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'Infiesto': esta vez menos no fue más

La película española de Patxi Amezcua deja al espectador con la sensación de que pudo haber alcanzado un registro mayor

‘Infiesto’: esta vez menos no fue más

Imagen de la película.

La primera reacción después de ver Infiesto es preguntarse: ¿y esto termina aquí? La segunda es la sensación de familiaridad que respira este thriller policial. No se puede afirmar que la obra de Patxi Amezcua sea mala, pero está muy lejos de aquella luz que vimos en 25 kilates (2009).

Para bien o para mal, la sombra de Seven (David Fincher, 1995) permea la mayoría de cintas que tienen como protagonistas a dos detectives, sobre todo cuando se establece la inestabilidad emocional de uno y otro. Y esa sombra aumenta cuando los crímenes tienen cierto carácter ritual. En el caso de la cinta española, la presencia de algunos elementos, como la lluvia y el tono pesimista, atizan la comparación.

No es que se trate de una copia ni mucho menos, pero como dice la critica de Lori C, en Steady Cut, pareciera que estamos ante una «fórmula» que resulta demasiado «familiar». Se le reconoce a Amezcua que intenta darle un contexto local a la producción, mostrando ese aire rural de la España profunda y otro universal, con la pandemia de fondo. La idea de un virus como la comprobación del principio del fin del mundo no deja de ser atractiva, sin embargo le falta desarrollo.

«Nuestra idea era hacer un thriller que tuviera un estilo propio, no otra película de policías más, sino algo especial y muy personal», afirmó el director en una entrevista con Europa Press. Y aseveró que dos elementos demuestran que no se trata de un thriller policíaco más: el primero fue la sensación de Apocalipsis presente durante la pandemia y que refleja Infiesto. «Yo, que vivo en el centro de Madrid, recuerdo que ver las calles vacías fue flipante. Una sensación de fin del mundo. Es un elemento que da mucho juego en la película», dice.

El segundo elemento tiene que ver, precisamente, con ese aire de contraposición con la España rural de la que hablamos y que, ciertamente, está bien trabajado al usar localizaciones abandonadas en Asturias, en especial una mina. «Todo ese resto industrial con una naturaleza exuberante; todo eso combinado es visualmente muy atractivo en este tipo de género», añadió Amezcua.

En efecto, ha sido atractivo para gran parte de la audiencia. Según Netflix-España, la película protagonizada por Isak Férris (el inspector Samuel García) e Iria del Río (la subinspectora Marta Castro) se ubica en el primer lugar de lo más visto en la semana del 30 de enero y 5 de febrero. Falta ver las horas que promedia para saber si es un éxito, pero por ahora es una noticia alentadora para sus productores.

Podría haber funcionado como miniserie

Sorprende que la película solo dure una hora y 36 minutos. Ahora que nos hemos acostumbrado a que los largometrajes lleguen como mínimo a las dos horas, el viaje que propone Amezcua se hace corto. Apenas le estamos tomando aprecio al protagonista cuando una vuelta del guion impide que terminemos empatizando con él.

Otro tanto sucede con el villano. Como no entendemos a fondo sus motivaciones, y en la escena final parece más una caricatura, con ese maquillaje de Indiana Jones, nos termina dando igual su suerte. Ni siquiera celebramos su destino. Es probable que en un relato escrito esto tenga sentido, no así en una producción audiovisual.

Dice John Serba sobre Infiesto en Decider: «No hay ninguna piedra narrativa que no se haya levantado docenas de veces en otras películas similares». Y creo que esto sucede por lo poco que se trabajan los personajes. Para eso se necesitaba tiempo. La relación entre el inspector García y su madre debería funcionar para explicar las motivaciones del protagonista, sin embargo carece de profundidad. Deben convencernos, como espectadores, de que el nexo es muy fuerte y el guion no se ocupa de ello.

Otro tanto sucede con Castro y su pareja. Aunque en este caso sí que se refleja bien lo que acontecía en los primeros días de la pandemia. El desconcierto por no comprender la enfermedad, el aislamiento, la ausencia de respuestas, están allí, bien captados. 

En este sentido, Infiesto podría haber funcionado como un seriado. Algo que Polonia ha sabido aprovechar para imponerse como uno de los países con más thrillers en este servicio de streaming. The Mire y The Woods, por citar dos producciones que me vienen a la mente, sirven de ejemplo. Las tramas siempre suceden en pequeños pueblos y comienzan con extraños asesinatos que terminan revelando las bajas pasiones de un país que aún tiene mucho que decir de su pasado.

En conclusión, Infiesto es una cinta con un detalle técnico bien cuidado. Es una comprobación del buen hacer de las producciones españolas que han ido ganando terreno en los servicios de streaming después del boom de La casa de papel. Los actores cumplen con sus roles. Sin embargo, queda la amarga sensación de que pudo haber alcanzado un registro mayor. En este caso, el viejo adagio de que menos es más lamentablemente no se cumplió. 

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