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Cultura

'Sex Education' o por qué no hace falta tratar a los adolescentes como si fueran idiotas

La serie se despide cuatro temporadas después con la lección más importante: la amabilidad está por encima de todo

La adolescencia es una etapa complicada. A los cambios físicos, emocionales y sociales, se le suman la búsqueda de identidad y autonomía. Todo esto, mezclado con el despertar sexual. Un despertar sexual que lleva en el centro de uno de los buques insignia de Netflix, Sex Education, desde que se estrenara allá por 2019. La serie creada por Laurie Nunn se despide ahora tras cuatro temporadas y lo hace demostrando una premisa muy sencilla: el público adolescente no es idiota, y por tanto no hace falta tratarle como tal.

Realmente, Sex Education no es una serie adolescente al uso, y eso es precisamente lo que la hace interesante. Su público objetivo es más amplio, aunque atrae sobre todo a los adolescentes porque son los que se pueden sentir más identificados con los personajes. Sin embargo, la serie combina un guion inteligente, que ahonda en la psicología de los personajes, un elenco excepcional y todos los elementos para ofrecer un producto atractivo. El resultado: ha interesado también al público adulto. Es lo que tiene no tratar al espectador como si fuera idiota, por muy adolescente que sea, que te permite llegar a una audiencia mucho más amplia.

Una ruptura total y la caricatura woke

En cuanto a la última temporada de Sex Education, esta nos sitúa en un lugar totalmente nuevo. Es una ruptura total. Tras el cierre de su instituto, el Moordale Secondary, Otis (Asa Butterfield) y Eric (Ncuti Gatwa) se enfrentan a una nueva aventura en el Cavendish Sixth Form College. Otis, que mantiene una relación a distancia con Maeve (Emma Mackey) –que se encuentra en Estados Unidos estudiando– busca cómo abrir su nueva clínica de asesoramiento sexual. Mientras tanto, Eric reza para que no vuelvan a ser unos marginados en su nuevo centro de estudios.

Cavendish resulta ser un choque cultural para todos los estudiantes de Moordale: pensaban que eran progresistas, pero este nuevo colegio es otro nivel. En Cavendish nadie cotillea, se premian la disidencias sexuales y de género, y se promueve la inclusión y la ecología. Una ruptura total que llega a caricaturizar, por momentos, la cultura woke. Un guiño a todos los que criticaban la serie por ser, precisamente, demasiado woke. Parece que su creadora ha dicho: «¿No querías caldo? Pues toma dos tazas».

Eric y Otis siguen siendo la mejor pareja de amigos. | Foto: Netflix

Nuevos personajes y viejos reinventados

Esta última temporada de Sex Education viene con más cambios, más allá de la mudanza de un colegio a otro. Por ejemplo, hay algunas ausencias destacadas. No está la pareja compuesta por Lily (Tanya Reynolds) y Ola (Patricia Allison), ni el padre de esta última, Jakob (Mikael Persbrandt). Personajes muy queridos por la audiencia que han desparecido para dar paso a otros nuevos. Al final, esta es una serie muy coral y lo natural es que unos personajes vayan relegando a otros. Algunos de esos nuevos son O (Thaddea Graham), Abbi (Anthony Lexa) y Roman (Felix Mufti), que abren nuevas puertas en esta historia.

Se mantienen muchos otros personajes, como los tres grandes protagonistas de la serie, que son Otis, Maeve y Eric. Además, tenemos a Jean Milburn (Gillian Anderson), que le da siempre ese punto de madurez imprescindible a la trama. En esta cuarta y última temporada, la madre de Otis gana protagonismo y podemos ahondar en su psicología. Acaba de ser madre de nuevo, muchos años después, y debe lidiar con algo a lo que se enfrentan tantísimas mujeres: no perder de vista su carrera mientras se dedican a criar. La complicada relación con su hermana Joanna (Lisa McGrillis) nos deja, por otro lado, algunas de las mejores escenas de la temporada. Una gozada ver a esas dos actrices en acción y explorando algo tan vital como las relaciones fraternales tras el trauma de la niñez.

Otros tantos personajes conocidos permanecen en la serie con tramas paralelas muy interesantes, como la de Aimee (Aimee Lou Wood), que logra canalizar su ira y curar su herida del abuso a través del arte, o la de Ruby (Mimi Keene), que nos muestra una parte suya hasta ahora desconocida. Adam (Connor Swindells) logra su espacio en este mundo, más allá del entorno académico, una lección precisa para los más jóvenes. El sistema educativo no está hecho para todos, pero hay vida más allá de los estudios. No hay fracaso en ello, solo diferentes caminos por explorar.

La amabilidad, la lección más importante

Las historias con moraleja enseñan lecciones valiosas e invitan a la reflexión. Las moralejas son importantes para todos, no solo para los más jóvenes, pero especialmente para estos. Estos adolescentes que están en plena búsqueda de su identidad suelen verse reflejados en lo que ven, en lo que leen o en lo que juegan. En la cultura en general, vaya. Por eso es tan importante que accedan a productos culturales edificantes, que reflejen realidades diversas.

La educación sexual que pone en valor Sex Education no es más que una excusa para explorar la humanidad en su conjunto y en todas sus formas. Netflix ofrece a este público otras series adolescentes de igual éxito, como Élite, pero no suelen ser productos de calidad, y a menudo ofrecen una visión estereotipada de la adolescencia. Solo Sex Education o Heartstopper, y alguna que otra más, se salvan. El resto desprecia a su público y de manera burda, además. Mientras que en Élite los adolescentes se ponen hasta las cejas de droga, en Sex Education hay personas que mueren por sobredosis. Lo primero es una peligrosa apología, lo segundo es la vida misma.

Algunos de los nuevos personajes de la cuarta temporada. | Foto: Netflix

De entre todas las moralejas que presenta Sex Education –el respeto a la diversidad sexual y de género, la lucha contra el acoso, la sororidad ante el abuso etc.–, la más valiosa es una muy simple: la amabilidad está por encima de todo. Con esta serie que ahora se despide, «el mundo me parece más amable, más humano, menos raro», que diría La Cabra Mecánica. La última moraleja: que nada es para siempre, ni en el amor ni en las series. Pero todo deja huella, Sex Education también.

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