‘The Covenant’: Guy Ritchie se pone serio
La película bélica es una ruptura en la filmografía de Guy Ritchie, una buena razón para darle una oportunidad
Atención: este artículo contiene spoilers
Es probable que la hiperactividad de Guy Ritchie, esa impaciencia que le impide estar lejos de proyectos audiovisuales ya sea como guionista o frente a las cámaras, haya influido en la percepción que tenemos actualmente de un director que firmó joyas como Lock and Stock y Snatch. Cerdos y diamantes. Y que consiguió hacer migas con Robert Downey Jr. para revivir a un Sherlock Holmes muy original.
Pero claro, no podemos olvidar patinazos horrorosos como Barridos por la marea, el remake fallido de Insólita aventura de verano, o la pobre reinterpretación del Rey Arturo. Eso para no meternos en arenas movedizas como el Live Action de Aladino. Es por ello por lo que, al conocerse que el británico estaba trabajando en un proyecto bélico que incluía a Jake Gyllenhaal, en pleno estado de forma y fama, la curiosidad e incredulidad brotaron al mismo tiempo.
¿Estaba buscando Ritchie convencer a la Academia con una de esas revisiones culpables de la guerra que suelen acaparar nominaciones? ¿Acaso filmaba una nueva En tierra hostil? La respuesta después de ver The Covenant, disponible en Prime Video, es que no. Esta coproducción entre Estados Unidos, Reino Unido y España brilla cuando se centra en la acción, sin embargo cojea cuando los diálogos empujan hacia cierto dramatismo que al realizador no le calza.
El problema es viejo. Sin duda, estamos frente a un director que visualmente sabe emocionar al espectador, pero que adolece de la sensibilidad necesaria para el drama. Los personajes de The Covenant son creíbles gracias al pulcro trabajo de Gyllenhaal y sobre todo por la gran revelación de la cinta, Dar Salim. Entonces, como largometraje de acción, se lleva los aplausos. Sin embargo, cuando busca girar hacia el drama, pierde tanques de fuerza.
Afortunadamente, para el espectador, la película tiene más persecuciones, disparos y combates aéreos y por tierra que reflexiones sobre la presencia de los estadounidenses en territorio ajeno. Por lo tanto, aunque dura dos horas, la proyección no se hace pesada. De hecho, las últimas secuencias son adrenalina pura.
Dos películas en una
La sinopsis de The Covenant es la siguiente: el sargento John Kinley (Gyllenhaal), tras ser uno de los últimos supervivientes en Afganistán, decide regresar a la zona de guerra para ayudar a su intérprete, Ahmed (Dar Salim), que se encuentra escondido tras no haber recibido los documentos para viajar a Estados Unidos con su familia.
A continuación, puedes ver el tráiler:
Como se puede ver en el avance, la cinta de Ritchie tiene dos partes claras. La primera, cuando el comando de Kinley es atacado y Ahmed debe tomar las decisiones claves para sobrevivir. De lejos, es lo mejor de esta producción que se rodó en parte en la Comunidad Valenciana.
Cuando la cinta entra en el subgénero Survival, al espectador le sudan las manos. La tensión está muy bien trabajada, merced de espectaculares zonas montañosas áridas que resaltan la valentía, el esfuerzo y el compromiso del intérprete para salvar al sargento.
En la segunda parte se invierten los papeles. Es Kinley quien debe recuperar a su salvador. Lamentablemente, es más floja y chantajista. Quiero decir, usar el punto de vista de un intérprete, que pone su cabeza en la picota al ganarse el odio del régimen Talibán, por ayudar a los «infieles», es muy poderosa. Un giro de tuerca que tímidamente habíamos visto en Sand Castle (Fernando Coimbra, 2017). También es contracultural en las narraciones de guerra que sean estos ayudantes los que tomen la bandera de la heroicidad.
No obstante, una vez que la dinámica cambia y es el militar norteamericano el que debe lanzarse en una operación kamikaze para rescatar a su compañero, el guion se convierte en una catarata de clichés; en un película vista mil y una veces. Incluso el cierre, si bien está formalmente filmado, es bastante predecible.
Lo anterior, afortunadamente, no desmerita el viaje. De nuevo, como propuesta de acción, el largometraje funciona muy bien. La cámara del director británico transmite exactamente lo que un seguidor de las películas bélicas regularmete busca, incluso mucho más. Por ejemplo, los planos subjetivos, volcamientos y caídas desde el punto de vista de los personajes, involucra perfectamente al espectador. Además, no se abusa de los registros panorámicos con drones, algo que se ha vuelto un recurso acomodaticio para los realizadores.
Está claro, también, que si este trabajo cumple con su objetivo es precisamente gracias a la excelente química entre Gyllenhaal y Dar Salim. De hecho, más que una producción bélica, Ritchie termina rodando un buddy film, esas películas en las que dos hombres se complementan para conseguir un objetivo (Arma Mortal, Bad Boys, Top Gun, etc.), pero el contexto, obviamente, no permite bromas más allá de las típicas que se gastan los militares.
En conclusión, estamos frente a una propuesta interesante, en la que Ritchie se arriesga algo más. Sale de su zona de confort (gángsters, diálogos a granel, abuso del slow motion, primeros planos de balas), para seguir un relato más íntimo. Es una interesante ruptura si repasamos sus dos títulos recientes: Operación Fortune: el gran engaño, estrenada este año, o Despierta la furia (2021), ambas protagonizadas por Jason Statham, lo que da una idea del cambio que ha dado el realizador.