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'Un cuento perfecto': Netflix vive un amor de verano con una breve comedia romántica

La miniserie española, que adapta la novela de Elísabet Benavent, ha llegado al top 3 global en su primera semana

Chico conoce a chica, chica conoce a chico. Se enamoran. Las circunstancias hacen que no sea fácil la consecución de ese amor. ¿Les suena? Eso es porque es una premisa muy común en la ficción, en general, y en el género de la comedia romántica, en particular. Y eso es lo que pasa con Un cuento perfecto, el último gran éxito de Netflix producido en España. Una miniserie de cinco capítulos que adapta a la televisión la novela de Elísabet Benavent. Conocida en sus redes sociales como Beta Coqueta, es la misma autora de la saga Valeria, también adaptada a la ficción televisiva por Netflix.

Un cuento perfecto nos acerca la historia entre Margot (Anna Castillo) y David (Álvaro Mel), que –cómo no– provienen de mundos diferentes. Mientras que ella es heredera de un imperio hotelero, él debe desempeñar tres trabajos para llegar a fin de mes. Sin embargo, cuando sus caminos se cruzan, se dan cuenta de que solo entre ellos pueden ayudarse a recuperar el amor de sus vidas. Aunque ese amor no es el que esperaban, claro.

Como decíamos, la premisa no es demasiado original. Sin embargo, eso no ha evitado que la miniserie dirigida por la directora hispanoamericana Chloé Wallace se haya situado entre lo más visto en la plataforma. De hecho, Un cuento perfecto ha llegado al top 3 global tan solo en su primera semana de emisión. Hay cosas que siempre funcionan y ese amor imposible (o, por lo menos, difícil) los hace. Ese Romeo y Julieta reinante en la comedia romántica es un seguro de vida.

Un amor de verano justo a tiempo

La historia que cuenta Un cuento perfecto no podría haber llegado en mejor momento. Aunque, teniendo en cuenta los estudiados planes de marketing de Netflix, nada de esto es casualidad. Este romance de verano llega justo en el ecuador estival, un momento en el que la audiencia está generalmente de vacaciones. Sobre todo la audiencia a la que van dirigidas estas historias, es decir, la audiencia adolescente.

Aunque esta sea una serie bastante adolescente, sus protagonistas no lo son. Ella ya ha superado la treintena y vive una vida totalmente adulta. Él, sin embargo, todavía no ha alcanzado los 30 años de edad y, además, vive como un veinteañero que todavía no tiene demasiado claro cómo va a progresar su propia vida. Este es otro de los puntos que contraponen a dos personajes que, en realidad, nunca deberían haberse enamorado.

La serie fue rodada principalmente en dos localizaciones: Madrid y Grecia. En primer lugar, el equipo completo se trasladó al país heleno, inmortalizando paisajes y escenarios únicos en varias islas griegas. Luego, regresaron a la capital española, donde destacó especialmente el rodaje en el céntrico barrio de Malasaña. Las localizaciones en Grecia son las que nos recuerdan al verano, y las que aportan esa frescura estival perfecta para hacer un maratón de capítulos en pleno agosto. Las de Malasaña son las que nos recuerdan que Madrid nunca muere, ni en verano, aunque pudiera parecerlo.

¿Merece la pena ver Un cuento perfecto?

No nos llevemos a engaños: Un cuento perfecto es lo que es. Es una miniserie bastante fresca, que se ve fácilmente en una tarde, y que resulta amena. Pero no es ninguna obra maestra, tampoco lo pretende. Su trama es demasiado previsible, a pesar de jugar con un par de giros de guion a lo largo de los episodios. Unos giros, como el argumento, igualmente predecibles.

Lo predecible de la historia escrita –heredera de la novela original de Elísabet Benavent– no quita la buena ejecución de una producción liderada por Plano a Plano, encargados también de Valeria. Un ritmo frenético combinado con una buena banda sonora y, sobre todo, con actuaciones sobresalientes. Álvaro Mel, otrora influencer y ahora actor, salva muy bien su papel de chico inmaduro. En cuanto a Anna Castillo, qué decir. Es una de las intérpretes en mejor forma del panorama español, y aquí lo vuelve a demostrar. Aunque, en principio, el papel no sea tan jugoso como otros que le han ofrecido. También destaca el pequeño papel que hace Ana Belén de madre juzgona y ricachona, una tesitura en la que se mueve como pez en el agua.

Fotograma de ‘Un cuento perfecto’. | Netflix

En definitiva, Un cuento perfecto merece la pena por la época en la que estamos, por los paisajes griegos y por Anna Castillo. Además, es una miniserie de cinco capítulos de 45 minutos cada uno. Mal no le puede hacer a nadie. Desde luego, a Netflix le ha hecho mucho bien: un perfecto amor de verano.

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