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'A todas partes' y 'Re/Member': éxitos del algoritmo de Netflix

Las dos producciones aparecen entre lo más visto en diferentes países. ¿Son realmente buenas? Lo analizamos en las siguientes líneas

‘A todas partes’ y ‘Re/Member’: éxitos del algoritmo de Netflix

Una escena del film mexicano 'A todas partes'. | Netflix

No es un buen mes para el usuario de streaming. Salvo The Last of Us (HBO), las ofertas televisivas se limitan a relanzamientos de películas viejas, dramas coreanos y producciones que hablan del amor desde los lugares más comunes, como Tu casa o la mía. En este contexto, que A todas partes se ubique como lo más visto en diferentes países puede servir para demostrar lo bien (o mal) que funciona el algoritmo de Netflix

Ante la ausencia de buenos títulos para escribir en este espacio, aceptamos la recomendación del servicio de streaming. El resultado fue una gran decepción. Dirigida por Pedro Pablo Ibarra bajo el nombre Pitipol Ybarra, (¡Qué despadre!) con un guion de Adriana Pelusi (Rosario Tijeras), la película mexicana sigue el reencuentro de dos hermanos tras la muerte de su padre y un viaje en moto como expedición para acercar lazos y perdonar culpas. El tráiler es bien explícito:

A todas partes está llena de buenas intenciones. Trata de ser un relato afable y optimista sobre el amor y la amistad como base importante para crecer en la familia. También es una invitación a enfrentar nuestros miedos, como ser padre o viajar. Mauricio Ochmann (Fernando) y Anna Serradilla (Gabriela) hacen lo mejor que pueden por transmitir cierta química que convenza al espectador. Sin embargo, el relato termina por ser poco creíble y las situaciones se ven fuera de lugar. 

Realmente pesa mucho que se trate de un remake. Una historia de este tipo encaja mucho más en Alemania, donde se rodó la versión original, 25 km/h. Allí sería normal ver a dos personas, sin casco y ninguna seguridad, saltar de pueblo en pueblo.

Son muy pocas las películas que revisan el amor entre hermanos. Influenciados como estamos por Hollywood, lo primero que nos viene a la mente es Rain Man (1988, Barry Levinson) y clásicos como Mujercitas (1949, Mervin Leroy), Los hermanos Kamarazov (1958, Richard Brooks) o Granujas a todo ritmo (1980, John Landis). Por supuesto que existen películas con disputas entre hermanos históricas, como El Padrino, u otras que celebran la hermandad, como la saga Fast & Furious, pero ya nos perderíamos en el tema.

El problema de fondo con A todas partes tiene que ver con la falta de conflicto. No hay tensión entre los personajes principales, lo que termina por aburrir. Es un lugar común enfrentar a dos caracteres aparentemente disímiles. Fernando, por ejemplo, vive en Asia, es millonario y, como lo dictan las reglas, superfluo. Gabriela, por el contrario, está aferrada a su tierra y es comprometida con el pasado. Como hemos de suponer y se cumple, al final de la road movie, cada uno habrá aprendido su lección después de explorar sus más terribles miedos.

La paternidad, un punto que pudiera haber elevado la película, se resuelve en tres segundos. La exposición de los paisajes mexicanos podría haber servido para airear un guion predecible, pero tampoco se consigue. Había allí una buena idea, bombardeados como estamos de series y películas que exploran la violencia y los narcos, para mostrar la belleza de este país y sus tradiciones. Lamentablemente, es muy poco lo que se desarrolla en este sentido. Por ejemplo, por hacerse universal, se opta por mostrar un tap dance en lugar de algún baile tradicional, un detalle que habría agregado algo más interesante. 

En conclusión, A todas partes es una película completamente olvidable, con un guion que explota los lugares comunes sin aportar absolutamente nada al género. Se salvan los protagonistas, que hacen lo que pueden, con un libreto poco trabajado.

Netflix nos invita al terror

La otra película que el algoritmo de Netflix recomienda por estas fechas es Re/Member (Buscando un cuerpo en Latinoamérica), un slasher japonés que mezcla tantos elementos, que la sopa termina muy morada, o roja, si tomamos en cuenta la cantidad de sangre derramada. 

Dirigida por Eiichiro Asumi, y basada en la novela web Karada Sagashi, creada por Welzard y Katsutoshi Murase, Re/Member sigue a seis jóvenes estudiantes que se ven atrapados en un loop temporal. Cada noche son víctimas de una apariencia llamada «la niña roja». Es un homenaje a los clásicos ochenteros, con escenas memorables y otras muy poco trabajadas, lo que termina por cansar al espectador.

Para los fanáticos del terror, sabemos que las producciones asiáticas mezclan géneros. Puede haber comedia y drama, incluso temas sociales de fondo. Re/Member no es la excepción. El acoso (bullying), la soledad y la necesidad de pertenecer a algo, forman parte de este combo que Netflix recomienda a los seguidores del gore.

Sin embargo, la ambiciosa propuesta se hace cansina. La presencia de muñecas poseídas, juegos rituales (hay que conseguir las partes de un cuerpo para acabar con el loop) y denuncia social (el monstruo es alimentado por la soledad), además de un crimen por resolver, en lugar de darle profundidad a la trama, la disipan. En determinado momento, no sabemos qué estamos viendo. 

Todo empeora al final, cuando una escena postcréditos da a entender que mucho de lo que hemos visto es un engaño o, por el contrario, una invitación a una continuación. Realmente, no importa. En este punto estamos tan cansados que apagamos la pantalla con la esperanza de que en los próximos días haya mejor material en Netflix para escribir. 

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