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Un policía de 'Kitchen' receló de las vigilancias al entorno de Bárcenas: «Seguíamos a terroristas, no me cuadraba»

A el policía nacional Enrique Luis Báez Tabasco le resultó «sospechoso y muy incómodo» que se le encargara vigilar al entorno del extesorero del PP Luis Bárcenas

Un policía de ‘Kitchen’ receló de las vigilancias al entorno de Bárcenas: «Seguíamos a terroristas, no me cuadraba»

Rosalía Iglesias y Willy Bárcenas. | Ángel Díaz Briñas (Europa Press)

El policía nacional Enrique Luis Báez Tabasco ha relatado este miércoles en el Congreso que receló de las vigilancias que realizó al entorno del extesorero del PP Luis Bárcenas, un servicio en el que estuvo «incómodo» porque «de pronto» dejaron de seguir a ‘lobos solitarios’ que eran una amenaza por ser presuntos terroristas para centrarse en vigilar al chofer y la mujer del exdirigente ‘popular’.

«Las tres semanas que estuve participando en este servicio estaba muy incómodo. No me cuadraba, nosotros no estamos para eso», ha dicho por videoconferencia a la comisión de investigación del Congreso de los Diputados sobre la ‘Operación Kitchen’, en referencia al encargo realizado en julio de 2013. Por entonces estaba adscrito a la Unidad Central de Apoyo Operativo (UCAO) de la Comisaría General de Información, aunque ahora Báez está en situación de servicios especiales en Frontex.

A este respecto, ha explicado que su unidad se dedicaba a «temas relacionados con terrorismo nacional e internacional», por lo que le pareció «extraño» que les encomendaran vigilar primero a Sergio Ríos y después a Rosalía Iglesias en busca de un dinero que se suponía que Bárcenas había robado, algo que, a su juicio, era competencia de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF).

«Ninguna escucha, ninguna entrada y registro»

«Es bastante curioso seguir al chofer y a la mujer de un extesorero que está en la cárcel», ha continuado, precisando que en las tres semanas que él participó solo se hicieron seguimientos, ninguna escucha, ninguna entrada y registro, ningún contacto con los vigilados. Anotaban cosas como «en tal tienda a tal hora», hacían fotografías y vídeos y mandaban todo a un chat interno a modo de reporte oficial.

A preguntas de la diputada de Vox Macarena Olona, ha concretado que, aunque se ha llegado a decir que en estos seguimiento participaron unos 50 agentes, los equipos –formados por diez personas– iban rotando. Calcula que a la vez pudo haber «quizá un equipo o quizá dos, como mucho 20 personas» dedicadas a registrar los movimientos del chofer y la mujer de Bárcenas.

Le dieron «una excusa barata»

El PP le ha preguntado si su incomodidad se debía a que perdían el tiempo, aunque Báez ha contestado que se debía a la «naturaleza del objetivo», pasar de «presuntos terroristas» a Ríos e Iglesias. «Me resultó sospechoso y muy incómodo», ha manifestado, antes de añadir que le pareció una «excusa barata» que les dijeran que la UDEF no disponía de medios para este servicio.

Báez Tabasco ha aclarado, ante la insistencia de los diputados, que el comisario jefe de la UCAO, Enrique García Castaño –imputado en el caso junto a otros policías como José Manuel Villarejo–, no participó nunca en las reuniones para transmitirle órdenes o recibir la información, que se remitía a través de la cadena de mando.

También ha señalado que no escuchó nunca que el operativo se bautizara como ‘Kitchen’ ni que la orden fuera «recuperar documentos que estaban en posesión de Luis Bárcenas». «Nos dijeron que había que encontrar un local donde esta persona tenía el dinero que había robado», ha acotado, si bien ha reconocido que posteriormente tuvo noticias por la prensa de que se había producido una supuesta entrada ilegal en ese local para robar documentos.

Detectaron «contravigilancias»

También a preguntas de Olona, Báez Tabasco ha aclarado que no tuvieron contacto alguno con los llamados ‘cecilios’ o agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). «No conozco a nadie del CNI», ha zanjado.

Sin embargo, ha manifestado que tanto él como otros compañeros detectaron que había «contravigilancias», que otras personas –que nunca llegaron a saber quiénes eran– les seguían y fotografiaban mientras ellos hacían lo propio con los Bárcenas. En su caso, recuerda que «una chica» le fotografió «descaradamente» y que después le sucedió lo mismo con un hombre que «hasta le saltó el flash del teléfono móvil» al hacerlo, por lo que no le parecieron «muy profesionales».

Precisamente, en relación con esta segunda instantánea pasó algo que propició que le invitaran a pedir cambio de destino. Báez ha relatado que le encargaron seguir a una persona sin darle ninguna descripción, dándole como única referencia que «estaba en la esquina de un bar» Según ha narrado, se acercó al bar, no localizó a nadie y entró para ver si ubicaba al objetivo y, al hacerlo, dicho hombre le fotografió, flash incluido.

Inmediatamente, salió del bar y comunicó a sus jefes lo sucedido. Su «iniciativa» de adentrarse en el local «no gustó» y tras ello un inspector al que ha identificado como Ángel Coto le ofreció solicitar en ese momento un movimiento interno que se suele hacer una vez al año. «Lo agradecí pero lo rechacé», ha recalcado. Finalmente, en octubre de 2013 dejó estas vigilancias para dedicarse a otras tareas.

Para Báez, todo esto fue «bastante perturbador». «Fue un punto de inflexión, algo estaba pasando», ha declarado. No obstante, desconoce si Asuntos Internos hizo contravigilancias a los equipos que seguían al entorno de Bárcenas. «Si fuera del Ministerio del Interior se sabría», ha subrayado.

«Un antes y un después»

Báez se olvidó este asunto hasta que en septiembre de 2020 vio unas declaraciones del ex secretario de Estado de Seguridad Francisco Martínez –uno de los imputados por ‘Kitchen’– en El País. «Para mí fue un antes y un después porque fue reconocer que se nos usó para otros fines», ha confesado.

Reaccionando a ello, se puso en contacto con la Fiscalía Anticorrupción, a la que envió hasta dos correos electrónicos, y poco después le llamaron de Asuntos Internos para reclamar todo el material que tuviera de esos servicios. Les entregó su «relato», así como el contenido del chat interno donde vertían las fotos y vídeos que hacían de sus objetivos y las instantáneas de quienes les vigilaron.

En este contexto, el uniformado ha admitido que no alcanza a comprender por qué el juez instructor del ‘caso Kitchen’ no le ha llamado a declarar. «Durante ocho años me he estado preguntando por qué nunca se me ha llamado para declarar», ha dicho.

El balance es «bastante negativo»

El balance que hace ahora «es bastante negativo». «Lo pensaré dos veces la próxima vez que quiera ponerme en contacto con la Justicia y que quiera ponerme a su disposición (…) porque ahora tecleando mi nombre en Internet ya me relaciona con este operativo (‘Kitchen’), con lo cual mi seguridad se ve mermada», ha expuesto.

«En ningún momento he hecho nada malo. Yo he tomado mis decisiones y luego he visto con el tiempo que eran las acertadas. Solo quiero arrojar luz porque es mi obligación», ha remachado.

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