Desarrollan una plataforma educativa que potencia el pensamiento crítico
La empresa española Smartick ha puesto en marcha un programa potenciado por IA y filósofos expertos
El último informe PISA, publicado hace nueve meses, reveló —o más bien confirmó— algunos problemas del alumnado español. El más evidente de ellos fue el bajo nivel en matemáticas, que ha descendido el equivalente a un curso entero en las dos últimas décadas. Para esta materia son muchos los padres que recurren a la formación complementaria fuera del centro para reforzar lo aprendido en el aula, una tendencia creciente y que no se limita a las familias más pudientes.
Fue en este contexto cuando hace 15 años nació Smartick, una startup malagueña dedicada a una plataforma online de aprendizaje para niños de 4 a 14 años. Hoy en día cuentan con miles de estudiantes de 180 países. Smartick comenzó ofreciendo refuerzo de matemáticas, a lo que más tarde se unieron la lectura y el coding (programación computacional). Particularmente las dos primeras se centran en necesidades educativas urgentes, las matemáticas y la lengua, asignaturas en las que los jóvenes suelen encontrar dificultades. Ahora la empresa se ha embarcado en un proyecto que tiene que ver con el pensamiento crítico.
Smartick acaba de lanzar su programa Thinking, destinado a estimular el pensamiento crítico de los niños, a ayudarles a reflexionar antes de actuar y a fortalecer sus razonamientos. El origen de la iniciativa —cuenta a THE OBJECTIVE Héctor Sanz, encargado de Didáctica de Smartick— se remonta a una conversación para mejorar su programa de matemáticas. En la empresa se plantearon que los problemas con esta asignatura proceden en ocasiones «de otras cuestiones más transversales», tales como las dificultades de los alumnos para detectar buenos argumentos, inferencias o para discriminar la información importante de la que no lo es.
Así, el equipo acabó desarrollando Thinking, un refuerzo que no está destinado al corto plazo (por ejemplo, a que un alumno que suspende pase a aprobar en el lapso de una semana), sino a un «aprendizaje continuo». «A veces lo urgente es enemigo de lo importante, queremos dar a los chicos equipamiento para la vida y no sólo para el boletín de notas», tercia Sanz. Los objetivos de la iniciativa son, por tanto, que los alumnos sean menos influenciables y manipulables, que reconozcan sus sesgos, que detecten las falacias y que sepan reflexionar y tener argumentos sólidos.
De la mano de robots y filósofos
Para todo ello, Thinking se estructura en torno a lecciones de 15 minutos diarios en las que los chicos se enfrentan a distintas actividades y ejercicios para hacerles reflexionar. Además, pueden interactuar con un robot potenciado con inteligencia artificial llamado Socra-Tick, preparado para mantener conversaciones sobre más de 60 temas. Este tutor virtual también se apoya en las ideas de una serie de ensayistas que van a colaborar con Thinking. El primero de ellos es el filósofo y conferenciante David Cerdá, autor de libros como Ética para valientes (Rialp, 2022) y el más reciente, El dilema de Neo. En concreto, Cerdá ha preparado una lección sobre el acoso escolar, una problemática tristemente presente en las aulas de nuestro país.
En conversación con este periódico, Cerdá pone en valor esta plataforma por ser una herramienta para «educar el sentimiento crítico y el corazón». La filosofía —defiende— nos afecta antes o después, ya que está presente para decidir cómo vamos a conducir la propia vida o a qué nos vamos a dedicar. Por eso, «si les damos herramientas a los jóvenes para surfear esos caminos, tomarán mejores decisiones». Cerdá también reivindica la filosofía ante la tendencia actual de luchar por mejorar la salud mental, cuyo deterioro achaca a que los jóvenes «no tienen una conciencia construida». «Es preciso construir en vez de reparar y medicar», remacha.
«Esto prepara para la vida»
THE OBJECTIVE también ha podido hablar con Emilia, madre de Adrián, el primer niño en utilizar Thinking. De hecho, lleva años participando en las pruebas que se han venido haciendo para lanzar esta plataforma, ya que comenzó a usarla a la edad de 7 años y ahora continúa a los 13.
Emilia señala que Thinking le ha venido bien a Adrián no ya «para hacer matemáticas o para saber los verbos, sino para la vida». «Me he fijado en que se cuestiona y se replantea las cosas, que entiende por qué hace las cosas, que admite cuándo se equivoca. También lo noto más seguro y con más autoestima», asegura la madre del joven.