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Las tres armas más raras que se van a ver en el conflicto entre Israel y Hamás

Israel lanza al mercado productos muy competitivos, acompañados de una elocuente indicación: probado en combate

Las tres armas más raras que se van a ver en el conflicto entre Israel y Hamás

Uno de los dispositivos de la firma Camero Tech.

Israel ha entrado en Gaza, y toda noticia que llega desde allí resulta descorazonadora. Árabes y judíos sufren un conflicto enquistado, en el que no es fácil discernir quién es el bueno y quién el malo, porque todos cometen excesos. Años de conflicto han generado una industria de la guerra en la que los hebreos han sabido crecer hasta el punto de ser una referencia mundial en múltiples líneas.

Lo dicen los militares: «Si lo tienen los israelíes, es porque no hay nada mejor». No solo eso, sino que incluso el armamento prémium occidental pasa por sus ingenieros y acaba siendo mejorado. Pasó con el Galil, una versión optimizada del AK-47, o con el cazabombardero Kfir, que emanó de unos planos del Mirage 5 francés. El culmen de esta visible tendencia es el F-35 Adir, un F-35 de Lockheed Martin mejor que el que disfruta el ejército de su país de origen EEUU.

Si el Ejército israelí no encuentra en el mercado algo que le satisfaga, tiene detrás su potente industria militar, que suple sus carencias. Siempre con ideas originales y una gran calidad, suelen acabar exportando lo que construyen para su ejército. No solo es una de las piezas clave de su economía, sino que lanza al mercado productos muy competitivos, que van siempre acompañados de una elocuente indicación: probado en combate.

Rayos láser que derriban cohetes, misiles guiados por satélite, un software que coordina campos de batalla y decide cuál es la mejor respuesta a una amenaza concreta, sistemas robotizados, o una extensa panoplia de drones. El catálogo es amplio, pero estos son los tres inventos más extraños que presumiblemente se van a ver durante los combates.

Ver a través de las paredes

Uno de los inventos más curiosos que se sabe que usa el ejército hebreo son los dispositivos de la firma Camero Tech. Se trata de unos visores que recuerdan a los que obtienen imágenes térmicas o de visión nocturna. Su originalidad estriba en que albergan una capacidad que roza lo paranormal: su mirada es capaz de traspasar los cuerpos sólidos, esto es, ven a través de puertas, paredes y muros.

Por ejemplo, si un equipo del GEO quiere saber cuantas personas hay dentro de un piso que necesita asaltar, les basta con pegar el aparato a una pared, que mostrará una imagen virtual del espacio interior y sus ocupantes. En la pantalla se podrán ver un dibujo esquemático de las líneas principales de la estancia, y figuras que representan a las personas que hay al otro lado.

Uno de los dispositivos de Camero Tech.

La línea de productos de Camero está basada en la tecnología de radar 3D; señales electrónicas de ida y vuelta capaces de recrear imágenes virtuales donde la mirada normal solo ve una tapia. Su muestrario abarca los visores Xaver 100, 400, 800 y 1000, y se diferencian por su potencia, tamaño y fórmulas de empleo. El de uso más extendido es el 400, que permite la ubicación rápida de personas ocultas por barreras arquitectónicas de diverso tipo.

El Xaver 100 se puede llevar casi en un bolsillo, y en el otro extremo, el 1000 puede percibir la presencia de personas tras un muro a decenas de metros, pero es más aparatoso. Esto hace del 400 el modelo ideal para equipos tácticos. Puede transportarse en una mochila pequeña, entraría en una caja de zapatos, y es de muy fácil utilización. El sistema está listo para funcionar con solo presionar un botón, sin necesidad de tiempo de calentamiento o una configuración específica.

Bomb Esponja

Este es un tema muy serio como para hacer chistes, pero es que es así como se las conoce: Sponge bomb, que suena casi calcado al nombre del personaje de dibujos animados SpongeBob, o Bob Esponja. De esta manera es como se denominan porque su comportamiento, no letal, se asemeja vagamente al de una esponja. Se produce al mezclar poliolefina e isocianuro en una reacción química bastante espectacular. No estalla como una bomba al uso, sino que al mezclar sus dos componentes brota una espuma de estiramiento rápido —una masa viscosa de orden expansivo— que acaba endureciéndose.

No es un invento de última hornada, sino que su utilización se remonta a la Segunda Guerra Mundial. Se asemeja a ese material anaranjado que se proyecta sobre edificios a medio construir para aislarlos de las inclemencias del tiempo, o para proteger sus paredes térmicamente. Muchos servicios de seguridad han experimentado con él para atrapar a terroristas o amenazas similares.

Según el diario The Telegraph, la idea de las IDF —Fuerzas de Defensa de Israel— es usarlos en los cientos de kilómetros de túneles con los que Hamás ha horadado Gaza. Por esos túneles viajan armas, combustible, y hasta los rehenes israelíes liberados afirman haber estados en cautiverio dentro de ellos. El plan hebreo no pasa por dinamitarlos, sino taponar sus accesos, haciéndolos inútiles al menos durante un tiempo.

El ejército israelí nunca se ha pronunciado sobre su uso, pero se sabe que algunos de sus soldados han sido tratados por problemas relacionados con las ‘sponge bombs’. Cuando se disparan, emiten gases tóxicos, y es necesario alejarse so pena de sufrir problemas de visión, mareos y respiración dificultosa. Los túneles de las Brigadas Qassam podrían quedar cegados, inutilizados por una espuma dura como una roca, pero generar problemas a sus usuarios. No es letal, tampoco el arma perfecta, aunque útil según se mire.

El Cornershot

Tampoco es un invento nuevo, pero los cascos urbanos son su entorno natural. Gran parte de los encontronazos en el entorno de la frontera se producen en campo abierto, si no directamente desértico. Sin embargo, cuando un ejército penetra en un escenario urbano, las reglas del combate cambian. Las FDI tienen en mente una pauta muy importante: no sufrir bajas. Es fundamental proteger las vidas de sus soldados, y evitar en lo posible ponerles en situación de riesgo. En una guerra parece un contrasentido, aunque hay relativas soluciones.

Una de ellas se remonta a los primeros años de siglo, y fue patentada por un antiguo oficial judío llamado Amos Golan. Copiado —como no— por Irán y China, que tienen sus propias versiones, tampoco es una idea del todo original. En la Alemania de la Segunda Guerra Mundial se desarrolló un rifle de cañón curvado que se utilizaba para disparar desde las esquinas sin exponer al tirador.

Cornershot.

Golan reinterpretó la idea con materiales modernos, y creó una suerte de fusil con una bisagra en mitad de su fisonomía. En el extremo puede sujetar una pistola, un arma de asalto reducida o incluso un lanzagranadas. El portador asoma la punta del arma parapetado tras una esquina, tras decidir si quiere apuntar a derecha o izquierda. Según donde esté la amenaza, se ajusta la bisagra que parte en dos el mecanismo, y se dobla a un lado o al otro a voluntad, formando una especie de L. El tirador puede ver hacia donde irían sus disparos a través de una pequeña pantalla digital conectada a la cámara que hay en el extremo del arma justo bajo el cañón.

De esta guisa el usuario del arma queda cubierto por una edificación, muro, o un vehículo sin exponer su cuerpo, pero con capacidad de disparo contra el enemigo. La compañía de su creador tiene sede en Miami, y vende su producto sobre todo a cuerpos especiales y equipos de policía de todo el mundo. Es en especial apreciado en situaciones con toma de rehenes, y resulta bastante frecuente ver el Cornershot en videojuegos y películas.

Todo esto tan solo cuenta el ingenio, originalidad y grado de desarrollo de una industria desde un punto de vista técnico. Ojalá estos inventos no tengan que usarse, y todo el conflicto acabe lo antes posible, con el menor número de víctimas civiles y militares de ambos bandos.

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