THE OBJECTIVE
Historias de la Historia

Titanic, una tragedia contagiosa

El Titanic irradia desgracia. La pérdida del submarino turístico Titan es un eslabón más de la serie de catástrofes de todo barco que se relacione con el famoso trasatlántico

Titanic, una tragedia contagiosa

Grabado del hundimiento del Titanic. | .

El Titanic no fue hijo único, tenía dos gemelos menos famosos, pero igualmente perseguidos por las catástrofes, el Olympic y el Gigantic, las tres joyas flotantes con las que la naviera White Star revolucionó la navegación trasatlántica.

El primero de la serie fue el Olympic, que nació en los mismos astilleros de Belfast donde lo haría el Titanic, concebido también por los mismos padres, los ingenieros navales Alexander Carlisle y Thomas Andrews. Por si fuera poca la identidad de destino, su primer capitán fue Edward Smith, que luego lo sería del Titanic y se hundiría con su barco. 

Además, cuando comenzó sus viajes de Southampton a Nueva York, el 14 de junio de 1911, el Olympic era el barco más grande del mundo, el trasatlántico más lujoso. Todavía hoy, si uno tiene la fortuna de alojarse en el centenario Hotel White Swan, en Northumberland, puede cenar en el comedor del Olympic, cuyos bellísimos paneles de madera, espejos, ventanas y hasta el techo, fueron desmontados del barco y reconstruidos fielmente en este hotel exquisito. Ambos títulos, el más grande y el más lujoso, le serían arrebatados un año después, en 1912, por el Titanic.

Era demasiado paralelismo y no tardó en manifestarse la maldición. El 20 de septiembre de 1911, en su sexto viaje, el Olympic fue embestido por un gran buque de guerra inglés, el crucero Hawke, cuya proa quedó espectacularmente chafada por el impacto y provocó una enorme brecha en el casco del Olympic. Milagrosamente no hubo muertos, es más, parece que en aquel brutal impacto el Olympic se desprendiera de su mala suerte y se la traspasará al Hawke, porque nada más empezar la Primera Guerra Mundial este crucero fue torpeado y hundido por un submarino alemán, muriendo más de 500 marineros, casi la tripulación al completo.

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El Olympic, gemelo del Titanic, y el buque de guerra Hawke, tras su colisión.

Tras el naufragio del Titanic todo el mundo criticó a la naviera White Star porque el trasatlántico no llevaba botes salvavidas para todo el mundo, y sólo pudo salvarse un tercio de los que iban s bordo. Pero la tripulación del Olympic fue más allá, se negó a navegar hasta que la compañía triplicó el número de botes. Demostrando poca sensibilidad, la White Star reutilizó en el Olympic los botes supervivientes del Titanic.

Sin embargo el Olympic conservó su buena suerte durante la Primera Guerra Mundial, protagonizando una hazaña única. Había sido militarizado y utilizado como transporte de tropas, sufriendo cuatro ataques de submarinos que no lograron hundirlo. En el último de ellos, en 1918, el submarino alemán SM U-103, que navegaba en superficie, avistó al Olympic. No le dio tiempo a sumergirse, y aunque llegó a disparar su cañón contra el Olympic, éste lo embistió con su enorme masa de 52.000 toneladas. La gigantesca hélice abrió una brecha en la torreta del SM U-103, provocando su hundimiento. Murieron nueve marinos alemanes. Cuando desguazaron el Olympic en 1935 encontraron en su casco, por debajo de la línea de flotación, el impacto de un torpedo que no había llegado a explosionar.

Vuelto al servicio comercial, otra vez como un barco de alto lujo, el Olympic llevó a Nueva York a Federico García Lorca, entre otros muchos miembros de la elite mundial. Aquella suerte que parecía haberle robado al crucero Hawke en 1911 le duró hasta el 15 de mayo de 1934, cuando al aproximarse a Nueva York chocó contra un barco-faro por culpa de la niebla. Siete tripulantes del barco-faro murieron.

Como si fuera una señal del destino, a los pocos días la naviera White Star desapareció arruinada. Tuvo que fusionarse con su gran rival, la Cunard, contra la que había creado los tres grandes gemelos, Olympic, Titanic y Gigantic. Inmediatamente la nueva compañía decidió desguazar el Olympic, de tan agitada historia.

El tercer gemelo

Pero ¿qué fue del tercer gemelo, el Gigantic? Sobre éste, en cambio, caería con toda su fuerza la maldición del Titanic. Para empezar, le quitaron su nombre, porque lo de Gigantic se parecía demasiado a Titanic y era un mal recuerdo. Lo rebautizaron Britannic. Y no sólo perdió el nombre, también su razón de ser, porque antes de comenzar sus viajes trasatlánticos estalló la Gran Guerra, y fue requisado y reconvertido en un enorme buque-hospital de 3.300 camas.

Fue enviado al Mediterráneo, para prestar asistencia a las numerosas víctimas de la campaña de Gallipoli, y antes de cumplir un año de servicio, el 21 de noviembre de 1916, una fuerte explosión, no se sabe si de torpedo o de mina, le causó una brecha que lo echó a pique. Afortunadamente iba a recoger heridos y sus camas estaban vacías, pero murieron 30 de sus tripulantes.

La realidad supera a la ficción. Ya es suficiente con la cadena de tragedias que persiguieron a tres barcos que deberían haber sido emblemas del placer y la buena vida, pero ¿a qué escritor o cineasta se le ocurriría ligarlas inventando un personaje que hubiera estado en las tres? Pues se le ocurrió a la Historia, y el personaje real fue una mujer, Violet Jessop, una hija de emigrantes irlandeses nacida en Argentina en 1887.

De adolescente enfermó de tuberculosis, una enfermedad de alta mortalidad en aquellos tiempos, y los médicos le pronosticaron pocos meses de vida. Lo que no sabían los doctores es que Violet tenía siete vidas.

En 1911 formó parte, como camarera, de la tripulación original del Olympic, y vivió la tremenda colisión con el buque de guerra Hawke, en la que podrían haberse hundido los dos barcos. Al año siguiente, la compañía White Star le ofreció una mejora para que se trasladase al Titanic. Ya se conoce de sobra el destino de éste, hundido por un iceberg en su viaje inaugural. Llevaba a bordo 2.208 personas entre tripulación y pasaje, y murieron más de dos tercios, 1.496. Pero entre los 712 supervivientes estaba la camarera Violet Jessop.

Pese a la terrible experiencia del naufragio del Titanic Violet siguió trabajando en el mar, y se enroló como enfermera en el Britannic. Ahí estuvo a punto de ser una de las treinta víctimas de su hundimiento, porque iba en un bote que fue succionado por las hélices del barco, recibió un golpe que le abrió la cabeza y cayó al agua. Estaba hundiéndose semi-inconsciente cuando alguien la cogió por un brazo y tiró de ella, subiéndola a otro bote.

Ni siquiera esa dolorosa experiencia logró separar la vida -las siete vidas- de Violet de los gemelos Titanic. Después de la guerra, cuando el Olympic volvió a ser un trasatlántico de lujo, Violet Jessop regresó a trabajar en el barco donde había iniciado su carrera en el mar. Y allí estaba cuando el Olympic partió en dos y hundió el barco faro de Nueva York matando a siete personas, la última secuela de la maldición de los gemelos Titanic, ahora reavivada por la tragedia del submarino turístico Titan.

Violet Jessop - Wikipedia, la enciclopedia libre
Violet Jessop trabajó en los tres barcos gemelos Titanic, y sobrevivió a todas sus catástrofes.
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