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Pamela Anderson y su vida de película

Se estrena el documental en el que la actriz por primera vez repasa los hechos más significativos de su carrera. El resultado es realmente sorprendente

Pamela Anderson y su vida de película

Pamela Anderson. | Europa Press

Algo inesperado sucede mientras ves Pamela, a Love Story. Al final del documental, caes en la cuenta de que la actriz de Baywatch fue parte importante de nuestra educación sentimental, mucho más de lo que realmente pensábamos. Su éxito y caída es también el desengaño de toda una generación. 

Dirigido por el joven y prometedor Ryan White, quien ha trabajado como productor en excelentes documentales como The Keepers, Pamela, a Love Story le permite a Pamela Anderson (Ladysmith, Columbia Británica, Canadá, 1 de julio de 1967) contar su versión, liberarse y, en determinado momento, reírse de sus malas decisiones. Todo eso que hoy llaman «tomar el control de la narrativa».

A muchos les sorprenderá la inteligencia y, sobre todo, el buen humor de Anderson para repasar su vida. El «No soy una víctima», en el caso de la modelo, no es un mantra sino un estilo de vida. No es una mujer que cargue con excesos, y su hermoso rostro sin maquillaje lo confirma. No lleva un estilo de vida Kardashian, no reniega de su pasado, ni acusa a quienes le hicieron daño.

Por supuesto, este tipo de documentales, que no contrastan, sino que ponen en primer plano el discurso del personaje principal, siempre tienen trampa, algo que ya comprobamos en Netflix con Harry y Meghan. Sin embargo, a diferencia de la producción de la realeza, plagada de chismes, el discurso de Anderson es conciliador, no por consideración hacia las otras personas sino a su propio recorrido.

Atacada por los hombres

Como consecuencia de esa omnipresencia de Anderson en la cultura pop y el entretenimiento, hay miles de grabaciones de entrevistas en las que la misoginia es protagonista. En ese sentido, el documental, de manera muy inteligente, deja pinceladas sobre la manera en la que los hombres cosificamos a las mujeres.

La deshumanización en cada entrevista de Anderson es alarmante, como si solo interesaran sus senos. De hecho, en todos los encuentros con figuras relevantes, desde David Letterman a Larry King, el tema de las operaciones estéticas de la actriz es recurrente. Si prestamos atención, la incomodidad de la entrevistada es obvia. ¿Por qué nos interesaban estas cosas? ¿Por qué nos siguen interesando? ¿Por qué es importante saber si unas tetas son operadas o no?

Con el tiempo, Anderson aprende a manejar estos temas con soltura. La modelo entiende que, para su entorno, el hecho de haber posado desnuda da carta blanca para cualquier pregunta sobre su intimidad. Hoy suena a una conclusión horrorosa, pero en esa época formaba parte del llamado show bussines. En el presente, podemos comprender lo doloroso que debió de ser enfrentar una y otra vez este tipo de agresiones, teniendo en cuenta que Pamela fue violada a los 12 años, como lo cuenta en el documental.

Enamorada del amor

Hasta cinco veces se casó Anderson y firmó el divorcio en el mismo número de oportunidades. La famosa CJ de Baywatch se ríe de las razones por las que escoge una pareja. «Me gustan los chicos malos, muy varoniles, heterosexuales», dice. Sería fácil asociar tales decisiones a lo visto en casa. Análisis freudianos aparte, también vale preguntarse por qué es relevante la cantidad de parejas que una persona suma y el  tiempo que duraron. ¿Dice eso algo relevante de la persona?

Aunque es un lugar común, se suele juzgar con menor severidad la vida amorosa, por ejemplo, de Hugh Hefner o Mick Jagger. ¿Por qué? Esta y la interrogante anterior son reflexiones que el director Ryan White no hace sino que genera al espectador, mediante el buen uso de la cámara y del testimonio de la protagonista.

Queda claro, eso sí, que una de las decisiones más temperamentales de Anderson, casarse con un hombre al que apenas había conocido en pocas horas, le dio los mayores momentos de felicidad. El matrimonio con Tommy Lee, de Mötley Crüe, tuvo un final abrupto, producto del abuso y probablemente de la exposición mediática. Sin embargo, de esa unión nacieron Brandon Thomas Lee (6 de junio de 1996) y Dylan Jagger Lee (29 de diciembre de 1997). Son ellos la mayor fortaleza de la actriz y lo que al final le permitió seguir de pie.

El vídeo sexual, el primer video viral íntimo de famosos que se distribuyó por Internet, tuvo un impacto importante en la relación y específicamente en la proyección de Anderson. Hoy, cuando lo público y lo privado se funden debido a la explosión de las redes sociales, puede resultar incomprensible el revuelo de esas imágenes. Después de todo, pareciera que grabarse, como le sucedió a Paris Hilton y Kim Kardashian, significa un salto de popularidad. No obstante, ese no fue el caso de la modelo.

La exposición de la vida íntima de Pamela y Tommy significó el declive de la actriz. Contribuyó también, claro está, el fracaso de la Barb Wire (1996). Anderson asegura que no facturó ni un euro por ese vídeo y que mucho menos fue grabado por publicidad. Realmente no la necesitaba. Pero en efecto, cualquier intento por ser considerada seriamente en Hollywood murió cuando tales grabaciones caseras se hicieron públicas. Afortunadamente, y como suele suceder con las grandes historias, habría espacio para un gran acto final.

En 2022, Anderson fue llamada para protagonizar el famoso musical Chicago en Broadway. A los 55 años recibió el aplauso definitivo, trabajando sobre las tablas. Un final que ni un optimista del celuloide, como Steven Spielberg, podría haber escrito.

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