THE OBJECTIVE
OPINIÓN

Danza mortal al filo del abismo

En las elecciones gallegas está en juego algo más que la continuidad o no de un Gobierno del PP: es la primera reválida para el PP y el PSOE desde las generales y puede suponer un punto de inflexión

Danza mortal al filo del abismo

Ilustración de Víctor Ubiña.

El año 2024 inclinará electoralmente, como si fuesen unas primarias eternas hasta 2027, la balanza política española hacia uno de los dos bloques -pues ya que de bloques se trata-. Todo arrancará en Galicia el 18 de febrero, donde el PP sólo gobernará si vuelve a ganar por la absoluta; seguirá con unas elecciones europeas (que suelen ser de castigo y dibujan tendencias), y unas autonómicas vascas (y tal vez catalanas) en las que  ya sabemos que los socialistas gobernarán con los nacionalistas o harán gobernar a los nacionalistas, tanto monta… 

Por otro lado, Sumar, tras la revuelta de Podemos, va camino de ser un mero apéndice socialista y no el otrora indispensable socio preferente. Su papel de  comparsa (agravado por el anatema de Pablo Iglesias y su llamada a que el voto podemítico vaya al BNG) sólo parece servirle a Yolanda Díaz para deshacerse de su portavoz en el Congreso, Marta Lois. O ni eso.

En estas elecciones gallegas adelantadas (Feijóo, que se volcará con autocar propio, quería empezar el año con una victoria en su tierra), está en juego algo más que la continuidad o no de un Gobierno del PP, al mando desde 2009 con repetidos mandatos de Feijóo: es la primera reválida para el PP y el PSOE desde las generales y puede suponer un punto de inflexión, sobre todo si el PP no lograse la mayoría absoluta para gobernar en solitario (Vox es un partido sin posibilidades representación, un mero sumidero por el que se le escaparán unos miles de votos al PP). La estrategia de campaña del delfín de Feijóo, Alfonso Rueda, parece basarse en una enmienda a la totalidad del Gobierno sanchista «del bloque de progreso», con la amnistía como telón de fondo; pero ¿superará la tentación regionalista del «y yo también quiero lo mío»

La posibilidad de que el todos contra Rueda arrojase una «mayoría de progreso» tendría como consecuencia que por primera vez gobernase en Galicia una mujer y además independentista. Algo que habría repugnado al socialismo gallego y español en otros tiempos, pero que después de la entrega de la alcaldía de Pamplona a Bildu, aparecer como la consecuencia lógica y natural para seguir apuntalando la estabilidad del Gobierno Sánchez II.

Coda 1) El silencio de los terneros. Interesante entrevista tipo bocadillo de Jordi Évole a Josu Ternera: enmarcada con un par de rebanadas-coartadas a cargo del desdichado Francisco Ruiz Sánchez (acribillado por ETA por ser el escolta del alcalde de Galdácano asesinado en 1976; Évole le hará descubrir por sorpresa que José Antonio Urrutikoetxea -así lo llama  Évole frente a la víctima, tal como le había exigido Ternera durante la entrevista- participó en su atentado).

La pieza permite un autorretrato de la banalidad del mal: Ternera no es más que un funcionario del terror a su pesar, alguien que se percibe como «una persona como cualquiera, con sus convicciones políticas, sociales y culturales (¡sic!)», un producto de la coyuntura, un peón de brega en una guerra de descolonización que ojalá no hubiera tenido lugar

Cuando Évole lo compara astutamente con los yihadistas, Ternera muestra su repulsa por los actos de éstos, pero consciente de la amalgama que se le avecina, contextualiza: hay que ver lo dañino que ha sido Occidente en Afganistán, Palestina, Siria y Pakistán (sí, ¡Pakistán! ¡sic!).  Su forja como luchador independentista la despacha Ternera con una referencia genérica a lo que «oía en su casa y leía en los periódicos» en su mocedad.  Ni siquiera una manoseada referencia al fascismo surgido de la Guerra Civil…

Cuando el periodista le recuerda que el apoyo electoral al brazo batasuno de ETA nunca rebasó el 16%, él no deja de insistir en que ETA seguía el mandato del pueblo vasco. No lo dice él ni lo recuerda Évole, por obsceno, pero hoy Bildu es un partido de Gobierno. Los fines justificaron, de alguna manera, los medios.

Nada más patético que un viejo etarra reivindicándose, cierto, pero nada más escalofriante que sus víctimas, nuestros héroes de la democracia, sigan esperando, de los gobiernos sucesivos, un reconocimiento social de rango cuasi constitucional (sus nombres en las calles y las plazas, unas pensiones y ayudas dignas, presencia en los libros de texto, y no solo por el daño sufrido a manos de Eta sino por la humillación  y el olvido de que han sido objeto durante décadas hasta la fecha de hoy). 

El silencio de los terneros del progreso será el blanqueo póstumo de ETA. Se equivoca quien afirma que Eta ha perdido frente a la democracia: ha acabado llevándosela por delante… por un puñado de votos.  

El nacionalismo tiende siempre al crimen, si es que no es un crimen en sí mismo. 

P.D. Cierra los textos finales del documental, antes de los créditos, este indecente y enaltecedor colofón: «Tras anunciar el cese definitivo de la violencia en 2011, ETA no ha vuelto a cometer ningún atentado. Un caso único entre las organizaciones terroristas en Europa».  ( ¿Y eso? ¿Lo dice el juez Garzón por casualidad?). En fin, unos tíos muy majos, se vio tan pronto dejaron las armas. Hombres de paz.

Coda 2) Jacobina. Nace Izquierda Española, un partido que pretende ocupar, frente a las cesiones a los nacionalismos, un espacio de centro (sic) con una estrafalaria suma de retazos de UPyD, Cs y algunos supuestos socialistas desencantados de Sánchez. Su caladero de votos, declaran, son la buena gente moderada de izquierdas (eso que se conocía como socialdemócratas) indignada por las concesiones de la izquierda actual (PSOE y Sumar) para con los nacionalismos periféricos (de izquierdas y derechas même combat). Poco futuro se le ve al partido, pero hay que ver: pasan las décadas y cómo sigue en lo más alto el prestigio de la palabra-concepto «izquierda». Y nadie se cosca de que ya los jacobinos sembraron el terror

La Paisa Today, un fisking

El día después de atribuir en la edición en papel (para que luego digan que el papel es periodismo de reflexión frente al periodismo instantáneo o en tiempo real) el más cruento atentado de la historia de Irán al estado de Israel (por ser vos quien sois), El País publica este reportaje apologético: ni una sola vez emplea la palabra «terrorista» o mencionan los asesinatos de Hamás, que ostenta el récord mundial del mayor atentado terrorista de la cometido en una sola jornada, la del 7 de octubre de 2023.

El fisking en negrita, todo lo demás es rigurosamente literal.

La gran mezquita de Arura, un pequeño pueblo de 4.000 habitantes en Cisjordania, se ha engalanado con banderas verdes para la ocasión [engalanar, verde que te quiero verde, la ocasión lo vale]. Desde los altavoces de su minarete suena en bucle una retahíla de versículos del Corán. Lo hará durante tres días en una extraordinaria muestra de duelo inusual en Palestina [duelo extraordinario e inusual, la ocasión lo merece, bis]. Ha muerto el hombre más célebre del lugar [una celebrity]. Un misil lanzado por un dron sobre un suburbio de Beirut (Líbano) acabó el martes con la vida de Saleh al Aruri, el número dos de Hamás [Hamás, a secas, no el grupo terrorista Hamás]. Israel no ha reconocido la autoría del ataque [malo malo malo Israel, que no firma sus autorías], pero fuentes anónimas [el anonimato suele ser infamante, yes, putos yankis] de la Administración estadounidense se lo han atribuido. En Arura nadie tiene dudas de quién fue [muy listos, ya se sabe]. Era un asesinato esperado [crónica de una muerte anunciada, a lo García Márquez]. Tarde o temprano, se iba a cometer [Ay el destino, que se cebó…]. Incluso el propio Al Aruri (de 57 años) lo sabía [qué clarividencia el «propio»: nada de terrorista: el «propio»]. El pasado agosto aseguró que había llegado ya la hora de su martirio. Que ya había vivido suficiente. [En definitiva: lo que vienen siendo un mártir de toda la vida, que diría José Mota]

A escasos 10 metros del templo, las mujeres de la familia [foto: todas bien tapaditas y a la moda feminista de esos pagos] reciben en su casa el pésame de los vecinos que se van acercando mientras los hombres sirven café [qué consuetudinarios los pésames palestinos, y qué cafeteros]. Al fondo de la casa, rodeada de otras señoras [señoras, una reunión de señoras por la muerte de un señoro], está Mislimán (81 años), la madre del difunto [el difunto, es decir el “propio”, el mártir]. “Recibió lo que quería”, explica sosegada y sin soltar una sola lágrima [Qué madre de mártir más sosegada y estoica]. “Doy gracias a Dios [dios no Alá, ecumenismo please] porque se ha cumplido su deseo de convertirse en un mártir”, continúa la anciana que, debido a las estancias en prisión y al exilio de su hijo, llevaba 20 años sin verlo [pobre anciana, su hijito no le mandó un triste pasaje low cost de autocar hasta Beirut].

«Estamos orgullosos de él y de todo lo que hizo. Él sabía que más tarde o más temprano lo que ha ocurrido llegaría», añade. [Orgullo: qué listo era el nene; también la mamá de Jack el Destripador le dijo al juez que, en el fondo, el suyo era un buen chico].

Los Al Aruri están recién instalados en la casa donde se desarrolla el ceremonial de condolencias [vaya y encima una mudanza]; no es la que habían ocupado desde hace generaciones [¿generaciones de orgullosos votantes de Hamás?]. El pasado 31 de octubre, en una operación de busca y captura [pobre forajido: un wanted] contra Hamás, los soldados israelíes la dinamitaron en un intento de hacer saltar por los aires uno de los símbolos de la organización islamista, la residencia del segundo en la línea de mando. [un símbolo ¡nada menos!, la residencia del segundo de la «organización», muy organizados los de Hamás; que sean «terroristas» lo dejamos para otro día ya si eso…].

 También se llevaron detenido a su sobrino [qué culpa tendrá], al que interrogaron [¿pa qué preguntan?] y amenazaron [mal, mal hecho] durante cinco horas. «Ni se te ocurra hacer público nada relacionado con Hamás», le dijeron los militares israelíes, según cuenta él mismo [o sea: que el sobrino  algo sabría del tito de Hamás]. «Como subas un vídeo o pongas un like en redes sociales te vas a enterar», le advirtieron. «Hamás es lo mismo que el Estado Islámico, es mejor que te alejes lo más posible de ellos». [Caray, pero si es el mejor consejo que se le puede dar a un sobrino un poco exaltado y descarriado y desorganizado]

De todos los miembros de la familia, la última que vio a Al Aruri fue su hermana Um Quteiba (52 años) [preparen los pañuelos de llorar]. El pasado julio hizo el hadj —la peregrinación a La Meca, uno de los cinco mandamientos del islam— junto a él [unos hermanos muy píos, muy píos]. Ambos se desplazaron a la ciudad sagrada saudí [ciudad sagrada, poca broma] junto con varios miembros de la cúpula del movimiento islamista [de organización a movimiento] contra el que Israel se ha conjurado [la conjura de los malos] para hacerlo desaparecer [que faltad de piedad, un chico tan pío]. Una foto de su móvil (la que ilustra esta información) lo atestigua. Junto a Um Quteiba y su hermano Saleh aparece el líder de Hamás, Ismail Haniya [un trío fotogénico]. También el líder del buró político, Jaled Meshal, y otro de sus miembros, Jalil al Jayya, con uno de los fundadores, Izzat al Rishq  [una pandilla estupenda]. Todos llevan las túnicas blancas típicas para cumplir con este rito religioso que da a los que lo hacen un estatus especial y los convierte en personas de respeto. [típica blanca inocencia, rituales y mucho, mucho respeto; qué manía Israel en querer hacer desaparecer a estas «personas de respeto»: se empieza eliminando a un terrorista y se acaba robando el bastón a una viejecita].

La sonrisa que Um Quteiba muestra en esa foto hoy se ha borrado [ no es para menos]. Sentada en un sofá de su casa y cubierta con un chal de lana de color beige, cuenta que, cuando el martes por la tarde escuchó en las noticias que algo había explotado en Beirut, le dio un vuelco el corazón [¡corazonada!]. «Al principio no dijeron nada, pero yo sabía que se trataba de Saleh», cuenta la mujer [una adivina, igual habría de ficharla Michavila]. «En cuanto lo vi, empecé a llamarlo una y otra vez, pero no respondía [¿mala señal o mala cobertura?]. Después llamé a su mujer, que me dijo que sabía que estaba en Líbano, pero desconocía dónde exactamente. No tenía ni la más mínima pista». [qué pícaro picarón el Saleh, ni su mujer sabía…]. Así hasta que las noticias lo confirmaron y su vaticinio [vaticina, vaticina, al loro Michavila] se hizo cierto. Entre los seis muertos que había provocado el ataque, estaba el número dos de Hamás [Hamás a secas], el lugarteniente [un oficial con galones] de Haniya. Saleh al Aruri.

En su despacho de Ramala, Hani al Masri, director general de Masarat, un think tank palestino [tienen de todo, hasta un tanque para pensar] especializado en el conflicto [especialidades de la casa], analiza el asesinato [¿asesinar a un asesino es asesinar?] de Al Aruri. «El ataque se ha producido justo cuando se estaba negociando una nueva tregua» [qué majetes…], dice el experto. “El mensaje que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quiere dar con esta acción está claro. Necesita continuar con la guerra para escapar de su responsabilidad por no haber podido evitar los ataques del 7 de octubre [Netanyahu hace la guerra porque es un chapuzas, vaya] y cree que abriendo un nuevo frente en Líbano la va a alargar todavía más”, dice. “Ni Hezbolá, ni Siria, ni Irán [Hezbolá al mismo nivel que dos estados miembros de la Onu, ojo al parche. Un poco gamberros, vale, pero miembros de la Onu] quieren un conflicto con Israel, pero los ataques de Hamás demostraron que Israel es vulnerable”, sigue. «Un pequeño partido [un pequeño partido, qué monada] como Hamás ha derrotado a todo un Estado [el David palestino contra el Goliat judío, menudo lío] y ha devuelto a Palestina a la agenda internacional [viva la agenda si es internacional, si lo sabrá Puigdemont]. Ahora nadie puede ignorar los derechos de su pueblo», añade. [Eso mismo dice Puigdemont, a verificaaaaaar….]

Al Masri conocía bien a Al Aruri. Coincidió con él dos veces en El Cairo, la capital egipcia, durante unas jornadas sobre Palestina celebradas en 2017 y 2021. «Era una persona distinguida [¿un gentleman?] dentro del aparato político y militar de la organización, pero no solo era un político y un soldado, también era un intelectual, una persona muy educada y leída» [un intelectual, leído y escribido, ni más ni menos, hay que ser cafre para cargarse a un hombre de letras], cuenta. “Su máximo interés era lograr la unidad de las distintas facciones palestinas [un hombre de unidad y de concordia, como de Sumar o sea].Quería que Hamás y Fatah formaran una única lista electoral y tenía esbozado un programa en el que había trabajado con gran esfuerzo [Algo así como intentar lo de Sumar y Podemos]. En uno de nuestros encuentros me pidió que formara parte de esa candidatura. Le dije que no”. [Iglesias no ha inventado nada]

Pero Al Aruri también era un verso suelto de la organización [¡un «verso suelto»! Qué lírico…] y ordenó acciones armadas [acciones armadas, no asesinatos indiscriminados, no] por su cuenta, sin consultar al resto de la dirección [Uy, un unilateralista, cómo se va a enfadar la dirección…]. Llegó a admitir que el secuestro y asesinato de tres adolescentes israelíes en Cisjordania era obra de las Brigadas Ezedín al Qasam después de que Hamás negara la autoría. [¡Acusica!]

El éxito militar que celebra Israel con su muerte no traerá ninguna solución al conflicto, según el analista. «Israel solo cree en soluciones de seguridad y ha matado a un montón de líderes de distintas facciones palestinas», señala. “Pero no ha servido de nada porque, cada vez que desaparece uno, sale uno nuevo» [como las setas, bueno como Espartaco]. “Muchos, muchos, han sido asesinados», agrega agitando una lista de varios folios en las que los tiene apuntados [¿la nueva lista de Schindler?]. «La única solución es reconocer los derechos de los palestinos y terminar con la ocupación de una vez, pero Israel demuestra con cada uno de sus actos que no quiere», destaca. [es que son malos malísimos los israelíes, de nacimiento]

En la casa de Arura sigue la procesión de pésames [una procesión, qué bonito] y la hermana del líder, Um Quteiba, con un hilo de voz [un hilillo nomás], se muestra sorprendida por la afluencia. «Saleh era una persona muy normal y no sabíamos que tuviera tanta popularidad en Palestina y en todo el mundo árabe», prosigue [un asesino normal y modesto, vaya]. «Somos conscientes de que trabajó durante muchos años discretamente y en silencio por los palestinos, pero desconocíamos que fuera tan célebre«. [Ahora ya lo conoce todo el  mundo]. A las 12.00, tras el rezo, los hombres y los niños recorren el pueblo en una marcha trufada de banderas de Hamás y clamando venganza. «¡Tu sangre no se ha derramado en vano, querido Saleh!», gritan. «¡Dile al mundo que Hamás y su bandera ya están aquí!». En protesta por su muerte y en solidaridad con Gaza, este miércoles se ha convocado una huelga general en Cisjordania [¿y en La Paisa Today?]. Casi todos los negocios, salvo las panaderías y las farmacias, estaban cerrados. [A ver quién es el guapo que se atreve a abrir]

Las últimas noticias que la familia de Al Aruri tuvo de él les llegaron, precisamente, el 7 de octubre. «Hemos entrado en varias poblaciones de Israel con nuestras armas», recuerda Um Quteiba que le dijo al teléfono. «Nuestra victoria está a punto de llegar; la nuestra y la de todos los palestinos», añadió con gran optimismo [un optimista nato]. «Por favor, estad orgullosos de nosotros porque lo vamos a conseguir», concluyó [y vaya si lo consiguieron, 1300 muertos de una tacada, así que ya pueden estar muy requete orgullosos]. Que el número dos de Hamás supiera que tarde o temprano Israel intentaría matarlo no significa que no tomara precauciones para evitarlo [un tipo prudente]. Desde ese día, el dirigente de la milicia islamista [ahora es una milicia] cortó el contacto con sus parientes para evitar que lo localizaran [la familia es lo primero]. Lo logró durante tres meses. Hasta el martes. Desde entonces, la grabación del Corán que sale de los altavoces de la mezquita de Arura no ha dejado de sonar. [Y suena  y suena como los peces en el río hasta la redacción de La Paisa Today].

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D