¿Deben usar los niños gafas de sol?

La radiación ultravioleta A o UVA puede atravesar la córnea (capa externa del ojo) ocasionado serias lesiones; incluso frente a la prolongada radiación del sol pueden producirse cataratas.

Existen cinco tipos de filtros según la capacidad de absorción lumínica. El tipo de filtro puede hallarse en el etiquetado de las gafas de sol. Por otro lado, las gafas han de ajustarse a la norma europea y certificación ISO 12312-1:2013.

Los padres han de tener claro que, si los niños van a permanecer bastante tiempo bajo el sol, existiendo una radiación lumínica importante, han de protegerles con gafas de sol, crema y una gorra.

Las gafas de sol pueden usarse desde los seis meses de edad y deben adquirirse en una óptica. Carlos Grande Baos, doctor en medicina y cirugía y especialista en oftalmología, responde con un tajante sí a si los menores han de usar gafas de sol. El experto argumenta respecto al ojo del niño que:

-Las estructuras son muy transparentes.

-El proceso de pigmentación no está terminado.

-La pupila todavía no responde bien a la luz y es más vulnerable a las radiaciones ultravioleta A y B.

El doctor declara que, en general, los expertos en salud visual como es su caso, consideran que hasta los dos años y medio o tres años, el niño debe estar protegido de la luz solar. A partir de esa edad puede exponerse más al sol y logra con mayor facilidad mantener sus gafas de sol puestas. Añade que los padres han de estar mentalizados de este uso y actuar con el ejemplo.

El, además, jefe de oftalmología del Hospital Universitario de Santa Cristina, sugiere algunas causas por las que un porcentaje de padres no quiere poner gafas de sol a sus hijos:

-Porque piensan que al ser tan pequeños el sol no les va a causar ningún daño irreversible.

-Porque creen que están más guapos sin gafas.

-Porque tienen miedo que por un golpe se rompan las gafas de sol y puedan producir una lesión en el ojo o el rostro.

Proteger los ojos desde la infancia

El médico desea clarificar a las familias que existen buenas gafas de sol, de material irrompible, a base de policarbonatos (las lentes de policarbonato son hasta 10 veces más resistentes que otras gafas de plástico) y con unas patillas muy elásticas que abren casi 180°. Esto prácticamente imposibilita que se produzcan lesiones por una rotura accidental. El profesional en oftalmología asegura que, por el contrario, permiten proteger frente a salpicaduras de líquidos, arena o quemaduras.

El doctor Grande Baos subraya que la dosis de radiaciones ultravioleta A y B es acumulativa a lo largo de la vida y cuando alcanzase unos niveles ‘tóxicos’ llegarían las primeras lesiones, resultando irreversibles.

En cuanto a la elección de las gafas de sol, el filtro debe garantizar una protección del 100% contra las radiaciones ultravioleta A y B y un grado 3 de protección lumínica (lentes coloreadas que absorben un 82-92% de la radiación solar) de la escala clásica de 0 a 4. En el supuesto de que la gafa quite la luz, pero no filtre los rayos UV, la pupila no responde a la luz, se queda grande y entra toda la radiación UV nociva al interior del ojo, es decir: «Usar unas gafas de sol que no sean buenas, es peor que no usarlas».

Jorge Cabellos Gavidia, licenciado en medicina y cirugía, especializado en pediatría, certifica que el sistema visual de los niños se desarrolla hasta casi los seis años de edad. Existe evidencia y conciencia de los efectos dañinos de la luz solar en la piel por los rayos ultravioleta (UV). Sin embargo, el experto refiere que «se habla menos de los riesgos oculares asociados a la exposición al sol».

Los ojos deben protegerse desde la infancia. El pediatra asevera que los daños se generan por:

-Los niños pasan más tiempo al aire libre que los adultos, particularmente durante el verano. Un niño recibe aproximadamente tres veces la anualidad de dosis UV del adulto y 80% más de exposición UV de por vida antes de los 20 años.

-El cristalino de los niños transmite más radiación ultravioleta a la retina que la lente de los adultos. A medida que aumenta el contenido de energía de las ondas de luz visibles e invisibles, también aumenta el potencial de lesión ocular.

El médico especializado en infancia expone que la luz ultravioleta varía en longitud de onda de 100 a 380 nm (nanómetros); la luz visible de 380 a 700 nm y la infrarroja de 700 a 1400 nm. La cantidad de energía que contiene la luz es inversamente proporcional a su longitud de onda. En conclusión, la luz ultravioleta tiene más energía que la luz visible o infrarroja y, por lo tanto, tiene un mayor potencial de daño biológico.

La luz ultravioleta ambiental es más intensa entre las 9.00-15.00h y durante el verano, cuando el sol está directamente sobre nosotros. Es considerablemente más intenso en altitudes más altas y en latitudes más cercanas al ecuador. Por este motivo, el profesional médico explica que pasar más tiempo al aire libre aumenta la exposición a la radiación UV ambiental. Esto es, programar los horarios y los tiempos de exposición al sol son una línea crucial en la protección ocular de los hijos.

Las superficies ambientales como la nieve, el agua y la arena son fuentes importantes de luz ultravioleta reflejada, que puede alcanzar la misma longitud de onda que la luz directa. Por este hecho, el doctor Cabellos Gavidia sostiene que resulta ineludible el uso de gafas de sol en circunstancias de exposición al reflejo.

El subespecializado en neonatología perfila que existe una variación significativa en la calidad de las gafas de sol de venta libre durante las tres últimas décadas; «tampoco existen, por ahora, los estándares necesarios o no se cumplen estrictamente».

El pediatra apunta dos cuestiones notables, por parte de algunos investigadores, en la compra de las gafas de sol para niños:

-Si el uso de algunas gafas de sol de venta libre puede ser realmente dañino, ya sea al privar al usuario de los ‘beneficios para la salud’ teóricos de la exposición a los rayos UV, como el aumento de la síntesis de vitamina D.

-Preocupación de que se puedan producir daños oculares si el uso de lentes polarizados que reducen el deslumbramiento también puede reducir el instinto asociado que hace que la mirada se desvíe de una fuente de luz brillante como el sol.

La recomendación del médico experto en niños, es seguir las instrucciones de los oftalmólogos, los optometristas y los pediatras para la compra de las gafas de sol.

Y recuerda a nivel general que idealmente se aconseja una revisión anual por el oftalmólogo y antecualquier duda, es conveniente consultar con el pediatra de cabecera.

Salud física y esfera psicológica no pueden desligarse. José Antonio Rodríguez Blanco, diplomado en psicoterapia profunda en Aleteia Psicoterapia , entiende que como profesional en su campo, debe hacerse un alegato por la seguridad en lo que concierne a las gafas de sol.

El profesional revela que el uso de gafas de sol en niños no está extendido frente a la inquietud de estos y los problemas para mantenerlas. No obstante, añade que las modas suelen usarse para crear necesidades y abrir el abanico en el mercado infantil.

Especialistas en el campo de la visión recomiendan el uso de las gafas de sol en los niños por su mayor vulnerabilidad, más aún, en época veraniega. Desde Aleteia Psicoterapia, se afirma que la asociación Visión y Vida, refleja con datos que, tan solo 4 de cada 10 niños utiliza de forma recurrente las gafas de sol.

El psicoterapeuta pone en claro que existen las típicas gafas de sol de juguete que se venden en kioscos o tiendas de juguetes, que no ofrecen ningún tipo de protección. Y suma que en psicología hay un elemento muy importante llamado ‘sentimiento de identidad’, es decir, los niños se fijan en aspectos con los cuales asocian la figura de sus progenitores, como pueden ser las gafas de sol. Cuando tienen esta necesidad de identificarse con su madre o su padre, se centran en ese objeto. Es por esto que cuando ven unas gafas de juguete en una juguetería, insisten para que se las compren, «esas gafas están ayudando a la construcción del sentimiento de identidad».