Después de Proust: 10 recomendaciones del legado proustiano
Aprovechando que hoy se cumplen cien años de la muerte de Marcel Proust, novelista y crítico francés, repasamos las publicaciones proustianas más recientes
La presencia de Marcel Proust en el canon literario está ya más que aquilatada gracias a su gran obra (en 7 volúmenes, publicada originalmente entre 1913 y 1927) En busca del tiempo perdido. Sin embargo, desde su muerte, no para de surgir una obra subsidiaria, aledaña, personal, biográfica, e incluso inédita, que sigue fascinando a lectores de medio mundo. Aprovechando que hoy se cumple el centenario de su muerte, repasamos las publicaciones proustianas más recientes y les proponemos una exposición del pintor que, según los expertos, mejor ha interpretado visualmente su obra: Albert Marsans.
La primera traducción proustiana al castellano de la obra maestra del escritor francés, ya clásica, iniciada por el poeta Pedro Salinas cuando el autor aún estaba vivo y concluida por José María Quiroga Plà y Consuelo Berges, salió publicada originalmente en Alianza Editorial. Más tarde, a finales de los años noventa del siglo pasado, surgirían dos intentos más de traducción, la de Mauro Armiño para Valdemar y la de Carlos Manzano para Lumen. Recientemente, la editorial El Paseo ha lanzado un nuevo proyecto capitaneado por el propio Armiño, ganador de hasta en tres ocasiones del Premio Nacional de Traducción, con el objeto de renovar su propia traducción primera y contextualizarla a nuestros tiempos. La editorial Alba, por su parte, ha lanzado también al mercado este mismo año, en un solo volumen, las dos primeras partes de la obra, en traducción de Mª Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego. Además de esto, tiene a mano el lector en castellano su Poesía Completa (Cátedra, 2012), en edición bilingüe de Santiago R. Santerbás, así como su librito Sobre la lectura (Cátedra, 2015), en edición de Mauro Armiño, Jean Santeuil (Valdemar, 2007), Contra Sainte-Beuve (Alianza, 2016), Los placeres y los días (Alianza, 2018) o la recopilación de artículos Los salones y la vida de París (Espuela de Plata, 2011). Más allá de este centro de gravitación en la prosa del escritor francés, de cuya muerte se cumplen cien años hoy, otros libros nos iluminan su obra (y su vida). Les listamos nueve y les hacemos una recomendación para que visiten una reciente exposición en Barcelona centrada en los personajes y lugares de su obra.
- Para los más juguetones, Nicolas Ragonneau ha publicado El Proustógrafo (Alianza Editorial, 2022), una obra singular que pretende mostrar de manera gráfica la vida y obra de Proust. Con imágenes, datos y anécdotas y ofreciendo más de 100 infografías. Ragonneau, que es autor del blog de referencia proustiano proustonomics.com, nos informa del año en el que Proust se dejó su icónico bigote, los autores que leía y los libros que tenía en su biblioteca, las drogas con las que sobrellevaba sus días o la genialidad de Proust según la astrología (era Cáncer ascendente Aries).
2. Para los más conspiranoicos: Proust, Premio Goncourt (Ediciones del subsuelo, 2019), de Thierry Laget, nos habla del motín literario que significó la concesión del más emblemático premio literario francés a Marcel Proust (se le concedió en 1919), tras la cual la prensa de izquierdas se ensaña con él mientras sus amigos, como nos dice con fina ironía Laget, «únicamente replican a esos obuses tamborileando sobre la mesa con sus guantes de cabritilla». Con 48 años y unas generosas rentas, a Proust se le consideraba indigno de tal premio, ya que evocaba en su obra un mundo perdido, un paraíso muy alejado de la posguerra en la que se iniciaba Francia. Paradójicamente, Proust no estuvo intrigando exclusivamente para ganar el Goncourt, sino que anduvo diversificando sus halagos y súplicas con vistas a ganar otros premios.
3. Para los domésticos: Monsieur Proust (Capitán Swing, 2013), de Céleste Albaret. Quien fuera la persona más cercana a Marcel Proust durante los últimos 9 años de su vida (ya que fue su ama de llaves, confidente y enfermera) nos cuenta intimidades del escritor. Así sabemos que cada vez que salía de viaje se llevaba con él todos sus manuscritos, que la guerra le hizo bien, ya que le permitió recluirse para terminar su obra (dado que no había más tentaciones que le distrajesen), somos partícipes gracias a sus confidencias del proceso de escritura proustiano o nos enteramos de que a Proust no le impresionó sobremanera James Joyce y de que en la casa, durante ese periodo cercano a una década que Albaret y Proust pasaron juntos, se vivió «en una noche perpetua».
4. Para los cotillas: Cartas a su vecina (Elba, 2021). En su piso del boulevard Haussmann, en el número 102, donde viviría entre 1907 y 1919, tenía Marcel Proust sobre su cabeza (Proust vivía en el entresuelo) la consulta del doctor Charles D. Williams, lo que le habría de causar no pocos quebraderos de cabeza. En el piso superior tenían la vivienda el señor y la señora Williams, de quien el ama de llaves de Proust dejó dicho que era «una gran admiradora del señor Proust y se lo había dicho por escrito». Se conservan solo 26 cartas de esta correspondencia y solo las del escritor, aunque hay continuas alusiones de Proust a las cartas de su vecina, por lo que las de esta no podemos sino imaginarlas. Solo una muestra: en una carta del otoño de 1915 Proust se queja de que su vecina ha sacudido «las alfombras de su apartamento con extrema violencia». Y en otra de ese mismo año, del mes de agosto, se queja el novelista francés de las peculiaridades del ruido que hace su vecina, precisando que no le molesta el ruido continuado (e incluso fuerte), sino que le fastidia cuando es marcado, sobre el parqué, así como «todo cuanto es arrastrado, cae y corre por él».
5. Para los amantes de los dramas detectivescos: El abrigo de Proust (Impedimenta, 2013), de Lorenza Foschini. Se trata de un relato basado en hechos reales. En él se consigna la obsesión de Jacques Guérin, magnate parisino de los perfumes, por los objetos proustianos. Guérin conoce en 1929, y por casualidad a Robert Proust, el hermano de Marcel, y se entera de que la familia, avergonzada por la homosexualidad del escritor, pretende deshacerse de todos sus enseres. Así, será su leitmotiv vital el ir recuperando, durante las siguientes décadas, toda la memorabilia proustiana, en particular los cuadernos originales de En busca del tiempo perdido, pero también el máximo fetiche proustiano, el abrigo de «lana color gris tórtola, descosida y raída en los dobladillos», con un «forro de nutria ralo y comido por las polillas», el mismo abrigo que solía extender Proust sobre sus mantas mientras yacía acostado escribiendo En busca del tiempo perdido. Con ello, Foschini crea un libro muy particular, fascinante y que busca en los objetos íntimos del escritor francés un modo de conjurar el vacío, de «echar un manto sobre la muerte y colmar con objetos de diversa índole la nada (el tiempo)», igual que le sucedió en vida al coleccionista Jacques Guérin.
6. Para lectores acérrimos de Proust: Siete conferencias sobre Marcel Proust (Ediciones del Subsuelo, 2022), de Bernard de Fallois. Muchos lectores, nos dice el autor, «han tenido como yo la sensación de que a partir del momento en que habían leído algunas páginas de Proust veían mucho más claro». De esa claridad es de la que nos habla de Fallois y sobre cómo ello nos propone una nueva mirada sobre el mundo, el de una obra que más que hablarles a sus contemporáneos, crea sus lectores del futuro. Con ello, se detiene De Fallois en hablarnos de las diversas interpretaciones y críticas que con el correr del tiempo ha tenido la obra de Proust, matizando que «pocas obras dejan tan poco espacio para el lector». Asimismo, nos habla de las relaciones de Proust y Chateaubriand o de la actitud ante la muerte del célebre escritor francés y de sus relaciones con el amor (es célebre su frase: «Dejemos las mujeres hermosas a los hombres sin imaginación»). También tiene tiempo De Fallois para preguntarse (y hacer que nos preguntemos con él) sobre el esnobismo enfermizo de los personajes proustianos, «que no dejan de sorprendernos y distraernos» y sobre si la idea de tiempo es más esencial y central para nuestro entendimiento del mundo que los pesares humanos de las obras de Balzac.
7. Para los indecisos: Proust: guía de la Recherche (Elba, 2022), de Alberto Beretta Anguissola. El autor nos ofrece aquí un «salvavidas» para quienes quieran zambullirse en el gran océano de Proust. Un flotador, una guía o un navegador que ayude a los lectores «a encontrar los caminos que hay que recorrer». Beretta comienza por el principio: nos habla -con claridad y paso a paso- de la vida y obras de Proust, de la trama de En busca del tiempo perdido, sus peripecias, temas (y subtemas) y de sus personajes más relevantes, pero también de las influencias proustianas, así como de algunas interpretaciones que se han venido dando de la obra proustiana con el correr del tiempo. Una perfecta tabla de salvación para que nadie se pierda durante la lectura.
8. Para los completistas: El remitente misterioso y otros relatos inéditos (Lumen, 2021), de Marcel Proust. Se trata de nueve relatos (o esquirlas, astillas despedidas de En busca del tiempo perdido, según considera Alan Pauls) centrados en el deseo homosexual del escritor y que no pasaron la censura de éste (y por eso quedaron archivados y no publicados hasta hoy). Se trata de textos secretos de juventud donde abundan los enfermos, los moribundos y los suicidas por amor, en un ambiente decadentista. Un compendio de textos llenos de mascaradas y espejismos imaginarios en el que, de alguna manera, el yo proustiano funge más de vidente que de testigo.
9. Para los fisgones: Cartas escogidas (1888-1922) (Acantilado, 2022), de Marcel Proust. De entre las más de seis mil cartas que componen la correspondencia proustiana, dirigidas a todo tipo de correspondientes, Estela Ocampo, responsable de las notas, el prólogo y la edición de este volumen, ha escogido cerca de doscientas, organizadas en cinco grandes bloques temáticos: El mundo sentimental de Proust, Proust de puertas adentro, Proust en el mundo, Proust sobre el arte y Proust sobre su obra. Las cartas nos permiten escuchar la voz de Proust, ya que no son cartas literarias con voluntad de estilo, sino cartas personales (aunque muy raramente se da en ellas la confesión). Se trata de misivas en las que Marcel habla con igual naturalidad que si se tratase de un encuentro cara a cara. Con ello, son lo más parecido a una autobiografía espiritual que nos dejó el escritor francés.
10. Para los que prefieren lo visual: De Proust a Marsans, en busca del tiempo perdido es la exposición que en la actualidad se puede ver en la Fundació Vila Casas (hasta el 15 de enero de 2023), sita en los Espais Volart de Barcelona y comisariada por Glòria Farrés y Àlex Susanna. En ella, se nos muestra la obra del pintor Luis Marsans (Barcelona, 1930-2015) dedicada al autor de À la recherche du temps perdu, que comenzó en la galería Trece de Barcelona en 1972 y no paró hasta el final de los días del pintor barcelonés. Personajes y escenas del libro adquieren vida propia en estos dibujos, acuarelas, gouaches y grabados para deleite de lectores de Proust y de aquellos que deseen realizar un primer acercamiento visual a la obra del escritor francés.