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Cultura

El rapero Kase.O conquista Madrid

Más de 10.000 espectadores asistieron al concierto del rapero en el WiZink Center. Un final de gira que conmemora los diez años del disco ‘Jazz Magnetism’

El rapero Kase.O conquista Madrid

Kase.O en el WiZink Center de Madrid | Marcos Cebrián Martínez

Quienes sintieron la noche del viernes en las inmediaciones del WiZink Center de Madrid una vibración arrítmica, tranquilos, no hubo ningún terremoto. La culpa la tuvieron los 15 mil pares de piernas que patearon el asfalto. De la emoción, del éxtasis que despacharon todas aquellas almas reunidas. Incluso la primera noche tirando a invernal de noviembre se calentó.

La demografía del aquelarre es variada; hombres y mujeres, hombres y hombres, mujeres y mujeres, humanos y humanos. ¡Kase.O está en la casa! Y como ya había anunciado por redes, esta iba a ser una ocasión especial. Javier Ibarra, como lo llamaban cuando pasaban lista en su instituto, no quería un concierto, no… ¡Quería una fiesta! Y, ¿qué hace falta para un jolgorio decente? Pues gente, las tipas y tipos más cool que uno pueda comprar con promesas de goce. 

El concierto aún está por empezar y ya no cabe un alfiler. Se escucha un ronroneo constante de conversaciones chocando entre sí, hasta que la banda, porque así es, este es un concierto de rap con instrumentos orgánicos, se organiza en sus puestos de combate. Comienza a desfilar una suave melodía… pero, de repente, ¡BOOM! Un rugido amargo estalla desde las cuerdas vocales de un gallo, con más cresta que cabeza, que se hace con el centro del escenario. Es el protagonista, el azuzador de los perros del hip hop español. Es Kase.O, que descorcha el champán musical con Intro. La peña se enfervoriza como si les lanzaran billetes de quinientos. La pasión que despierta este maño de cuarenta y pico palos invita a la estupefacción, cuando todas las bocas corean su nombre con la dedicación de una guardia pretoriana antes de entrar en batalla. 

Kase.O en el WiZink Center de Madrid | Marcos Cebrián Martínez

La cosa se pone al rojo. Siguen Yemen y Esto no para, que se han convertido en himnos del género. Mientras, se destila del ambiente una actitud de venga-tío-dale-al-canuto o toma-de-mi-cerveza-encanto; esa clase de buen rollo. Ah, pero ¿no habíamos dicho que esto era una fiesta? Pues además de la impecable banda de jazz, la cual se adapta con la versatilidad de la cerveza a cualquier recipiente musical en el que se la sirva, hace su aparición el primer invitado. 

Pedro Armando Navarro, o séase, Foyone. El malagueño comparte con Kase O la afición por las alucinaciones reptilianas, las gelatinas de energías resbalando por el núcleo de las almas y, por supuesto, la María Juana. Muchos son los canutos que han criado en esas dos cabecitas la creencia en espíritus rocosos, así como en hilos de deudas astrales cosidos a la columna vertebral de todos los seres vivos. Pero también habrán ayudado, seguro, a parir las nobles rimas de Guerrero Psicodélico y Salud y Libertad, los dos temas que defienden juntos en la velada. 

WiZink Center de Madrid | Marcos Cebrián Martínez

Siguen dos canciones hasta la siguiente aparición. Los gemelos malignos de dientes picados del rap español, Ayax y Prok, recogen el testigo de entonar el histórico; Pura droga sin cortar. Defienden las tablas como saben, aunque lejos de su estilo habitual parecen un poco dos niñas con los tacones de su madre. Eso sí, una madre con los pies pequeños. La calidad de los Gemeliers del hip hop es difícilmente contestable

Hay un golpe de efecto en la melodía que invade el WiZink Center. El sandungueo se apodera de las caderas y la voz de Elvis Crespo reclamando ‘¡Suavementeeeee!’ emana de la boca de Kase.O. Acto seguido, Rozalén, la galardonada cantautora, voz mimada del panorama nacional, salta al escenario para cantar con el de Zaragoza Mazas y Catapultas

Pronto el estilo lírico se hace un torniquete en el lugar y deja paso a clásicos de entre los clásicos… Goya y Baltasar Gracián, ciudadanos ilustres de Zaragoza, plantan sus voces para que germinen los ritmos tradicionales que han hecho del rap un estilo ya consagrado. ¿He dicho Goya y Baltasar Gracián? No, quería decir lo mismo trasladado al hip hop; Xhelazz y Maestro Sho Hai, dibujantes privilegiados de temas como Billete de ida y vuelta, Viejos Ciegos o Rap que te pone bien (siendo este el más reciente del disco Polvo, de Sho Hai) que disparan en el concierto con el atino del Barón Rojo. 

Para ser un género musical encomendado al Ego, las tablas del escenario son, desde el principio, una forbidden zone a la arrogancia. Cualquiera diría que los pipas han echado moji-moji chahi a las copas de todos los que suben a él, tanto es el cariño y las alabanzas que se vociferan los unos a los otros. Al público le conviene una prueba de diabetes a la salida del concierto tras tanta pastelada… lo cual no quita que sea de agradecer un poquito de amor sin reservas en estos tiempos en que todo el mundo parece hervir de rabia. 

Y rabia es lo que da la impresión de haberse exorcizado el protagonista de la velada, que sonríe infantilmente todo el tiempo, baila, se levanta la camiseta y aprieta el pezón como si las canciones que canta fuesen recién nacidos por amamantar. El único atisbo de furia viene de su sesudo análisis político. Con una rima digna de Miguel Hernández o Cesar Vallejo, Kase.O grita ‘¡Santiago Abascal, tu culo huele mal!’. Y, frente a semejante alarde de erudición poética, las 15 mil bocas del WiZink Center se unen a la refriega política y corean la rima nada más dar el pase su artífice. 

Los últimos invitados del jolgorio son La Mari de Chambao, quien ocupa el asiento de Najaw Nimri en la melosa Mitad y Mitad, y Zatu, de SFDK, con quien el espacio multiusos salturrea entero, como lagartijas en una sartén, al ritmo de Ringui Dingui.

Rematan el cancionero los épicos del género; No hay alcohol y Cantando, bandas sonoras vitales desde hace casi veinte años, que todo el mundo recita de memoria. Ah, pero esto es una despedida. Un fin de gira. Un adiós que conmemora los diez años del disco Jazz Magnetism. Y ¿qué mejor para despedirse que dejar claro que los finales son sólo los principios de algo nuevo? Así pues, Kase.O, a quien ahora acompaña un cabezudo… sí, sí, un cabezudo, como los de las fiestas del Pilar, con la cara de Javier Ibarra luciendo una sonrisa encantadoramente imbécil, da la campanada final con Renacimiento.

Poco más se puede añadir, salvo que Kase O, antes de irse, le declara un calvo a su público. Tiene las nalgas firmes, aunque no le vendría mal irse a una playa nudista de vez en cuando. Sea como fuere, de nuevo, el emperador se ha coronado…

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