Hiporexia: ¿a qué edad empiezas a tener menos hambre?
La sensación de apetito es menor conforme avanza la edad, pero también puede ser síntoma de algo más grave
La sensación de hambre parece que va disminuyendo poco a poco con los años. Conforme la edad de las personas va avanzando, todos los procesos metabólicos van haciéndose cada vez más lentos. Esto lo explica el doctor Diego Sánchez Muñoz, especialista en el aparato digestivo y fundador de IDI-Instituto Digestivo: «Cuando avanzamos en edad, las necesidades son menores».
Esto se debe a «que los procesos metabólicos requieren menos energía y, por otro lado, nuestro gasto energético es menor. Por ello, nuestro cuerpo, que se autorregula constantemente, necesita ingerir menos calorías y, de este modo, el apetito es menor».
Algo importante a conocer es cuándo aparece ese desinterés por empezar a comer, ¿después de los 70 años; de los 80? Este experto no cree que sea posible situar una barrera a partir de la que empieza a disminuir el apetito, ya que, según explica, es un proceso adaptativo, igual que lo es la regulación del apetito en función del estilo de vida.
De esta forma, «personas físicamente más activas, probablemente mantengan sensaciones de apetito más elevado para mantener esa actividad que las personas sedentarias, por ejemplo», añade Sánchez Muñoz.
Posible efecto secundario de algo peor
La disminución de la sensación de apetito tiene el nombre médico de hiporexia. Normalmente, este trastorno tiene lugar a causa del envejecimiento, cuando las necesidades energéticas son menores y, por ello, las necesidades calóricas del organismo para mantener su homeostasis son también menos.
No obstante, el doctor advierte de que «la hiporexia también puede ser secundaria a alguna patología que hay que investigar y, en su caso, tratar». Además, señala que, entre esas posibles patologías, hay que estar especialmente atentos a algunas tan graves como «el cáncer de cualquier origen, aunque múltiples enfermedades crónicas, tanto digestivas como extradigestivas, pueden manifestarse con hiporexia. También problemas endocrinólogos, como diabetes, hipotiroidismo u otras enfermedades metabólicas, pueden favorecer la pérdida de apetito».
Por otra parte, en otras ocasiones estos síntomas están relacionados con tomar algunos medicamentos como ansiolíticos, antidepresivos o analgésicos potentes como los mórficos. «También los tratamientos oncológicos, es decir, muchos fármacos usados para quimioterapia pueden producir hiporexia», añade el experto.
Además de las patologías subyacentes y los efectos secundarios de ciertos fármacos, hay que tener también en cuenta los factores psicológicos. Estos no son solo los que están relacionados con enfermedades como la depresión o la ansiedad. A ellos hay que añadir «las situaciones vitales, como la soledad o el duelo, por ejemplo, pueden hacer que se pierda el apetito de forma más o menos prolongada».
Las alertas que no hay que ignorar
Al disminuir el apetito, lo lógico a ocurrir es que las personas adelgacen, ya que toman menos alimento. A pesar de ello, «hacer una buena historia clínica al paciente es fundamental para orientar cada caso concreto», asegura Sánchez Muñoz.
Además, remarca que «es muy importante la realización de una historia clínica adecuada, minuciosa, para poder investigar si existe una enfermedad de base que pudiera estar manifestándose con síntomas de hiporexia».
En estos casos, hay que prestar especial atención a «signos y síntomas acompañantes a los que los médicos denominan de alarma. Desde el punto de vista digestivo, estos pueden ser cambios bruscos, repentinos y mantenidos en el hábito intestinal, sangrado con las heces o aparición de una masa, aunque también otros síntomas crónicos extradigestivos pueden estar relacionados. En caso de que aparezcan, es cuando hay que investigar realmente si existe un problema importante de salud».
Qué ocurre si estos síntomas perduran en el tiempo
Los efectos de la falta de apetito, y por tanto de la reducción del número de comidas, son especialmente graves y peligrosos en las personas mayores. De esta forma, el experto señala que la más preocupante de las posibles consecuencias es la desnutrición.
«Si debido a esta hiporexia, el paciente ingiere menos nutrientes, y esto se mantiene a largo plazo, pueden producirse carencias en macro y micronutrientes esenciales que perpetúen el problema, no solo en cantidad, sino también en calidad. Por otra parte, hay que investigar, en caso de síntomas de alarma, si existe alguna enfermedad subyacente», explica.
Los suplementos
Algo en lo que hace hincapié el experto es en la importancia de averiguar cuál es el origen de esta falta de apetito y buscar el mejor tratamiento para acabar con ello.
En caso de que no exista una causa justificada, hay que identificar los posibles trastornos psicológicos que pudieran existir, manejarlos y hacer algunos cambios en el estilo de vida también son algunas opciones que pueden ayudar. «Por ejemplo, hacer algún deporte adaptado a la edad o cambiar el tipo de alimentación por cosas más apetecibles para el paciente», también puede servir.
En cuanto a tomar suplementos para estimular el apetito, incluso en el caso de los pacientes pediátricos, el especialista asegura que «más allá del tratamiento de las posibles carencias provocadas por la falta de ingesta, estos suplementos no son útiles para que aumente la sensación de apetito y, por tanto, se coma más».
Además, el doctor añade que «desgraciadamente» no existen «muchos fármacos para estimular el apetito»: «Existen algunos medicamentos que se usan para el tratamiento de la hiporexia secundaria a la quimioterapia, pero con eficacia limitada».