El boom de la música barroca
El estreno de la ópera ‘Il Tamerlano’ de Vivaldi por Ottavio Dantone y la Accademia Bizantina en Barcelona se suma al boom del gusto por el estilo antiguo
La Accademia Bizantina, con Ottavio Dantone al frente. | Giulia Papetti
Hace un siglo se redescubrieron más de 20 óperas de Antonio Vivaldi (1678-1741), que poco a poco van siendo estudiadas e interpretadas por conjuntos barrocos. La música operística del influyente compositor italiano —impresario y sacerdote de formación— viajó no sólo por Italia, sino por toda Europa, pasando por Praga y Viena. Sin embargo, es habitual que sus óperas se menosprecien por la crítica y es costumbre que no se les conceda la misma estimación que a los grandes compositores del género lírico. «Todavía hoy, se suele infravalorar al Vivaldi operístico con respecto a otros compositores. Y en su producción aflora, sin duda, cierto carácter ‘empresarial’, pero queda de manifiesto su personal habilidad para la escritura con sus soluciones melódicas, armónicas y rítmicas. Considero que Vivaldi merece un puesto destacado en la historia del melodrama porque retrata muy bien el gusto teatral de la época», afirma el clavecinista Ottavio Dantone, director musical y artístico del célebre conjunto Accademia Bizantina a THE OBJECTIVE.
El próximo 30 de mayo, el famoso ensemble italiano interpretará Il Tamerlano —una tragedia per musica en tres actos, conocida también con el título de Bajazet, con libreto de Agostino Piovene— en el Palau de la Música Catalana. Esta ópera fue estrenada en el Teatro Filarmónico de Verona durante el Carnaval de 1735 y se representa rara vez en la actualidad. En la base de datos Operabase aparecen sólo dos producciones importantes en los últimos cinco años: la de la Accademia Bizantina y otra de la Orquesta Barroca Irlandesa.
Como esta ópera de Vivaldi es un pasticcio, es decir, incluye música de diversos autores (en este caso importa arias de Hasse, Giacomelli, Porpora y Broschi), pero bajo su firma general —algo muy común en la época barroca—, se podría sostener que este tipo de obras suelen servir para descubrir el estilo operístico de los compositores de este momento histórico. «Elegimos este título, porque después de haber hecho Tito Manlio, L‘Incoronazione di Dario y Il Giustino, me interesaba abordar un pasticcio, que es una forma de espectáculo que siempre me ha fascinado. Hoy en día, el género del pasticcio suele percibirse casi como algo negativo y no auténtico; sin embargo, en realidad, en la época era un género muy apreciado, porque al ser una creación a varias manos, tenía cierta variedad musical y estilística. Además, se usaban arias que el público ya conocía y apreciaba… lo que hoy llamaríamos un hit…», explica el músico.
La música antigua está de moda
En los últimos años, las instituciones apuestan cada vez más por la música antigua —en especial, la barroca— y progresivamente las programaciones empiezan a incluir diferentes conjuntos especializados en este tipo de piezas. Sólo mencionar que en esta temporada del Teatro Real ha habido óperas de Purcell, Corselli, Monteverdi y en junio se interpretará Orfeo y Eurídice de Gluck; dos de ellas con la célebre Orquesta Barroca de Friburgo, otra con la Orquesta Barroca de Sevilla y el conocido conjunto barroco Les Arts Florissants y eso es sólo un pequeño tentempié entre muchos otros eventos que ha habido en España los últimos meses. «Desde los años cincuenta del siglo XX al día de hoy, ha habido un progreso enorme, ya sea en lo relativo al conocimiento estético y estilístico de la música antigua como en términos de técnica y de la utilización de los instrumentos musicales», comenta Dantone al respecto.
Además, se intenta facilitar el entendimiento de este tipo de música y a menudo surgen proyectos innovadores (como el espectáculo «Bach Immersive» del conjunto Diderot que comentamos en este medio) que pretenden enseñar al público que la música antigua no es únicamente para los estudiosos del terreno, sino que todos pueden disfrutar de ella. «Este gradual dominio del lenguaje por parte de los ejecutantes ha permitido una comunicación de los significados y de las emociones mucho más explícita y comprensible para el público. Las emociones del pasado son las mismas que las de hoy, así que lo importante es saber transmitirlas».
La Accademia Bizantina y Ottavio Dantone
Se fundó en Rávena en 1983 —celebra este año 40 años de actividad— con el objetivo de «tocar música como un gran cuarteto»; desde 1996 está dirigida por el clavecinista Ottavio Dantone. «La Accademia Bizantina nació hace cuarenta años como grupo de música de cámara por iniciativa de un grupo de jóvenes músicos y algunos de ellos todavía forman parte de la formación actual», dice. Especializada en el repertorio de los siglos XVII al XIX con instrumentos de época, con un estilo propio de interpretación camerística y combinando la filología y la investigación de la práctica musical barroca, la Accademia Bizantina es hoy uno de los conjuntos más respetados del panorama musical internacional y actúa en todo el mundo en salas de concierto y festivales de renombre. En la actualidad, su característica singular es «un cuidadoso trabajo en lo relativo a la estética y la retórica musical».
Sus grabaciones, principalmente para Decca, Harmonia Mundi y Naïve, han ganado numerosos premios, entre ellos el Diapason d’Or, el MIDEM Classical Award y una nominación al Grammy Music Award por «Purcell – O Solitude» con Andreas Scholl. De hecho, el ensemble ya ha grabado en disco Il Tamerlano para la Vivaldi Edition de la Näive. «La grabación de Il Tamerlano forma parte de uno de los proyectos discográficos más importantes e imponentes de nuestra época; se trata del proyecto que la Naïve ha dedicado a la obra completa de Vivaldi».
Dantone cuenta que su familia no tenía ninguna tradición musical, pero a la edad de cuatro años le regalaron un teclado de juguete a partir del cual nació su pasión por la música. «Esta primera fase totalmente experimental, determinó probablemente mi amor por la improvisación, que es uno de los aspectos característicos de la música barroca». Cuando entró en el Conservatorio de Milán en clase de órgano no se le consentía tocar los clavicémbalos, por tanto, él «ponía hojas de papel en el piano, porque producían una vibración que se parecía lejanamente al sonido del clavicémbalo… Además, pasaba horas delante de una tienda de música cerca del Conservatorio, observando y soñando delante de una espineta expuesta en el escaparate. Evidentemente era mi destino», cuenta.
Hasta la edad de 35 años no se imaginaba siendo director de orquesta. «Mi interés se centraba, sobre todo, en la música antigua en calidad de estudioso, o bien como solista o intérprete de bajo continuo». Al principio, comenzaron pidiéndole que dirigiese a pequeños ensembles y orquestas de cámara porque sus estudios le proporcionaban un conocimiento adecuado para «dar indicaciones musicales y filológicas respecto al repertorio de aquella época». En 1989 sucedería el encuentro con la Accademia Bizantina y más adelante, su cargo como director del conjunto, que tendrá un peso determinante en su vida artística. «El encuentro con Riccardo Muti, el debut en La Scala y en otros prestigiosos teatros hicieron el resto… Mi verdadero punto de llegada es el estudio del lenguaje de las diversas épocas y el conocimiento en general, pero este es un camino que no tiene fin…».
La suma de Il Tamerlano de Dantone con la Accademia Bizantina es una cita imprescindible para los melómanos y para los que simplemente desean descubrir tierras desconocidas. Además, en un sitio tan emblemático como es el Palau de la Música de Barcelona —que tantas veces ha escuchado interpretaciones de Las cuatro estaciones de Vivaldi— la obra lírica del compositor italiano será un acontecimiento.
