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Alfonso X, antecedente del Renacimiento

Las conmemoraciones a raíz del centenario del nacimiento del monarca castellano han servido para ir matizar ciertos «tópicos» sobre su figura

Alfonso X, antecedente del Renacimiento

Las conmemoraciones a raíz del centenario del nacimiento del monarca castellano han servido para ir matizar ciertos «tópicos» sobre su figura

Prosiguió las campañas de reconquista de su padre, fundó la Escuela de Traductores de Toledo, desarrolló una ingente labor intelectual y jurídica, con la que apoyó sus aspiraciones de emperador y, según uno de sus últimos biógrafos, Adolfo de Mingo Lorente, la figura de Alfonso X el Sabio fue un anticipo del Renacimiento.

Su labor política, científica y humanística fueron una especie de espejismo renacentista en pleno siglo XIII, y aunque sus avances no cuajaron y no hallaron continuidad, de algún modo anunciaron ya el esplendor renacentista, según ha explicado De Mingo Lorente, quien con motivo del VIII centenario de su nacimiento ha publicado Alfonso X El Sabio (La Esfera de los Libros).

De Mingo Lorente no sólo se ocupa de la vida y de la obra del Rey Sabio sino también de cómo se ha recogido su imagen en los últimos cinco siglos y sobre todo en los dos últimos, «desde la óptica de nuestros días».

«Su abuela Berenguela fue una mujer de una mentalidad política muy fuerte, como un antecedente de Isabel la Católica», ha destacado también biógrafo antes de referirse a la princesa Cristina de Noruega, que se casó con el Infante don Felipe, hermano del Rey Sabio, y que «murió de melancolía», entre otros personajes atractivos de la época.

Matices y desmentidos

Según el biógrafo, las últimas conmemoraciones a raíz del centenario han servido para ir matizando algunos «tópicos» que pesaban sobre su figura, como que todas las «Cantigas» o las innovaciones jurídicas de su reinado se debieran a su mano, o que fuera él quien incorporó el romance como lengua administrativa, lo cual su padre Fernando III ya empezó a hacer con un fin práctico, ya que reinó en un territorio muy grande que iba desde Galicia a las recién incorporadas Sevilla, Córdoba y Jaén, y no en todas partes se entendía el latín.

A otra «solución práctica» ha atribuido el biógrafo la creación por parte de Alfonso X de las Atarazanas de Sevilla, astilleros medievales con las que se evitaría trasladar la flota del Cantábrico cuando fuese precisa esta fuerza en las costas de Cádiz.

«Sevilla es una ciudad que siempre le tuvo cariño, y donde murió cuando el resto del reino le dio la espalda», ha señalado De Mingo Lorente, quien dedica un epígrafe de su biografía a esta relación que se recuerda en el escudo de la ciudad, con el criptograma que une las sílabas «no» y «do» con una madeja de hilo en medio, con el significado de «No me ha dejado».

Fuente: EFE.

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