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Malas mujeres: la nueva frontera del feminismo en la literatura

Del asesinato al canibalismo: cómo la literatura vuelve a traer a la palestra el poder oscuro y complejo de las mujeres, por encima de estereotipo de víctima

Malas mujeres: la nueva frontera del feminismo en la literatura

Florian Olivo. | Unplash

La nueva ola del feminismo ha aportado luces sobre las posibilidades de actuación femenina, a pesar de que aun existe, inclusive dentro del mismo movimiento, un desencuentro sobre lo que debe de ser una mujer en la vida real. Sin embargo, en la ficción se agradece que cada día hayan más, aunque aún a cuentagotas: historias sobre malas mujeres. 

Mujeres asesinas, malas madres, mujeres que rompen lo establecido más allá de la limosna del inocente verbo empoderar.  Mujeres que usan su cuerpo para aprovecharse de otros, mujeres caníbales, madres que piensan en lo oscuro de ser madres y el poder que tienen entre sus manos. Mujeres que hacen lo que desean y que no hay miedo alguno a hacer público todo eso que ningún ser humano, sea hombre o mujer, debe de hacerle a otro ser humano. En conclusión, mujeres que toman lo que desean sin pedir permiso.

Sostener este poder no es para todas. Sostener este poder puede dar miedo e ir en contra, inclusive de otras mujeres

Si ver este poder en la cotidianidad puede hacer saltar las alarmas, en la ficción se acepta, como se ha aceptado la maldad y el horror en las obras escritas por hombres. En las obras narrativas, como sabemos los lectores, se ha representado todo tipo de vejaciones, se asume que es solo eso, ficción, pese a nacer muchas veces de hechos ocurridos y, por tanto, se tolera, no se ha cometiendo ningún crimen o pecado en el mundo real.

Aunque en la historia de la literatura las «malas mujeres» siempre han existido, inclusive mucho antes de Lady Macbeth o Bertha Mason en Jane Eyre, en su mayoría la creación se realiza desde la mirada del autor hombre, sin embargo, desde hace algunos años, varios sellos editoriales han apostado por estas historias, más allá de otros arquetipos como la mujer débil o la mujer víctima.

Malas mujeres: la nueva frontera del feminismo en la literatura - Un hambre insaciable

En la novela Un hambre insaciable (Alpha Decay, 2024) una mujer madura narra desde la prisión para mujeres de Bedford Hills cómo logró ser recordada no por ser una excelente crítica gastronómica, sino por ser la asesina de sus amantes -exjefes incluidos- a quienes no solo mató, sino que a algunos los cocinó y se los comió como exquisitos platos de alta cocina.

Esta es la primera novela de la académica estadounidense Chelsea G. Summers, donde el erotismo femenino y gastronómico se unen al placer del asesinato. Asesinatos estéticos y degustables. La edad de G. Summers no se desvela en la solapa del libro, y entendemos que esto, al igual que las acciones de su personaje en la novela, tiene un guiño reivindicativo: la edad de la mujer ha importado, si quieres pasar a la historia.

Summers escribe en Un hambre insaciable: «Cuando eres niña y creces, te vuelves apetecible. Cuando eres mujer y envejeces, te vuelves inmaterial, a menos de que tengas hijos, a menos de que seas artista, a menos que dejes un legado». Párrafos más adelante: «Escribo esto sabiendo que envejeceré y moriré en esta cárcel, y escribo esto para que nadie me olvide. He esculpido un hueco en tu memoria, he herido en lo más hondo de la consciencia estadounidense. ¿Cuántas mujeres -hambrientas como estamos de inmutabilidad- pueden decir lo mismo?» Concluye el personaje.

Otra novedad editorial es Perder de juicio (Anagrama, 2024) de la escritora Ariana Harwicz. Si con Degenerado la escritora tocaba temas con los que nadie quiere empatizar debido a la literalidad y censura cultural imperante -la historia de un pedófilo-, en Perder el juicio aplica una fórmula parecida. En esta ocasión la historia que relata es la de una madre que ha sido condenada a prisión por el secuestro de sus hijos mellizos. 

El título de esta novela sirve como doble ajusticiamiento para la protagonista, una madre que secuestra y que, a su vez, pierde la cordura. También como venganza del amor. «El sol no aparece, pero no se preocupen, el sol se vengará. ¿Cómo el sol se vengará? Hablamos de venganza fría, metódica, y de los astros todo el camino de regreso por senderos enroscados, espinosos…Los hermanos se angustian en extremo, no entender la angustia, dicen que un día el sol va a dejar de calentar y todo se aparará. Todo se apagará, mamá…» se puede leer en las páginas de Perder el juicio.

Malas mujeres: la nueva frontera del feminismo en la literatura - Perder el juicio

Vale recalcar que la novela sirve como escape y evidencia de la propia experiencia personal de la autora, ya que Harwicz ha querido llevar a la escritura el juicio de su propio divorcio en Francia, cuando se leyeron varios fragmentos de la obra en su contra. La violencia vicaria se puede llevar a la ficción y violentar a los lectores. Perder el juicio pone a los lectores a experimentar como en un reality show gore la sordidez, soledad, desamor y desesperación psíquica de una madre. 

Todas las mujeres malas son malas porque desean tomar y poseer su deseo igual que un hombre y, en esa construcción de la valentía por ir más allá de lo establecido, se encuentran historias interesantes, que son borradas como otras historias de otras mujeres silenciadas por la historia escrita por los vencedores, usualmente los hombres o, las mujeres que han seguido las líneas del deber ser desde la perspectiva masculina o la cuota fácil del feminismo.

Ficciones verdaderas

La editorial Periférica publicó a finales de 2023 Cárcel de mujeres la obra más conocida de la fallecida escritora chilena, María Carolina Geel (Santiago de Chile, 1913-1996) Esta novela no bebe exclusivamente de la imaginación, ya que la autora la escribió durante su estancia en la cárcel por haber asesinado, luego de cinco disparos, a su novio por más de cinco años, Roberto Pumarino. 

Cárcel de mujeres la alzó a la fama en Chile, luego de que su amiga, la premio Nobel Gabriela Mistral, siendo cónsul de Chile en Nueva York, abogara por Geel en una carta al presidente de la república para que la indultara. Según las misivas oficiales, Mistral escribe: «respetuosamente suplicamos a V.E. indulto cabal para María Carolina Geel que deseamos las mujeres hispanoamericanas. Será ésta, una gracia inolvidable para todas nosotras» a lo que el presidente de turno, Carlos Ibañez del Campo, responde: «Respetada Gabriela: He vacilado un instante en la forma cómo dirigirme a mi ilustre compatriota. Pero sus admirados libros crean una familiaridad que permite el trato tan directo. Sepa mi estimada amiga, que en el instante en que usted formula una petición, esta es un hecho atendido y resuelto. Es de enorme magnitud lo que Gabriela Mistral ha realizado por Chile por lo que sería incomprensible que el presidente de la República no escuchase una súplica nacida del corazón de nuestra gran escritora»

Malas mujeres: la nueva frontera del feminismo en la literatura - Cárcel de mujeres

Las cartas entre Mistral e Ibañez del Campo no son transaccionales, sino que reflejan la mirada endiosada a la que el presidente tiene a una escritora. El indulto no es realmente a la obra de Geel, sino al poderío de Mistral. Este evento que rodea la escritura de Cárcel de mujeres no es supino, ya que el indulto la devuelve a la mirada pública y a la libertad, a pesar del asesinato. Otras no hubiesen corrido con la misma suerte. 

En Cárcel de mujeres, María Carolina Geel no desvela el por qué del misterio del asesinato de su pareja; sin embargo, sí define la psique de la escritora al intentar acercarse al hecho a través de episodios que ve en la cárcel: «la visión de esa sangre se fue al encuentro del recuerdo de otra sangre que yo vi correr desde la comisura derecha de la boca de él. ¿Cómo escribir sobre esto? Fue la noción de su muerte, de que él moría, y es en el lapso de esa noción donde creo que su brutal realidad me enajenó», afirma en el libro. Algunas páginas después, en la cotidianidad de la cárcel afirma: «tú, ¿por qué llegaste a hacerlo en el último instante?, ¿por qué pudiste hacerlo? …Entonces de nuevo me desplomo y una horrible opresión de frialdad, un cansancio que pesa mucho en las sienes da la respuesta a mis labios yertos: los actos nacen con uno».

Doble rasero, gran sesgo narrativo

En un artículo de la BBC, Caron Gentry, especialista en género y terrorismo de de la Universidad de St Andrews en Escocia, confirmaba que en la mayoría de las sociedades, si es que no en todas, «las mujeres no tienen acceso igualitario al poder. Quizás tienen acceso a las armas, pero no necesariamente al poder y a la dinámica social que les dan la habilidad de cometer un asesinato”. Además, puntualizaba que se piensa «que ellas no son capaces -de asesinar- o que sus actos violentos se registran de una forma diferente»

Si Gentry confirmaba que el sistema ha quitado el poder para ejercer un asesinato, nos ratifica que este solo le pertenecía a las mujeres en el ámbito del cuidado y la infancia. Son ellas las que más neonaticidios cometen y, a su vez, las que más consuman asesinatos en defensa propia y la de sus hijos. Por su parte, el profesor de Psicología y Criminología de la Universidad de Barcelona, Antonio Andrés Pueyo, en el mismo artículo afirma que «es muy raro que haya mujeres terroristas que se autoinmolen, pero las hay», así como es muy raro «que haya hombres que maten bebés, pero también los hay. Ningún comportamiento de homicidio o asesinato es exclusivo de un género»

Quizás la única forma de igualar los géneros en la maldad y darle luz a estas historias que no sabemos cómo se registran, en el caso de las mujeres, sea darle más espacios para la indagar su complejidad, sin juicios morales, dentro de la literatura.

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