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Nuno Ferreira, el entrenador del cuerpo y la mente de los toreros

El preparador físico trabaja con diestros como El Juli o Ginés Marín: «Los reflejos y la visión periférica es lo más importante»

Nuno Ferreira, el entrenador del cuerpo y la mente de los toreros

Nuno Ferreira entrenando al torero Ginés Marín. | Cedida.

El pasado 15 de mayo, en la octava corrida de San Isidro en Las Ventas, el torero extremeño Ginés Marín sufrió una cornada grave de un toro de El Parralejo.  El animal le clavó el astifino pitón derecho atravesando su muslo con orificio de entrada con dos trayectorias de 25 y 20 centímetros. Sin embargo, lejos de abandonar la plaza, mientras la sangre le chorreaba por toda la pierna, volvió a tomar la muleta y remató la faena. Con el muslo abierto, sólo se fue a enfermería  cuando saludó la ovación. El pundonor del torero que le llaman, sí, pero también las horas y horas de previo entreno para aguantar física y psicológicamente el dolor, el cansancio y no asumir nunca la derrota. Y es aquí donde entra en juego la figura de Nuno Ferreira, el entrenador del cuerpo y mente de los toreros, que pone al límite fuera de la plaza a los diestros para que dentro del ruedo sepan y puedan enfrentar situaciones de máximo estrés y riesgo.

«Hay bastante diferencia entre entrenar a un torero y a cualquier otro atleta porque un torero se juega la vida constantemente. Cuando pensamos en la preparación física de un torero no es sólo algo fisiológico, sino también mental, y mediante el entrenamiento lo tenemos que llevar al límite», cuenta a THE OBJECTIVE Nuno Ferreira, un lisboeta afincado en España especialista en neurología del movimiento, quien desde 2008, en su centro de alto rendimiento en Badajoz, entrena a espadas como El Juli, Antonio Ferrera, Ginés Marín o Saul Jiménez Fortes.

De esta forma, Nuno conoce a la perfección el derroche físico que un torero tiene en la plaza, sobre todo, cuando recibe al toro, el momento fisiológico más difícil para el diestro. «Ese momento, cuando lo ve por primera vez, no es reproducible en ningún otro sitio, pero nosotros intentamos equiparar esa situación con determinados ejercicios a nivel cardiaco para que el impacto no sea tan grande a nivel fisiológico en la plaza, sino que pueda hacer lo que quiera y presentar su trabajo desde un punto de vista más artístico», comenta al otro lado del teléfono el preparador físico, que señala que los toreros alcanzan una frecuencia cardíaca entre 180 y 190 pulsaciones, e incluso más, durante la faena. Y es que no podemos olvidar que un torero, además de atleta, es un artista que necesita de una preparación física adecuada. Su meta no es correr más rápido, saltar más alto o ganar medallas, sino expresar un sentimiento.

Control y estabilidad para torear despacio

El concepto clave en una corrida de toros por excelencia es torear despacio. Ya lo decía Paco Rabal en ‘Juncal’: «Las prisas para los delincuentes y los malos toreros». Y es que una de las cosas por las que transmite un torero es por el valor, y el valor pasa por la capacidad de quedarse quieto y firme. Anclado al suelo. Asentado en las zapatillas. Y eso, llevado al entrenamiento, pasa a llamarse control y estabilidad. Una estabilidad ante una perturbación constante y llena de peligro como es el toro. En este sentido, explica Nuno, en su centro no entrenan a un diestro para que corra más rápido sino «para que apenas se tenga que mover». «El toreo es otra cosa, es como ver la preparación física al revés. Nuestro objetivo no es que corran rápido, sino que esto no sea necesario», hace hincapié el preparador físico, que en pretemporada entrena a los diestros durante unos tres días a la semana en sesiones de 45 minutos.

Y aquí, en este punto, es donde entra en juego la preparación más importante de un torero, los reflejos y la visión periférica para tener controlado al toro sin verlo, para tomar decisiones con un nivel de fatiga elevado cuando cuesta mucho pensar. Es decir, hacer inconsciente lo consciente. «Es como si entrenaras la anticipación de lo que pueda pasar, eso es esencial para ellos», matiza el portugués, que hace hincapié en la importancia de entrenar la parte visual: «Eso casi nunca se trabaja, sin embargo, es lo que les hace tomar una buena o mala decisión según lo que perciban. Y ellos tienen que sobrevivir constantemente», dice el experto, que en este momento recuerda el gesto del diestro gaditano David Galván tras una cogida en Al Faro (La Rioja) en 2019. «Tras el percance me dio un abrazo porque sintió que actuó de forma tan refleja e involuntaria gracias a los entrenamientos que sin ellos no habría sabido cómo actuar», rememora Nuno, que añade: «Fue un momento muy bonito».

Entrenamiento de las emociones


La preparación física y mental y el terreno artístico son los dos ambientes en los que se mueven los toreros en una plaza y debe tener lugar un equilibrio entre ambos para el disfrute de los aficionados. De esta forma, en el ruedo, el control de las emociones cobra tanto sentido como el control del cuerpo delante del animal cuyo objetivo es el torero. En este sentido, Ferreira, que ahora se encuentra inmerso en la preparación de Ginés Marín, que el próximo 26 de julio se encerrará con seis toros en la Feria de Santiago de Santander, destaca la importancia que tiene la energía positiva o negativa de nuestros pensamientos en la capacidad refleja o de reacción.

«A nivel motor, un pensamiento negativo hace que actúes peor», asegura el experto en neurociencia, que añade: «Tienen que actuar emocionalmente de forma positiva, no hay otra opción, porque un pensamiento negativo hace que actúes peor y si estás con ese miedo en el cuerpo, éste te frena, te bloquea, te congela y eso delante de un toro no es posible», argumenta el portugués, que para ello realiza con los espadas ejercicios de respiración para volver así a recuperar el equilibrio en momentos de máxima tensión. De esta forma, el torero, mentalmente, nunca quedará desnudo en la plaza.

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