Algo muy grave le ha pasado a James Bond
El nuevo libro de la popular saga, titulado ‘Doble o nada’, acaba con el agente secreto 007 blanco heterosexual sin sentimientos
Desde que empecé en esto de investigar a los servicios de inteligencia hace ya muchos años, siempre supe que había dos prototipos de espías que dibujaban la realidad de ese mundo de formas bastantes distintas, incluso enfrentadas. De un lado los personajes creados por John Le Carré o Graham Greene, tipo George Smiley, agentes normales, hasta vulgares me atrevería a decir, tipos listos con una vida privada desastrosa, con valores a veces dudosos, que eran capaces de enfrentarse a los soviéticos durante la Guerra Fría jugándose la vida con las armas del engaño y el ingenio.
El otro prototipo lo encarnaba James Bond, a quien todo el mundo conocía mucho más que a su autor, Ian Fleming. Nada de miserias, de problemas familiares, de concienzudos análisis para descubrir al traidor. El Bond literario era un personaje que se enfrentaba a los malos desde la seriedad y la acción. Había lujo, elegantes casinos, indisciplina y mujeres despampanantes, pero los elementos de ciencia ficción los incorporó el cine y terminaron difuminando el relato literario.
Entre los dos modelos de espionaje, la mayoría de la gente se quedaba con el representado por Bond, que contó para popularizarse con el inestimable respaldo del cine y de grandes actores como Roger Moore, Pierce Brosnan, Sean Connery o Daniel Craig. Una opinión totalmente divergente con la de los auténticos espías, a los que les salía urticaria cuando les mencionabas a alguien a quien consideraban la antítesis de su trabajo. Desde el MI6, para el que en la ficción trabaja Bond, siempre han echado pestes de él por no representar cómo actúan en la realidad. Estaban pensando en el personaje cinematográfico, no en el literario.
El verdadero James Bond
Ian Fleming, comandante de Inteligencia Naval durante la Segunda Guerra Mundial, se inspiró en personas reales para crear su personaje. Uno de ellos fue Yeo-Thomas. A ver si su vida os recuerda a la de alguien.
Conocido como Conejo blanco, vivía en París cuando los nazis invadieron Francia y se escapó hacia Inglaterra, donde no se alistó en cualquier unidad, sino en el SOE, el brazo armado de la inteligencia inglesa en tema de subversión. Volvió a Francia, donde fue lanzado en paracaídas y mostró su valentía sin límite. Apuesto e interesante, siempre estaba rodeado de las mujeres más guapas, pero ninguna le robó el corazón.
Yeo-Thomas reorganizó la resistencia francesa, no se arredró ante ninguna misión peligrosa, en seis ocasiones los nazis estuvieron a punto de detenerle y en 1944 le traicionó uno de los suyos. Detenido por la Gestapo, sufrió todo tipo de torturas para que delatara a los suyos, pero no dijo nada y, lo más sorprendente, acabó vivo. A pesar de su estado físico penoso –casi pierde un brazo, septicemia, dolores de cabeza y riñón-, intentó huir en dos ocasiones.
Ian Fleming conoció las peripecias de este agente que siempre llevaba encima una pistola, utilizaba identidades falsas, se escondía en cualquier rincón, mataba con sus propias manos para poder cumplir con su trabajo y llevaba una intensa vida amorosa.
Vuelven los agentes 00
El auténtico Bond, el creado por Fleming, que había desaparecido detrás del personaje cinematográfico, ha vuelto de la mano de una nueva novela, Doble o nada. El tiempo se agota, escrita en esta ocasión por Kim Sherwood. He tenido la suerte de leerla y puedo decir que ¡al fin! ha regresado James Bond. Aunque no hago spoiler si especifico que, en realidad, lo que ha regresado es el mundo de Bond, porque no se puede decir que lo haya hecho James en persona.
Contando con el respaldo de los herederos de Fleming, Sherwood ha ampliado el foco sobre los agentes del MI6 con licencia para matar y ha creado nuevos personajes que acaban con otro de los mitos de Bond, el referido a que sus historias representan al hombre blanco heterosexual sin sentimientos.
Ahora, los personajes responden menos a lo que era la posguerra mundial de los años 50 y más a lo que es la diversidad cultural y la libertad del siglo XXI. Espías 00 de distintas razas, colores y sexo se enfrentan –esto no cambia- a amenazas poderosas capaces de cualquier maldad, dispuestos a morir por una causa justa.
James Bond ha vuelto, el bueno. La apuesta es Doble o nada. Yo no apostaría contra él, en este caso, contra ellos. Un éxito seguro.