Las estafas en redes y con criptomonedas se disparan en los dos años de pandemia
«Las redes sociales fueron más rentables para los estafadores en 2021 que cualquier otro método para llegar a la gente», según un informe de la FTC
La cantidad de ciberdelitos que se cometen anualmente sigue una tendencia creciente desde hace varios años y está a la vista de todos que las estafas en redes sociales son algo cada vez más común. Perfiles que simulan el sorteo de un iPhone 13 y te nombran ganador, supuestos parientes lejanos que necesitan dinero e incluso tiendas online que resultan ser una farsa son estafas que oímos a menudo en redes sociales. Pero su popularidad no parece frenar su éxito.
En España, los últimos datos son del año 2020, aunque ya apuntaban que los fraudes informáticos son los ciberdelitos más cometidos. En Estados Unidos, un informe reciente de la Federal Trade Commission (FTC) señala que una de cada cuatro personas que perdió dinero debido a un fraude afirma que comenzó con un anuncio, una publicación o un mensaje en las redes sociales.
El informe señala que «las redes sociales fueron más rentables para los estafadores en 2021 que cualquier otro método para llegar a la gente». A los estafadores les atraen las redes sociales porque «son un método barato de llegar a millones de personas en todo el mundo y es fácil crear un personaje falso», dice la FTC.
Además, las redes sociales les dan la posibilidad de «afinar su enfoque al estudiar los detalles personales que la gente comparte» y «usar fácilmente las herramientas disponibles para los anunciantes para dirigirse directamente a la gente con anuncios basados en sus intereses o compras pasadas».
Las estafas en cifras
En Estados Unidos, más de 95.000 personas reportaron unas pérdidas de 770 millones de dólares por fraudes en redes sociales, según los datos de la FTC. Estas pérdidas suponen un 25% del total del dinero recaudado en fraudes en general y son una cifra 18 veces mayor que la que se registró solo cuatro años antes, en 2017.
Estas estafas son mucho más comunes entre los adultos de 18 a 39 años que entre personas mayores de esa edad, señala la FTC. Unas edades en las que coinciden los datos del Ministerio del Interior de España.
En cuanto a España, los datos son menos concretos, pero el último Estudio sobre la cibercriminalidad en España publicado por el Ministerio del Interior apunta a un claro aumento de los delitos informáticos en los últimos años.
En 2020 se conocieron 287.963 hechos de este tipo, lo que supuso un aumento del 31,9% respecto a la cifra del año anterior. Del total de estos delitos, el 89,6% correspondía a fraudes informáticos, es decir, estafas, y el 4,9% a amenazas y coacciones. En total, hubo 257.907 fraudes informáticos, una cifra que no ha dejado de crecer desde el año 2016, cuando fueron 70.178.
«Otro efecto innegable es el peso proporcional que va adquiriendo dentro del conjunto de la criminalidad», dice el informe. En el año 2016, cuando representaban un 4,6% del total de infracciones penales, y en 2020 ya suponían el 16,3% del total.
Las criptomonedas cobran protagonismo
Las redes sociales han crecido como el lugar donde se inicia la estafa, pero las claras protagonistas de estos últimos años han sido las criptomonedas. Según el informe de la FTC, estas estafas «han visto un aumento masivo en los últimos registros». Las estafas con inversiones son de las más comunes y la gente «envía dinero, normalmente criptomonedas, con la promesa de que recibirá un gran interés que acaba en vacío», dice el organismo.
En España, los casos no dejan de crecer tampoco. La abogada Emilia Zaballos, presidenta de la Asociación Afectados Criptomonedas, afirma en una conversación con THE OBJECTIVE que los afectados por este tipo de delitos se cuentan por miles.
Según apunta Zaballos, las estafas de este tipo comenzaron a crecer en el año 2018, pero fue en 2020 cuando llegó el pico de casos debido al exceso de tiempo en internet por el confinamiento y ha sido en 2021 cuando se ha empezado a ver el número real de afectados. «Los estafadores empiezan a trabajar durante todo 2019 y 2020 y se ganaban la confianza de la gente. Pero cuando realmente empiezan a pedirle dinero, evidentemente no pueden devolverlo, porque una de las cosas que han estado haciendo para ganarse la confianza estaban haciendo era que el dinero de los nuevos que se incorporaban lo utilizaban para pagar los beneficios de esos poquitos que los pedían», explica. Por eso, entre finales de 2020 y 2021 empezaron a aparecer «todos los que invirtieron en ese momento y con esas circunstancias, que se han dado cuenta por otras estafas de que su plataforma también los estaba estafando».
Las criptomonedas, opina Zaballos, solo son una manera más de los estafadores de aprovechar la situación. «Las estafas siempre han existido, pero la forma de cometerse evalúa en función de las circunstancias sociales y lo que cambian las tecnologías». Ahora, las redes sociales son una plataforma ideal para avasallar a los posibles inversores con publicidad, que es el inicio de la mayoría de estas estafas, explica la abogada.
Lo bueno, apunta, es que «las personas estafadas ahora mismo están reaccionando de una manera mucho más organizada, y es que gracias las redes sociales, los estafados también se organizan y actúan frente a ellos con la misma publicidad agresiva para frenar esto».
Cómo evitar caer en estas estafas
La gran mayoría de estas estafas comienzan con una publicidad en la que se promete un interés desproporcionado por una inversión. Al principio, funciona, y el inversor recibe el beneficio prometido. Pero cuanto más invierte, más dificultades tiene, hasta que llega el momento en el que ya no puede recuperar ni los intereses ni su inversión.
Para evitar caer en estas estafas, Zaballos recomienda, lo primero, es no invertir en algo cuyas cifras «están fuera de toda lógica». Lo segundo y más importante es tener el control de las criptomonedas en las que se ha invertido, que no se haga a través de un intermediario. Y en el caso de que elijamos esta opción, es importante comprobar en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que la empresa o la persona que se va a encargar de las inversiones cumple con todas las garantías necesarias y que no sea «uno de los famosos chiringuitos financieros».