Los mitos de los cigarrillos electrónicos: no ayudan a dejar de fumar y son tóxicos y cancerígenos
Los profesionales denuncian que «son una puerta de entrada al tabaco en menores y adultos jóvenes» y su popularización está detrás del «repunte del tabaquismo»
Los profesionales denuncian que «son una puerta de entrada al tabaco en menores y adultos jóvenes» y su popularización está detrás del «repunte del tabaquismo»
Lejos de ser inocuos o de que ayuden a dejar de fumar, los cigarrillos electrónicos y el tabaco calentado son tóxicos y cancerígenos incluso para las personas expuestas al humo pasivamente, y sus efectos respiratorios y cardiovasculares a corto plazo son similares a los del tabaco.
El Grupo de Abordaje al Tabaquismo de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) ha elaborado un documento interactivo que profundiza en los mitos y la manipulación científica que se ha hecho alrededor del vapeo.
Un 1,6% de los ciudadanos españoles consumen cigarrillos electrónicos de forma habitual, y en la franja de edad de 14 a 18 años el nivel de experimentación -consumo en el último año- supera el 30%. Sobre estos productos «se han extendido afirmaciones con escasa o nula base científica», explica uno de los integrantes de este grupo, Rodrigo Córdoba.
Sin embargo, la práctica totalidad (el 95%) de los estudios independientes de la industria ponen de manifiesto que los cigarrillos electrónicos son peligrosos para la salud, ya que el aerosol es tóxico y cancerígeno incluso para las personas expuestas al humo y tienen efectos respiratorios y cardiovasculares a corto plazo similares a los del tabaco.
El documento en el que este experto ha participado analiza mitos y realidades sobre el vapeo; en primer lugar, que sea una ayuda para dejar de fumar cuando «son una puerta de entrada al tabaco en menores y adultos jóvenes» y su popularización está detrás del «repunte del tabaquismo» en este sector de la población.
Otro de los problemas es que los usuarios de cigarrillos electrónicos suelen hacer un consumo dual: se estima que entre el 60 y el 90% fuman también tabaco tradicional, lo que aumenta el riesgo para la salud. «La única forma demostrada con evidencia científica sólida de reducir el daño por tabaco y nicotina es abandonar completa y definitivamente su consumo», sentencia el experto.
Córdoba advierte además de que la industria del tabaco apuesta por los cigarrillos electrónicos para «mantener la cuenta de resultados, usando las mismas tácticas que se utilizaban con el cigarrillo tradicional: publicidad en menores, oposición a las regulaciones y manipulación científica”.
Así, «uno de los mantras que promueve la industria del vapeo es la ‘reducción de daños en tabaco’”, una premisa que sostienen también «algunas organizaciones de perfil sanitario, como la plataforma para la reducción del daño por tabaquismo, que tiene el apoyo económico de la Asociación Española de Usuarios de Vaporizadores personales. Sobre ello, el médico de familia hace un llamamiento a sospechar ante el término «reducción de daños en tabaco» cuando es un concepto «de salud pública y no podemos permitir que la industria lo utilice».
Fuente: EFE