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Bombarderos B-2 arrojan a los hutíes las mayores bombas no nucleares (y es un poderoso aviso)

El mensaje emitido por el binomio bombardero furtivo y bomba antibúnker es: «podemos llegar hasta donde queramos»

Bombarderos B-2 arrojan a los hutíes las mayores bombas no nucleares (y es un poderoso aviso)

Un bombardero B-2 del Ejército estadounidense surcando los cielos sobre el Océano Pacífico. | Sargento Bennie J. Davis III (Fuerza Aérea de EEUU)

Los ejércitos no solo envían bombas a sus enemigos, sino también mensajes. El miércoles pasado bombarderos furtivos B-2 arrojaron en suelo yemení bombas antibunker que se creen eran del tipo GBU-37 o GBU-57. Este último el artefacto explosivo no nuclear más grande disponible en el arsenal estadounidense: pesa 14 toneladas.

La misión encomendada a esta clase de proyectiles no era otro que derribar un edificio que ya estaba enterrado. Si las bombas normales tiran casas e instalaciones erigidas sobre el nivel del suelo, para destruir las que se hacen bajo tierra es necesario armamento de otra categoría. Es cuando aparecen estos artefactos no nucleares, los más potentes jamás construidos, como las MOAB, o su sublimación, la MOP.

La fuerza aérea estadounidense, con un número indeterminado de sus sigilosos B-2 transportaron munición de este tipo hasta los alrededores cinco complejos subterráneos fortificados que operan los hutíes en Yemen. Según declaró el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, los ataques pretendían dejar fuera de combate almacenes de armamento. El Pentágono no ha aportado más datos con los resultados de la demolición, pero debido a la contundencia del ataque es más que probable que la misión fuera exitosa. La peculiaridad de la jugada no reside tanto en los explosivos utilizados sino en la aeronave.

Es la primera vez que se utilizan los B-2 en combate desde 2017, en Siria, y es a ojos de varios analistas un poderoso mensaje para el cercano país de Irán, aficionado a enterrar muchas de sus instalaciones más sensibles. Un recado tan potente como las toneladas de explosivo que albergan este tipo de bombas, capaz de horadar hormigón armado hasta los sesenta metros de profundidad, o cuarenta de roca moderadamente dura.

Imagen de una MOP siendo transportada para su carga en una aeronave en la base aérea de Whiteman (Misuri).

La GBU-57 tipo MOP (Massive Ordnance Penetrator o Munición de Penetración Masiva) mide 6,2 metros de larga, pesa 13.600 kilos, y aunque cae a plomo sobre su blanco, dispone de un sistema de guiado inercial asistido por GPS. Su carcasa está construida con acero tipo Eglin, una suerte de casquillo ultraduro capaz de proteger su carga tras un fuerte impacto; primero se clava en el suelo por la velocidad de la caída, y una vez bajo tierra, estalla y crea casi un terremoto que levanta todo a su alrededor. No solo cuenta con su poder explosivo, sino que al caer toda la estructura que levanta el estallido, sufre un segundo impacto cinético que lo termina de derruir. La GBU-37 tiene una misión parecida, es más pequeña, y los B-2 pueden transportar dieciséis de ellas.

El Pentágono no es demasiado preciso acerca de los medios usados, aunque no llama tanto la atención el uso de este tipo de proyectiles, como la aeronave que lo lanzó. Los B-2 Spirit son unas de las aeronaves más secretas y enigmáticas del mundo. Su desarrollo estuvo siempre rodeada de misterio, y las US Air Forces no querían ni que se viera cómo volaba. Ninguna otra fuerza aérea en todo el mundo tiene nada parecido.

Un bombardero sigiloso B-2 arrojando una bomba MOP. | Northrop Grumman

En julio de 2007, Northrop Grumman anunció un contrato de 2,5 millones de dólares para el reacondicionamiento del bombardero furtivo B-2. Cada uno de ellos es capaz de llevar dos MOP en el momento del despegue. Las pruebas con las primeras MOP tuvieron lugar en marzo de 2007, en un túnel en el White Sands Missile Range, Nuevo México.

Con la huella al radar del tamaño de un pájaro grande, es casi indetectable a los sistemas habituales. Capaz de volar más de 9.000 kilómetros sin repostar, salen de su base en Missouri, hacen su trabajo, y suelen volver a casa sin tocar tierra en ninguna otra parte. En los ataques a suelo yemení de esta semana han contado con la asistencia en vuelo de aviones cisterna que despegaron de la base de Tindal, propiedad de las Fuerzas Aéreas australianas, y situada al norte del país.

El avión más caro del mundo

El Pentágono hizo sus planes alrededor de unas programadas ciento treinta y dos aeronaves de este tipo, aunque al final, pero al final acabaron siendo veintiuna. Dos se han perdido en accidentes, así que la flota opera diecinueve. Cada una costó unos 2.200 millones de dólares por unidad en cifras de 1997, y corrió un chascarrillo cuando se entregaron: si estuvieran hechos de oro, costarían la mitad. Los B-2 fueron diseñados de manera específica para atacar objetivos difíciles de alcanzar.

Estos lugares incluyen centros de mando, arsenales y bases de misiles. También esos hangares para aeronaves y drones, que excavadas en túneles en las montañas, los iraníes se enorgullecen en mostrar a cada poco. Pero, por encima de todo, los objetivos principales de las bombas tipo GBU-37 y sobre todo, la GBU-57, serían los emplazamientos extremadamente reforzados relacionados con el programa nuclear iraní. Incluso con una bomba tipo MOP —la más grande— sería un reto destruirlos, pero cualquier cosa que no sea un arma nuclear o una invasión terrestre, es la mejor opción para poder dañar gravemente estas instalaciones o degradar su utilidad a largo plazo.

Un mensaje poderoso

El mensaje emitido por este aparato abierto a todo aquel que quiera escuchar es: «Podemos llegar hasta donde queramos». Los hutíes no tienen nada que hacer contra la tecnología furtiva del aparato; sus defensas son muy rudimentarias. Pero otros oídos sí que van a tomar nota de la determinación y capacidades de unas fuerzas que se podrían desplegarse si fuera necesario.

El momento elegido para este ataque tiene mucho sentido, ya que se produce justo cuando la tensión entre Israel e Irán está a punto de llegar a un punto límite, que según todos los indicios, podría significar un ataque directo de Israel contra el país persa.

Una bomba de catorce toneladas se escucha a mucha distancia, y los oídos de Irán, Corea del Norte o Rusia suelen estar bien afinados. Con toda seguridad habrán tomado nota.

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