«Que los padres den móviles con Internet a sus hijos es una barbaridad»
Miguel Ángel Martínez-González, experto en salud pública, alerta en THE OBJECTIVE de los peligros del sexo incontrolado aprendido en Internet
El doctor Miguel Ángel Martínez-González (Málaga, 1957) tiene una trayectoria profesional impecable. De esas que resultan de haber conjugado el verbo trabajar a la perfección. Médico, epidemiólogo e investigador, cambió la Cardiología por la Salud Pública convirtiéndose en uno de los profesionales más conocidos y citados en su especialidad. Las más de mil publicaciones científicas indexadas lo avalan.
Catedrático de Salud Pública en la Universidad de Navarra y catedrático adjunto de la Escuela de Salud Pública de Harvard, hablar de dieta mediterránea en España es hablar de Miguel Ángel Martínez-González. Recientemente ha recibido el Premio Nacional Gregorio Marañón, el reconocimiento más importante de España en el ámbito de la investigación científica, que concede el Ministerio de Ciencia e Innovación, y que por primera vez en 11 años de galardón reconoce la labor de la epidemiología y la Salud Pública.
Ahora, lo que más le preocupa es la salud mental de los jóvenes, por ello, tras varios libros dedicados a su principal área de investigación, la nutrición, acaba de publicar la obra ‘Salmones, hormonas y pantallas‘ (Planeta) donde, desde la evidencia científica, advierte sobre las consecuencias que tiene la sexualidad desmadrada en el modelo social juvenil del siglo XXI y alerta de los peligros del sexo incontrolado aprendido en Internet.
PREGUNTA.- En su libro ‘Salmones, hormonas y pantallas’ habla de una revolución necesaria de los jóvenes, a quienes invita a actuar como salmones, que naden a contracorriente y que resistan. ¿Qué pretende con esta obra?
RESPUESTA.- Con este libro, que ni es filosófico, ni ético, ni religioso, doy a los jóvenes argumentos científicos para que sean salmones, que naden a contracorriente, y sean además, motor de motores y ponga en marcha a otros jóvenes que quieran ir a contracorriente de una sociedad que está desarrollando estilos de vida autodestructivos. Especialmente tenemos un problema muy grave de salud mental en la gente joven. Tenemos un problema muy grave de adicción a pantallas y adicción a pornografía. Son problemas graves que están viendo los psiquiatras ahora mismo y que están asustados porque es la primera causa de muerte no natural entre adolescentes. Están asustados de que detrás de cada suicidio consumado haya tantos intentos de suicidio, tanta ideación suicida, tantas depresiones y otros problemas de salud mental. Y todo eso tiene que ver con que de media, según el último informe de UNICEF, los chavales se pasan más de cinco horas al día conectados a la pantalla de su móvil. Y esto no es nada sano.
Los jóvenes están abducidos y están perdiendo la capacidad de una relación cara a cara que les permite desarrollar una capacidad emocional mucho más fuerte. Y, además, todo esto acarrea conflictos familiares, porque se separan de la familia, aunque estén físicamente ahí. Además, actualmente tienen un déficit de sueño muy grande debido a que se pasan la noche viendo las redes sociales por el móvil, consumiendo especialmente contenido pornográfico, cuyo efecto adictivo está transformando el cerebro físicamente, no solo funcionalmente, sino desde el punto de vista morfológico estructural. Especialmente en esa época en que están con un bombardeo hormonal típico de la pubertad, de la primera juventud, en la que todavía no está absolutamente constituida la corteza cerebral en muchas zonas. También tienen problemas de desarrollo de la corteza prefontal por esta adicción al porno. Esto no es pseudociencia, todo esto está muy bien documentado y por eso hablo de salmones, hormonas y pantallas.
«Las redes sociales y la pornografía son la gran amenaza de la salud pública para los jóvenes»
P.- ¿Las redes sociales y la pornografía son la gran amenaza de la salud pública de la era actual?
R.- En la gente joven sí, desde luego. Es la gran amenaza que hay ahora mismo. Esto es algo insólito que no ha experimentado nunca la humanidad. Hay chavales que pasan 24 horas al día pegados a la pantalla de su móvil, aquí está pasando algo realmente muy peligroso. Además, lo que sucede es que las redes sociales tienen unos sistemas de aprendizaje y cuanta más gente los usa, más saben cómo atrapar y enganchar a sus usuarios para que siga horas y horas enganchados.
P.- Las redes sociales pueden incluso causar una mayor adicción que las máquinas tragaperras. Entonces, ¿deberían ser reguladas de igual manera?
R.- Tiene mucha similitud con la gran pandemia que tuvimos en el siglo XX, que fue todo el problema del tabaco. Las grandes industrias tabacaleras tenían informes internos donde ellos sabían que producía cáncer y, sin embargo, lo negaban en público. Escondían esos informes científicos que ellos mismo habían hecho. Esto ha pasado también en Facebook, que ahora se llama Meta. Se analizó el efecto que tenía Instagram sobre los cerebros de los adolescentes y sobre la patología de salud mental y encontraron daños, y escondieron esos informes. Luego, en septiembre de 2021, los destapó el Wall Street Journal. Esto recuerda mucho a lo que pasó con las tabacaleras, que enganchaban a los jóvenes desde los 13 años para toda la vida.
P.- En 2021 se tocó techo en cuanto a suicidio entre adolescentes y 22 niños menores de 15 años se quitaron la vida, ¿está esta situación relacionada con la adicción a las redes sociales y al porno?
R.- Sí, todo esto son factores que han emergido sobre todo a raíz de la introducción de los teléfonos móviles con conexión a Internet. El primero fue el iPhone, que surge en 2007, y a partir de ahí es cuando se ve ese aumento rampante en todos los problemas de salud mental en los jóvenes. A eso contribuye también todo el tema de la falta de sueño. Además, hay que tener en cuenta que en España tenemos un problema muy grave con el consumo de alcohol en adolescentes y jóvenes. Según el Plan Nacional de Drogas, somos de los peores países del mundo en cuanto a intoxicaciones alcohólicas en la gente joven.
«Los jóvenes no deberían de tener móvil con conexión a internet hasta los 18 años»
P.- ¿A qué edad es correcto comprar un móvil a los niños?
R.- Yo creo que una medida que habría que ponerse seriamente a discutir es que así como no dejamos conducir a un chaval hasta que no tiene 18 años, no deberíamos darle un móvil con conexión a Internet hasta que no tenga 18 años. Esto suena extraterrestre, pero creo que no soy el único que lo dice y tiene todo el sentido del mundo. ¿Por qué no dejamos conducir a un chaval de 18 años? Porque se puede meter en una carretera que puede estar llenas de locos al volante. Pero es que locos al otro lado de la pantalla los hay. Hay depredadores sexuales y hay tutores que venden unas ideas nefastas de hazte cortes en el brazo que eso te relaja mucho. O estoy pensando en suicidarme, eso tiene mucho morbo y así atraigo followers. O adultos que se hacen pasar por jóvenes y entonces engatusan y piden a jóvenes fotos pornográficas y luego las chantajean, lo que se llama el grooming. Todo eso está pasando. Entonces, darles el Ferrari para que se metan en esa carretera llena de locos al volante, que es lo que hacen los papás cuando le regalan el móvil con nueve o diez años, es una de las mayores barbaridades que se están haciendo en el siglo XXI.
P.- ¿Los móviles, las redes y, sobre todo, la pornografía están creando una sociedad hipersexualizada desde la infancia?
R.- Sí, esta sexualización de la sociedad, es obvio. Esto está haciendo muchísimo daño a la salud mental, a la salud de los matrimonios, a la familia, y es algo que se está incentivando desde varias fuentes. Hay varias corporaciones industriales que ganan miles de millones de dólares al año y que tienen un interés muy grande en sexualizar a la sociedad. Ahí tenemos todas las redes de prostitución y de tráfico de personas que ponen burdeles y les interesa esa hipersexualización. Desde pequeñitos están los sectores de las grandes farmacéuticas que venden contraceptivos y que han ocultado sistemáticamente los daños que tienen.
Además los padres son cándidos porque piensan que su hijo, que está usando seis, siete horas al día el móvil, no ve pornografía. Pero si está usando tantas horas al día el móvil es porque ve porno y se pasa la noche en blanco viendo estas cosas y no duerme y llega zombi a clase. Y todo esto le está perjudicando muy seriamente su salud mental que le perjudicará en sus relaciones sexuales.
P.- En este sentido, ¿el consumo de la pornografía en edades cada vez más tempranas puede estar cambiando las relaciones entre personas confundiendo el amor humano de la relación de pareja con el estímulo sexual?
R.– Sí, efectivamente. Las relaciones de pareja se están desvirtuando gracias a esta hipersexualización del ambiente y esta pornografía. Todo lo que se nos está vendiendo es meramente somático, genital, olvidándose de todos los aspectos afectivos, emotivos, intelectuales, sociales, los hijos, la familia, la entrega, el desvivirse por la persona que uno ama. La entrega generosa se está obviando. No es de extrañar que el 60% de los matrimonios fracasen.
Además, cuando una persona tiene su cerebro funcionalmente y físicamente deformado por la adicción al porno, siente la necesidad de pasar a la acción y vienen las manadas. La pornografía es la gasolina para estas manadas.
P.- ¿Y qué se puede hacer para controlar todo esto? ¿Se está haciendo algo desde los gobiernos para frenar esta situación?
R.-Washington ha puesto una demanda millonaria contra Tic Toc y otras redes por el daño a la salud mental que están provocando. Creo que tienen que haber más acciones de ese tipo. Y, desde luego, cualquier contenido pornográfico tendría que tener la extensión XXX, de tal manera que con un filtro sencillo se puedan evitar, porque ahora mismo te metes a leer un periódico deportivo y te aparecen anuncios pornográficos o casi pornográficos que son un anzuelo continuo para que la gente pique, y están por todas partes. Los gobiernos tienen que regular todo esto y poner normas, y el que quiera ver porno que tenga que pagar, que tenga que poner su tarjeta de crédito, identificarse, etcétera. Pero, no obstante, lo primero es que los chavales reciban de los padres una educación empática, con sinceridad, bidireccional y con mucha ejemplaridad.