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El zapador

La Reconquista también es de izquierdas

No solo la derecha ha hecho un uso partidista e interesado de este término historiográfico, operativo y bien asentado

La Reconquista también es de izquierdas

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Uno de los mayores valedores de la Reconquista fue Claudio Sánchez-Albornoz (don Claudio), respetado medievalista español que creó escuela propia y toda una legión de seguidores. Huelga aclarar el ferviente antifranquismo de Sánchez-Albornoz, último presidente de la II República en el exilio; sin embargo, hay ciertos autores que siguen pensando que la utilización del término responde a un relato «nacionalcatólico», «franquista», reaccionario o «de derechas». Y no contentos con ello, algunos quieren erradicar el término de los libros de texto, incluso de la RAE cuya segunda acepción del vocablo dice así: «Recuperación del territorio hispano invadido por los musulmanes en 711 d. C., que termina con la toma de Granada en 1492».

El argumento de considerar inapropiado el término por haber servido para apuntalar ciertos discursos de la derecha identitaria es del todo insuficiente como para desecharlo. El historiador Carlos de Ayala advierte: «Sin duda hay razones para criticar su uso, especialmente cuando ese uso es impropio, ideologizado o incluso manipulado» y estoy de acuerdo, una cosa es la historia y otra muy distinta los discursos políticos que se sirven de la historia, ahora bien, en el debate sobre lo adecuado del término se suele olvidar algo muy importante: la izquierda política también ha hecho un uso partidista e interesado de la voz «Reconquista» y de sus connotaciones derivadas en numerosas ocasiones.

En uno de los capítulos de la obra coral ¡Reconquista! ¿Reconquista? Reconquista que acaba de publicar Desperta Ferro y que coordina el medievalista David Porrinas, el historiador Armando Besga advierte: «Ni siquiera la Reconquista ha sido incompatible con el marxismo. Karl Marx no solo la aceptó, sino que incluso consideró que había singularizado España». Algo parecido pensaba Pierre Vilar, un autor marxista y francés:

«La propia lentitud de la Reconquista señala toda su importancia. Una rápida expulsión de los infieles hubiera cambiado la suerte de España, pero no hubiera modelado su estructura, impregnado las costumbres y el espíritu, como pudo hacerlo una cruzada de varios siglos. Sin duda, los jefes de una España fragmentada no tuvieron constantemente, en el transcurso de acontecimientos inconexos, una conciencia perfectamente clara de los fines perseguidos. Pero la presión de las necesidades, en un país pobre y de población creciente, hizo en todas partes de la Reconquista una empresa de colonización permanente, a la vez que una guerra santa. La sociedad medieval española se fundó sobre esa necesidad de expansión, y sobre ese impulso de fe».

Pero el ruido perpetrado por los negacionistas del término, aunque no es mayoritario, sí es incesante, por lo que algunos historiadores han empezado a agachar sumisamente la cabeza mientras piden perdón sonrojados porque Santiago Abascal haya podido tener fantasías con don Pelayo y Covadonga. En otro de los capítulos del libro recién publicado por Desperta Ferro (antes mencionado) escrito por Francisco José Moreno para intentar desacreditar el término comenta (con muy poco tino) que «durante la guerra y los primeros años del franquismo serán abundantes, en distintos medios, las identificaciones y alusiones a la Reconquista y cruzada, a Pelayo, Fernán González y el Cid Campeador, en un intento de vincular el naciente régimen con un pasado medieval glorioso de España. Esas figuraciones se extrapolan a textos educativos destinados a los niveles de Primaria y Secundaria, y se busca el adoctrinamiento de ese público joven a través de cómics como El Capitán Trueno».

Y, como bien advierte mi amigo el historiador y novelista Yeyo Balbás: «El creador del Capitán Trueno fue comunista [militó en el PSUC] y las historietas del Capitán Trueno tienen mucho, no de nacionalcatolicismo, sino de lucha de clases». Víctor Mora, creador del héroe de cómic, filtraba con inteligencia abundantes mensajes contrarios al Régimen defendiendo a los débiles con planteamientos democráticos a través de la figura femenina de Sigrid, atacando a los tiranos y siendo crítico con el fanatismo religioso (al Régimen de Franco nunca le inquietó que en las historias viéramos moros buenos y cristianos muy malos). Sí es cierto que Víctor Mora tuvo que apañárselas para burlar la censura por lo que las historias ni siquiera transcurrían en España, sino en las cruzadas y el Capitán Trueno se escapa de ellas a la primera de cambio (y en globo, por cierto, todo un símbolo de progreso).

Nadie en su sano juicio se atreve ocultar que el término «Reconquista» fue manoseado hasta la caricatura por el bando nacional durante la Guerra Civil y durante la dictadura. ¿Acaso alguien lo niega? No, lo que tratan algunos de esconder de manera fraudulenta es que la Reconquista también fue manoseada por los republicanos. En 1944 hubo una invasión frustrada en el Valle de Arán con el objetivo de provocar un levantamiento popular y derrocar a Franco promovido por el Partido Comunista de España y el maquis antifranquista, cuyo nombre en clave era: «Operación Reconquista de España». Incluso algunos exiliados antifranquistas (patriotas) por esas fechas tenían un periódico semanal impreso en México que se llamaba «Reconquista de España». 

Los ejemplos no terminan ahí. En 1930 Miguel Hernández —y no se me ocurre poeta más antifranquista (aunque todavía no lo fuera)— dedicó un poema titulado «La Reconquista» a La Armengola (personaje legendario de Orihuela) y a Alfonso X el Sabio. En abril de 1954 el Partido Comunista de España hizo una llamada a los intelectuales patriotas para que no dejaran avasallar al «pueblo héroe de la Reconquista, que en el curso de cerca de 800 años de lucha batió al invasor». También se pueden encontrar en la web Todocolección pines antiguos con las 3 erres: «Resistencia, Reconquista, República».

En el libro Madrid 1945: La noche de los Cuatro Caminos Andrés Trapiello señala con acierto que «de la misma manera que durante la guerra ambos bandos reivindicaron el 18 de julio como fecha fundacional de sus respectivos regímenes (revolucionario uno y fascista el otro), tanto el PCE como el Régimen trataron de apropiarse de la palabra y la idea de reconquista, presentando al enemigo como a moros que había que expulsar de la patria». Todo esto tiene una explicación muy sencilla, y es que la historia nacional era muy parecida para todos. Por ejemplo, las Historias de España que se escribían en la II República eran prácticamente indistinguibles de las que se escribían más tarde durante el franquismo. Yo conservo una de 1934 con una imagen providencial de don Pelayo en la portada.

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Reconquista de España: periódico semanal. Órgano de la Unión Nacional Española en México. Año I, núm. 13, 14 de septiembre de 1945.

Reconquista de España: Periódico Semanal. Órgano de la Unión Nacional Española en México. Año I, núm. 13, 14 de septiembre de 1945

Y es cierto que las cosas han cambiado en democracia, pero no del todo. El mismo Pedro Sánchez en sus mítines de 2015 hablaba de «reconquistar derechos» robados por la derecha. Lo de «reconquistar derechos» también lo han repetido otros líderes de izquierdas recientemente, como Yolanda Díaz en 2023.

Ignoro la razón por la que algunos historiadores se dedican a hacer listas de políticos que utilizan el término «Reconquista» o el verbo «reconquistar» en sus discursos, pero en esas listas solo figuran políticos de derechas como José María Aznar, Pablo Casado o Santiago Abascal, que según algunos autores son los que fomentan discursos excluyentes; como si el presidente del Gobierno Pedro Sánchez no fomentara discursos divisivos con sus muros contra las derechas y su concepto de la «fachosfera». Algunos olvidan muy rápido que fue el PSOE —con José Luis Rodríguez Zapatero a la cabeza— quién resucitó el «guerracivilismo» en la sociedad española.

El debate sobre la idoneidad de la utilización del término Reconquista, un término historiográfico operativo y bien asentado, siempre me ha parecido interesado, pero es que además es tramposo.

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