Don DeLillo desembarca en Netflix con 'Ruido de fondo'
La serie del cineasta Noah Baumbach es la adaptación de la novela de Don DeLillo. Se estrenó en el Festival de Venecia y el 30 de diciembre llega a Netflix
Brillante conjunción de Adam Driver con Don Cheadle | Fotograma Netflix
Las expresiones del consumismo frente al miedo a la muerte son de lo más raras y difícilmente hayan recibido mejor autopsia que la del prestigioso novelista norteamericano Don DeLillo. Forma parte de una genealogía de novelistas que va desde Saul Bellow hasta David Foster Wallace, especializada en desnudar deseo y consumo. Ruido de fondo es la versión de una novela de DeLillo escrita en 1985, adaptada ahora por Noah Baumbach. Fue estrenada en el Festival de Venecia, así como en algunas salas de cine a inicios de diciembre, y el día 30 llegará a la plataforma de streaming Netflix.
Destaca también en la impresionante alineación el protagonismo de Adam Driver y Greta Gerwig (pareja del director) que ejercen de padres de familia en una obra que, casi cuarenta años más tarde, sigue resultando novedosa, profetizando los apocalipsis de baja intensidad, el miedo a la ausencia de suministros, nuevos tipos de carismáticos vendehumos de religiones low cost, la automedicación, las conspiraciones, los desastres ambientales y la toxicidad de la familia.
La película mantiene el tono entre el drama y la comedia de la novela, con alguna escena de persecución de coches añadida, algo en general visible desde que, al inicio, descubrimos al protagonista encarnado por Driver ejerciendo «estudios culturales hitlerianos», aliado con su mejor amigo profesor Murray Siskind (Don Cheadle), que pretende crear la misma disciplina con Elvis Presley.
Este apocalipsis cómico experimenta con acción, suspense y terror en tres estilos que son la ciencia ficción, el humor negro y el drama familiar. Fácilmente puede recordar a otras comedias como Greener Grass (2019) en el tratamiento de las familias burguesas o a Woody Allen convirtiendo en algo acuciante el miedo a la muerte. A todo ello hay que añadirle la cursi relación de pareja del matrimonio, con elementos ácidos y tóxicos, como la nube que se cierne sobre ellos durante la narración, en la que Greta Gerwig se ve convertida en una ama de casa bajo el influjo de un proveedor de pastillas de la felicidad.
El director
A nadie le sorprende que Noah Baumbach, director de Historia de un matrimonio (2019) y Frances Ha (2012), vuelva a dirigir una película sobre parejas burguesas y hombres atravesando crisis de los cuarenta o lidiando con familias desestructuradas. Sin embargo, lo que más destaca es el miedo a la muerte de los protagonistas. En sus palabras, «confronta la idea de la muerte, la noción de que la única manera de vivir realmente la vida es sabiendo que va a terminar».
Añade: «Creo que esa es la esencia de la película, ‘Ruido de fondo’ trata de eso, de saber que la vida y la muerte no son dos acontecimientos separados, sino que forman parte de la misma cosa, aunque lo vivimos como si fueran dos cosas diferentes. Siempre vi la primera parte de la película como una representación de los rituales y estrategias que nos creamos y nos contamos a nosotros mismos para no ser conscientes de ello. La parte central de la película es el momento en el que la muerte llega a nuestra vida, y la tercera es cuando vuelven a la vida siendo conscientes de la muerte e intentan regresar a esas estrategias aunque saben que la vida no es como creían que era».
El director también dijo en el Festival de Venecia haber leído la novela en los ochenta, cuando su padre le regaló el libro al ir a la universidad, y que en 2019, tras la muerte de su padre, se reencontró con este libro en el que DeLillo presenta las estrategias y rutinas que inventamos para hacer aceptable la idea impensable de la muerte.
Otra de las ideas de la película que Baumbach comparte y desarrolla es la noción tan centenial de que la familia es la cuna de los males: «En mis anteriores películas he explorado las mitologías familiares y las historias que las familias se cuentan entre sí. Las historias que los padres les cuentan a los niños y se cuentan unos a otros sobre sí mismos. Me interesa la noción que tienen las personas sobre sí mismas frente a lo que el mundo les puede estar diciendo de otra manera. Pero en esta historia la familia funciona como una especie de representante de la cultura en general. Han asimilado toda esta información y están hablando y hablando, están cambiando y transformándose. Quién sabe si los hechos de los que hablan son ciertos. Así que, de alguna forma, quizás sí sea una variación de cosas de las que ya he hablado en otras películas, pero me gusta que siento que esta vez hay una resonancia cultural».
Finalmente, hizo unas contundentes declaraciones que marcan con fuerza su posición en el debate entre salas de cine y sistemas de streaming: «Netflix es un apoyo para la película y para el cine, a pesar de lo que la gente a menudo piensa de ellos. De hecho, creo que Netflix es el único lugar que realmente apoya a los cineastas que se arriesgan. Pone esas películas en las pantallas y les brinda una plataforma gigante como es Netflix».
El autor
Ochenta millones de dólares han hecho posible lo que algunos consideraban una obra imposible de adaptar a la gran pantalla. Eso se debe en parte al estilo profundamente literario y novelístico de Don DeLillo, que ya trató temas como los efectos de la publicidad en los setenta con novelas profundamente experimentales, que mezclaban ciencia ficción, thriller conspiracionista, sátira y grandes temas como los flujos económicos y las genealogías lingüísticas.
Compitiendo con el mismísimo Thomas Pynchon, en los ochenta y noventa entró en lo que se denomina una fase imperial literaria (con el autor en el centro del campo cultural con capacidad para competir en el juego de la gran novela americana), que abarca Los nombres, Ruido de Fondo, Libra, Mao II y Submundo. En España gran parte de su obra ha sido editada por Seix Barral, cuyo último lanzamiento del autor fue el cuento El silencio (2020) que ya abría el debate sobre transhumanismo post-COVID poco antes de la pandemia.
