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Marruecos incrementará el uso de la lluvia artificial para intentar paliar la sequía

Una de las dificultades que presenta esta tecnología es la falta de eficacia cuando las condiciones no acompañan

Marruecos incrementará el uso de la lluvia artificial para intentar paliar la sequía

Conjunto de nubes en las montañas | Vicent Isore (Zuma Press)

Andalucía aprobó el cuarto decreto de medidas contra la sequía mientras la tensión aumenta con respecto a un problema que se extiende cada vez más. Los 200 millones de euros que anunció el presidente de la Junta de Andalucía transparentan la urgencia de precipitaciones, que se ceba con el sector agroalimentario y con los numerosos municipios con problemas de abastecimiento.

La comunidad andaluza ha cerrado también un acuerdo con Murcia para transportar barcos con agua sobrante de la desaladora de Escombreras, situada en Cartagena. Juanma Moreno todavía no ha decretado la emergencia por sequía a pesar de presentar unos niveles preocupantes en los embalses de la región.

La Junta de Andalucía trata de acelerar todos los procedimientos relacionados con las desaladoras. Según se ha dado a conocer en los últimos días, el Ejecutivo andaluz estudia elevar la capacidad de la desaladora de Almería, que permitiría generar hasta 80.000 metros cúbicos diarios de agua potable.

Mientras Andalucía observa en la desalinización una posible solución, su vecino del sur apuesta por la tecnología de la siembra de nubes artificiales. Según explicó Nizar Baraka, ministro marroquí de Fomento y Agua, en los últimos tres meses del pasado año el país experimentó una caída del 67% de precipitaciones con respecto a la media anual.

La escasez de precipitaciones se vincula directamente con una disminución imperiosa de la entrada de aguas en los embalses, concretamente del 66%. La temperatura media ascendió en 1,3ºC con respecto a la media anual.

Una tecnología cuestionable

La siembra de nubes es una técnica que consiste en estimular la formación de precipitaciones alternando las condiciones microfísica de las nubes. La estrategia más usada es la inyección de yoduro de plata. Cuando el compuesto químico se junta con pequeñas moléculas de agua fría, se incrementan las probabilidades de lluvia.

Nizar Baraka anunció en el Parlamento que se habían invertido casi 15 millones de euros en un programa de siembra de nubes artificiales llamado Al-Ghaith. El método es habitual en Marruecos donde se acentúan las intervenciones en los meses de noviembre y abril generalmente. Una de las dificultades que presenta esta tecnología es la falta de eficacia cuando las temperaturas son elevadas.

Expertos consultados por THE OBJECTIVE aseguran que la siembra de nubes todavía tiene muchas incógnitas por despejar. El hecho de que las circunstancias de las regiones sean muy influyentes dificultan un estudio de campo científico tajante.

«A pesar de décadas de investigación, un profundo escepticismo rodea todavía a la siembra de nubes, debido, en parte, al reto de verificar la eficacia de la técnica —estableciendo causa y efecto— dada la complejidad y variabilidad de los sistemas meteorológicos», explica la AEMET.

El descubrimiento de la técnica se produjo en la década de 1940 y más de 50 países lo aplican para aumentar sus recursos hídricos. Entre ellos se encuentran China, Emiratos Árabes o Japón. La elevada cantidad invertida en la siembra de nubes por parte de Marruecos desata la polémica sobre si los recursos deberían haberse destinado a la desalinización.

Aunque una gran cantidad de países ha destinado parte de su economía a la siembra de nubes, la desalinización sigue considerándose el instrumento más efectivo frente a la insuficiencia hídrica.

Israel es un gran ejemplo internacional sobre su éxito en política hídrica basado en la desalinización del agua. En 2005 puso en marcha su primera sede. A día de hoy son cinco las plantas que potabilizan el agua desde sus costas. Las estimaciones apuntan a que el 65% del agua potable del país proviene de las desaladoras.

Otra alternativa: Aguas regeneradas

Andalucía se plantea otras medidas como la utilización de aguas regeneradas. Este proceso consiste en la depuración química y física del agua a partir de un tratamiento adicional. El Ministerio de Sanidad reguló este método en 2007 con una serie de limitaciones que tratan de evitar el riesgo en la salud pública.

Una de las bases sobre la que se fundamenta el uso de las aguas regeneradas pasa por prohibir el uso como agua de consumo, salvo catástrofe, así como su privación para la industria alimentaria.

Las aguas regeneradas se presentan como una alternativa para las actividades agrícolas, industriales o uso urbano, las cuales consumen un alto porcentaje de los recursos hídricos. En España, el 80% del agua es destinada a la agricultura y la producción alimentaria, por lo que uno de los mayores retos a nivel nacional, autonómico y local es la reducción drástica en el sector sin perder competitividad en el mercado.

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