Somos la generación menos machista, racista y homófoba de la historia. Es un hecho que no solo se sostiene por la mera observación, sino por estudios concretos, como el que realizó el año pasado la Universidad de Deusto. Somos los hijos de una crisis económica que tambaleó nuestros cimientos, somos los hijos de internet, de los años del primer presidente negro, de las revoluciones feministas. Somos conscientes del impacto que tenemos sobre el medioambiente, de la necesidad de frenar el calentamiento global, de la importancia de exprimir el tiempo –lo llaman inmediatez–. Somos idealistas.