'Avatar: Frontiers of Pandora': un grandioso mundo abierto con pocas horas de vuelo
Es otro juegazo más que nos deja este sorprendente año para disfrutar, independientemente de que nos guste la película
Imagen del videojuego.
Mientras se celebraban los Game Awards 2023 en EEUU, se estrenaba Frontiers of Pandora, que ni ha figurado entre los aspirantes a juegos del año ni lo podrá hacer en 2024. ¿Podría haber sido uno de los elegidos? Pues sí y no. La ambivalencia entre los criterios del jurado y las preferencias del voto popular nos regalan muchas veces resultados sorprendentemente inesperados. De cualquier manera, el esperado juego de Ubisoft inspirado en el universo alienígena de James Cameron ya está a la venta.
Muchos tras la visión de la primera entrega cinematográfica comentaban que era una película que parecía un videojuego. Ahora por fin podemos preguntarnos: ¿eres más de la película o del videojuego? Entre la primera y la segunda entrega cinematográfica es donde se sitúa la trama de esta aventura sobre las andanzas y desventuras del pueblo Navi, más exactamente de lo que queda de ellos, porque solo les queda la resignación de agruparse independientemente de la tribu a la que pertenezcan para tratar de salvar su tierra de Pandora del deterioro y la esquilmación mineral que los señores del cielo, que es como llaman a los humanos.
Están imprimiendo en su mundo bajo las órdenes de la RDA (Administración para el desarrollo y los recursos). Todos los habitantes de las supervivientes tribus Navi formarán parte de la denominada resistencia junto a algunos humanos que cambiaron su parecer tras descubrir los nefastos resultados en la gestión de la RDA. Nos incorporamos en primera persona a un inmenso mundo abierto que deberemos explorar a lo ancho y alto independientemente de que por el camino encontremos enfrentamientos contra la RDA.
Sin lugar a duda, el recuerdo a FarCry está presente con sus grandes escenarios, sus sistemas de ubicación en el mapa y su fluida acción en los combates. Tanto que algunos se han atrevido a denominarle el FarCry de Avatar. Quizá los responsables de FarCry tomen cartas en el asunto para sacar un poco los pies del tiesto e innovar con cierto atrevimiento en su próximo título. Lo refrescante de la propuesta es manejar un personaje al que personalizaremos, olvidándonos de nuestra imagen o semejanza, porque ni medimos tres metros ni tenemos la piel azul.
No obstante, no veremos nuestro personaje en tercera persona hasta que podamos volar sobre nuestro Ikran, esa especie de reptil volador que podremos usar de transporte aéreo en alguna misión. Recorreremos gigantescos escenarios al aire libre, excesivamente frondosos, plenos de fauna y flora, con multitud de plantas diferentes de las que obtener alimento o incluso beneficios para nuestras habilidades, amén de alguna que otra que nos dará algún susto o simplemente veneno.
Descubriremos extraños animales que de primeras no sabemos cómo reaccionarán ante nuestra presencia pero que, en cualquier caso, podrían acabar siendo parte de nuestra alimentación y salvaguarda de nuestro nivel de salud. Descubriremos también, entre semejante fauna, ingredientes para múltiples finalidades, desde gastronómicas a habilidades de nuestros ancestros pertenecientes a la tribu Sarentu. Las encontraremos localizando unas plantas denominadas Tarsyu. Es buena idea poder elegir entre un grupo de símbolos concretos y seleccionables para diferenciar los iconos en el mapa y localizar más fácilmente determinados objetivos. Porque hay mucho que explorar y que descubrir.
Nuestro personaje dispone de un sistema de investigación y localización de materiales consumibles con el que, tras pulsar un botón, se nos resaltarán los objetivos interesantes y su fácil localización. Pero son las misiones las que nos proporcionarán los puntos necesarios para ir complementando los árboles de habilidades con las que mejorar a nuestro protagonista. Supervivencia, lucha, caza, fabricación de útiles y armamento en los talleres.
Existen, por otra parte, habilidades que se implantan automáticamente con nuestro avance en la aventura, como por ejemplo el denominado impulso aéreo, para aumentar la altura con el salto en el aire. Es importante, porque los escenarios son inmensos no solo en cuanto a longitud si no también en cuanto a altura y lo de llegar a puntos elevados es toda una experiencia. Encontraremos determinadas plantas cuyas raíces nos proporcionarán la ascensión gracias a una especie de liana elevadora, los ascensores de Pandora, para que me entiendan.
Así podremos también caminar sobre las ramas más frondosas de los árboles, saltar de uno a otro, o asirnos de hongos situados en sus cortezas para saltar entre ellos y alcanzar nuevas zonas. En cuanto a la acción en los enfrentamientos con las tropas de la RDA, se hace tan asequible que con la simple recolección de algunas ramitas que iremos encontrando, fabricaremos flechas y podremos reducir hasta una mecha o robot tripulado con piloto incluido. Aunque también usaremos armamento militar de la RDA, incluyendo granadas.
Existen tres niveles de dificultad para el combate y dos para la exploración, que en estos juegos de mundo abierto se agradecen, pues no tener una guía viable en el mapa nos puede llevar a perdernos por rincones que ya creíamos visitados. Y el momento de asociarnos con un animal volador, alimentándolo para que nos transporte de un sitio a otro y nos acompañe en las batallas, debería haberse implantado desde mucho antes que la misión 11, porque es una delicia.
No existe modo multijugador al uso, pero sí un cooperativo online para que otro jugador nos acompañe en la aventura. Es otro juegazo más que nos deja este sorprendente año para disfrutar independientemente de que nos guste la película o no. Aunque sin duda, alguna y una vez probado, somos más del videojuego. Avatar: Frontiers of Pandora está disponible para PlayStation 5, Xbox series y PC.
