiperactiva

Una mujer con vejiga hiperactiva
Aunque las mujeres presentan una mayor propensión, no es un trastorno que perturbe a un único género. ©Freepik.

No se puede calificar de enfermedad o de patología, sino que es una suma de síntomas urinarios. La evidencia del término es alta: una vejiga hiperactiva se caracteriza por una sintomatología que la explica con facilidad. Necesidad repentina y no controlada, así como urgen, de orinar. También se pueden producir pérdidas o, en otros casos, se siente esa necesidad de orinar muy a menudo, viviendo en una sensación casi perpetua de tener ganas de ir al baño.

No obstante, como explica la misma Urology Care Foundation, no se debe confundir vejiga hiperactiva con incontinencia, pues este trastorno simplemente afectaría a sufrir pérdidas de orina con frecuencia. Entre lo irónico de la vejiga hiperactiva hay una realidad paralela: la de los hombres que sufren de problemas prostáticos y que pueden entrar en la categoría de incontinentes, pero también de los que alegan problemas de micción.

En este sentido, los orígenes de la vejiga hiperactiva pueden ser muy variados. Entre los que a menudo se citan encontramos trastornos neurológicos, así como cierta debilidad en los músculos pélvicos. Sin embargo, es importante también citar que infecciones en las vías urinarias, determinadas medicaciones —especialmente los diuréticos— o incluso trastornos neurológicos podrían afectar.

Una mala pasada neurológica y otras causas

Dicho de forma muy simple, nuestro cerebro y vejiga están hiperconectados y es el primero el que, cuando percibe que la vejiga está llena, manda ese ‘mensaje’ de contracción a los músculos de la vejiga para liberar la orina. Cuando se encuentra vacía, estos músculos vuelven a una sensación de calma.

El problema con la vejiga hiperactiva es su carácter repentino que, además, puede surgir cuando no está llena. Por este motivo, el componente de hiperactividad es relevante porque la musculatura de la vejiga —debido a esos fallos— está demasiado activa.

La buena noticia es que entender la sintomatología de la vejiga hiperactiva es fácil: una imperiosa necesidad de ir al baño que no podemos ignorar y que alcanza el carácter de urgencia. Lo malo es que se puede concatenar con otros trastornos como la incontinencia por urgencia u orinar con demasiada frecuencia.

Cómo combatir la vejiga hiperactiva

Un hombre joven con vejiga hiperactiva
A través de la dieta y del ejercicio se puede mejorar la vejiga hiperactiva. ©Freepik.

En casos graves, la vejiga hiperactiva puede exigir tratamientos médicos o intervenciones quirúrgicas de distintos calados. No obstante, en el día a día también podemos respetarla en la medida de lo posible. Lo conveniente es evitar bebidas diuréticas, entre las que estaría presente el café o el consumo de alcohol. Además, hay bebidas que actúan como irritantes, como sucede con las bebidas con gas, los zumos de cítricos u hortalizas ácidas como el tomate.

En el lado bueno de la cesta de la compra, aliados ya conocidos. Más fibra en la dieta, como ya te explicamos en THE OBJECTIVE, puede repercutir en una mejor digestión. Por este motivo, los cereales integrales serían un buen refuerzo, como también las legumbres y determinadas verduras, además de los frutos secos.

Además, podemos seguir ciertas estrategias, tal y como indica la Urology Care Foundation, para llevar una especie de diario de micciones. En este sentido, citan la micción doble, la micción retrasada y la micción programada, las cuales también deben ser consensuadas con médicos y profesionales de la urología.

De la misma manera, como tantos otros músculos, todos aquellos que intervienen en la micción se pueden reforzar. Se suele mencionar los ejercicios de Kegel para el suelo pélvico, que apuntan a sencillos ejercicios de contracción y tensión de los músculos de la pelvis. No son difíciles de poner en práctica, son para todos los públicos y no exigen mucho esfuerzo.

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