Secuencian el megagenoma de un árbol chileno en riesgo de extinción
Los ancestros de este fósil viviente, Araucaria araucana, convivieron con los dinosaurios
Un equipo internacional de investigadores liderado desde Chile por la Universidad de Concepción (UdeC), en el que participa el Instituto de Biología Integrativa de Sistemas (I2SysBio), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universitat de València (UV), ha secuenciado el código genético de Araucaria araucana, una especie de árbol nativo chileno en riesgo de extinción con potencial alimentario.
El laboratorio del científico del I2SysBio, Tomás Matus, es el encargado de ensamblar y anotar funcionalmente este genoma, ocho veces más grande que el genoma humano.
«Nuestra contribución al proyecto liderado desde el Laboratorio de Epigenética Vegetal de la Universidad de Concepción liderado por Rodrigo Hasbún tiene como principal eje proporcionar el sistema de almacenamiento de la información genómica y disponerla como una base datos de acceso público a la comunidad científica. Actualmente estamos mejorando el ensamblaje de las secuencias que se han obtenido a través del uso de distintas plataformas de secuenciación, así como de la anotación de los genes, o sea estamos actualizando el catálogo de genes», explica Matus, investigador Ramón y Cajal de la Universitat de València.
«Estamos mejorando el ensamblaje de las secuencias que se han obtenido a través del uso de distintas plataformas de secuenciación, así como de la anotación de los genes»
Tomás Matus, Universidad de Valencia
Araucaria araucana, comúnmente llamado araucaria, pewen o pino chileno, es un árbol gimnosperma de hoja perenne, originario del centro y sur de Chile y del oeste de Argentina, utilizado popularmente como árbol de jardín, que puede alcanzar los 50 metros y vivir mil años. Debido a la prevalencia de especies similares en la prehistoria antigua, se le llama fósil viviente.
Resistencia al cambio climático o a las plagas
Esta especie está amenazada por la disminución de su población causada por la tala, los incendios forestales y el pastoreo. Sus semillas son comestibles, similares a piñones grandes, y son cosechadas por pueblos indígenas de Argentina y Chile. El árbol tiene potencial para ser un cultivo alimentario en otras áreas de climas con veranos oceánicos frescos, por ejemplo, en el oeste de Escocia, donde otros cultivos de nueces no crecen bien.
Esta acción ayudará a estandarizar protocolos para detectar y monitorear la diversidad genética de las especies y su potencial adaptativo. Como segundo punto esencial, servirá para integrar el conocimiento genético y evolutivo en la planificación de la conservación.
Una vez conocido el genoma se pueden desarrollar programas de monitorización de los individuos y tener el catálogo de genes presentes en este genoma, lo que también puede contribuir a comprender procesos del desarrollo como la reproducción, la resistencia al cambio climático o a las plagas. En el proyecto también ha participado la empresa CMPC, un holding forestal y papelero chileno.