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‘Gunther, el perro millonario’: la gran fantasía de un hombre depresivo

Netflix estrena una historia que encierra mucho más de lo que promete a simple vista y, solo por eso, merece que nos paseemos por sus cuatro capítulos

‘Gunther, el perro millonario’: la gran fantasía de un hombre depresivo

El perro Gunther, rodeado de modelos en una escena de la serie. | Netflix

Calificar un documental como bueno o malo es mucho más sencillo que desmenuzar su contenido. Netflix, como ningún otro servicio de streaming, ha comprendido que la audiencia responde cuando se desnuda, frente a las cámaras, la naturaleza de las personas. Desde Tiger King hasta su serie sobre diferentes estafadores, el espectador parece intrigado por conocer qué hay detrás de estos personajes que retan las convenciones morales y éticas de la sociedad.

Gunther, el perro millonario (Gunther’s Millions, en su título original) trabaja esta idea, pero desde un ángulo completamente diferente; escoge poner en primer plano la historia del pastor alemán que heredó la fortuna de una condesa alemana millonaria, quien al no tener descendencia ni familiar cercano, decidió dejarle una auténtica fortuna a su perro. 

Vemos a un equipo formado por más de 20 personas que atienden los intereses de Gunther. Desde el chef que prepara platos de diseño hasta la persona que se encarga de pasearlo en yate por el mar Mediterráneo, además de abogados que cuidan su herencia e inversiones, voceros de prensa y jefes de relaciones públicas. Genera, pues, decenas de empleos. Y todos parecen felices de trabajar alrededor del millonario animal, algo que rápidamente levanta sospechas en el espectador

En este punto de la historia, debemos advertir que vienen spoilers, así que si no has visto el documental, es momento de dejar estas líneas y volver después. Por ahora, te mostramos el tráiler.

Emilie Dumay (The Journey of USA’s Elite Gymnasts) y Aurelien Leturgie (Monaco VIP), consiguen que la serie de cuatro capítulos se convierta en un viaje realmente extraño, en el que el perro pasa a un segundo plano para que conozcamos la historia de Maurizio Mian, el hombre que supuestamente heredó la responsabilidad de criar a los herederos de cuatro patas de la condesa alemana Karlotta Liebenstein.

Pero además existe otro ingrediente que hace de este documental un relato único. El hijo de la condesa supuestamente se suicidó y era el mejor amigo de Maurizio. Así que esta experiencia llevó a una exploración de la felicidad. El cuidador de Gunther quiere comprender por qué las personas no pueden ser felices.

Leturgie le dijo a FOX Business: «Hay muchas cosas que descubrimos. Ahí está la historia que se nos presentó en primer lugar… Luego supimos que Maurizio está muy apegado a la historia de la condesa y el hijo de la condesa. Voy a decir que son… personajes que representan algo muy profundo para él. Tuvimos que profundizar más para entender eso. Pero esto es importante para él porque esta es su historia».

«Hay aspectos de la historia que son reales», agregó Leturgie. «Gunther existe en gran medida. Pero hay otros aspectos de la historia que nos tomó bastante tiempo entender. Por supuesto, eso implicó hacer nuestra investigación. Pero Gunther también es una ideología. Gunther representa un estilo de vida. Eso es lo que navegamos a lo largo de los años para comprender dónde se detiene la realidad y dónde se activa la ficción. Hay un poco de ambos».

Sexo, mentiras y Gunther

A partir del segundo capítulo, la puesta en escena empieza a desmoronarse. Si no habías escuchado antes de Gunther, su supuesta herencia millonaria y Maurizio, recibirás una vorágine de revelaciones, cada una más absurda que la otra. Si no fuera porque cada declaración tiene un soporte de hechos, podrías preguntarte fácilmente si no estás frente a un mockumentary (documental falso).

Gunther grabó un sencillo, Wild Dog, que pretendía llamar la atención del mundo para que humanos y animales conviviesen en paz. Todo fue idea del heredero. Obviamente, la canción no dio los resultados que esperaban, a pesar de los ladridos robóticos del perro.

Luego llegó la etapa de experimentación social. Maurizio quería estudiar la relación de personas que genéticamente él consideraba hermosas. Las reuniones en una misma casa. Solo debían preocuparse en pasarlo bien: hacer ejercicio, bailar, tener sexo y olvidarse de las obligaciones mundanas. Esta premisa se fue puliendo hasta casi parecerse a un culto al hedonismo, con ciertas reglas estrictas.

El experimento fracasó. Luego se intentó ampliar el estudio, usando como centro de relaciones una discoteca. De nuevo, la idea era encontrar las razones que fundamentan la felicidad. Siguieron más registros, con otros grupos, todo grabado en video, pero los resultados no llegaban a ningún lado. ¿Por qué Maurizio estaba obsesionado con este tema? La respuesta es evidente y seguramente el espectador avezado la intuyó mucho antes de que apareciera la confesión en la cámara.

La depresión del hombre que se convierte en el protagonista del documental una vez que la farsa del perro ha sido aclarada, da sentido a las sospechas de las que hablábamos al principio del texto. No existe una condesa ni un hijo que se haya suicidado. Hasta el linaje de Gunther es falso. Era un perro como cualquier otro. Pero a su alrededor se creó una historia, bien relatada, como las que vemos en las redes sociales, sin que ningún medio la comprobase. Simplemente fue comprada por su atractivo.

La bipolaridad de Maurizio le llevó a crear personajes y situaciones, como si fuera el protagonista de una extraña ficción. Es imposible no sentir pena por un hombre que, teniéndolo todo, gracias a los ingresos de la familia por una exitosa fórmula farmacéutica, es incapaz de disfrutar de esa plenitud debido a su enfermedad. El viejo dicho el dinero no hace la felicidad nunca antes había tenido nombre y apellido: Maurizio Mian.

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