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Medio Ambiente

Tomates, judías y cardos españoles se unen al Banco Mundial de Semillas en Noruega

Este búnker situado en Svalvard tiene el objetivo de salvaguardar el futuro de la alimentación

Tomates, judías y cardos españoles se unen al Banco Mundial de Semillas en Noruega

Banco Mundial de Semillas en Svalvard, Noruega. | Svalbard Globale Seed Vault/Mari Tefre

Semillas procedentes de cultivos como los tomates, las judías, las berzas, las borrajas o el cardo, típicamente españoles, se han incorporado a la «caja fuerte» de las simientes que se construyó en la isla noruega de Svalvard con el objetivo de salvaguardar el futuro de la alimentación.

Una delegación compuesta por investigadores españoles ha visitado el banco de semillas y ha aprovechado para depositar en él más simientes típicamente españolas en esa cúpula situada en el Ártico y que se ha convertido en la infraestructura científica que alberga la mayor colección de seguridad de la biodiversidad agrícola global.

El Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) se integró en 2022 en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), dependiente del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, y comenzaron a depositarse semillas de especies vegetales españolas en el Banco Mundial de Semillas.

El CSIC ha informado hoy de que esa línea de trabajo continúa en la actualidad para conseguir que, en una década, el 40 por ciento de las colecciones activas conservadas en los 15 bancos de semillas distribuidos por el territorio nacional tengan, además de una copia en el Centro de Recursos Fitogenéticos (CRF) del INIA, una réplica en esa remota infraestructura científica, la mayor colección de la agrobiodiversidad del mundo.

El Banco de Semillas Mundial, conocido como «Svalbad Seedvault», se encuentra en una isla del archipiélago ártico, en Noruega, dentro del Círculo Polar Ártico. El motivo de ese emplazamiento, ha recordado el CSIC en una nota de prensa, se debe a que la comunidad internacional se ha puesto de acuerdo para que se desarrollen actividades científicas en los Polos, y a que en esa zona se encuentra el denominado «permafrost» (suelo permanentemente congelado).

Luis Guasch, director del Centro de Recursos Fitogenéticos del INIA-CSIC, ha explicado que esto hace que incluso sin la refrigeración adicional (hasta -18 grados) con que cuentan las instalaciones, las semillas permanecerán a bajas temperaturas, permitiendo su conservación a largo plazo. Esta «caja fuerte» atesora en sus cámaras subterráneas más de 1,2 millones de muestras de diferentes cultivos que constituyen la mayor colección de seguridad de la biodiversidad agrícola global que salvaguarda la base de la alimentación mundial.

La infraestructura cuenta con los bancos de todos los países y pone las semillas a disposición de agricultores e investigadores con el objetivo de incorporar características interesantes tales como sabor, color, capacidad de adaptación al cambio climático o tolerancia a determinadas plagas o enfermedades. En los últimos años se han realizado multiplicaciones con protocolos de trabajo minuciosos, evitando cruces o mezclas para que las semillas mantengan la diversidad original y se conserven viables durante el mayor tiempo posible, y que así puedan llegar a las generaciones futuras.

En esta última ocasión, se han incluido 42 especies distintas, fundamentalmente hortícolas, destacando las 33 nuevas accesiones de tomates que se suman a los ya depositados, haciendo un total de 94 variedades de tomates depositadas; o las nuevas 23 variedades de judías que elevan el número total de tipos de judías a 225.

Además, se han depositado berzas, acelgas, espinacas, lechugas, cebollas, pimientos o verduras, tan «españolas» como la borraja o el cardo, y se han incluido en el envío variedades tradicionales de trigo. El compromiso de España con la conservación de la biodiversidad agraria justificó la consecución del Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos, que favorece la utilización de estos materiales.

España ha asumido ahora la responsabilidad de seguir aportando materiales y conocimiento ya que, durante siglos, ha colaborado en la introducción de diferentes variedades en Europa, África o Iberoamérica, lo que ha contribuido a diversificar la agricultura y a hacer la gastronomía mucho más variada y «puente de culturas», ha subrayado el CSIC.

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