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Cultura

La función respiratoria de la mente

«El ‘Diccionario del español actual’ tiene una indiscutible calidad, autoridad y fiabilidad y está disponible en Internet»

La función respiratoria de la mente

Diccionario de la lengua española. | Europa Press

El otro día, al sintonizar algo distraídamente Radio Nacional de España, oigo hablar a una mujer de lo que parece ser un diccionario, y por interés y predilección profesional y personal presto atención, es decir, me pongo a escuchar. (Por cierto, lamento el uso indiscriminado que se hace hoy día de oír, percibir por el oído algo que alguien dice por ejemplo, y escuchar, atender o prestar atención para oír lo que ese alguien dice; parece que todos oímos, pero que nadie escucha de verdad, por mucho que a menudo se diga lo contrario, que no escuchamos a alguien cuando en realidad lo que se pretende decir es que no lo oímos; quizás esto se deba a esa «acongojante sordera que está asolando los tímpanos hispanos», según Fernando Lázaro Carreter, que hace unos treinta años ya acusaba esta confusión).

Y resulta que esta distinguida mujer, que tan sensata y elocuentemente habla de ciertas palabras, es Olimpia Andrés y que el diccionario a que se refiere es una nueva versión digital del espléndido y monumental Diccionario del español actual compuesto por Manuel Seco, la propia Olimpia Andrés y Gabino Ramos. Este diccionario, fruto de una labor y dedicación de 30 años, se publicó por primera vez en 1999 y ahora está disponible gratuitamente, para deleite de muchos. Junto con el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española, el Diccionario del español actual es el segundo diccionario de indiscutible calidad, autoridad, fiabilidad y envergadura disponible en Internet. El DLE y una versión del mismo, el Diccionario del estudiante, también están disponibles como aplicaciones para dispositivos móviles, de gran utilidad para quienes quieran consultar una palabra, conocer mejor el español y emplearlo correctamente.

Me apresuro a añadir que yo no tengo nada que ver ni con la Fundación BBVA –a la que, sin embargo, sí agradezco enormemente el patrocinio del proyecto– ni con los admirables autores de ese Diccionario del español actual –qué más quisiera yo–. Quizás entre los tres, el más conocido, también durante muchos años miembro de la RAE, sea el recién fallecido Manuel Seco, no sólo director y coautor de este diccionario, sino también de otras obras de enorme influencia y provecho para todos estos lectores que tengan interés en lo que él llamó, con elegancia intelectual, la «función respiratoria de su mente que es el idioma», en el prólogo a su Gramática esencial del español. Quizás la más conocida entre ellas sea el Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española (a la primera edición de 1961 la siguió una actualización 50 años después) y el Diccionario fraseológico del español actual.

Pero más que rendirle homenaje tardío a Manuel Seco, maestro de tantos, que también, lo que pretendo es celebrar la existencia de este Diccionario del español actual y de diccionarios afines, como el DLE, compañeros fieles e indispensables de las vidas de tanta gente.

Conocer nuestra lengua

Como nos recordaba Manuel Seco en el prólogo al diccionario en 1999, la idea de componerlo había nacido hacía treinta años de la conciencia de que la  lengua española carecía de un inventario léxico realizado con una metodología medianamente rigurosa; esto es, si exceptuamos el Diccionario de la lengua española que, basándose en el Diccionario de autoridades, empieza a publicar de forma relativamente regular una edición del Diccionario de la lengua castellana a partir de 1780, que a partir de su décimoquinta (hoy se escribiría decimoquinta) edición de 1925 pasó a llamarse Diccionario de la lengua española.

Pues bien, en nuestro mundo es imprescindible la comunicación entre los seres humanos. Uno de los medios de comunicación humana principales es el lenguaje, «que se basa en un sistema de signos constituido por sonidos articulados» (DEA). El lenguaje es también un medio de pensamiento y una forma de expresión artística. Estos sonidos articulados o su representación gráfica hacen presentes o designan las cosas de nuestro mundo y a través de ellos pensamos y nos relacionamos con nuestros semejantes y nos entendemos. Obviamente, todos usamos el lenguaje, pero hay distintas lenguas. Los signos del lenguaje empleados por el español son diferentes de los que emplea el griego; aquéllos constituyen la lengua española, mientras que éstos componen la lengua helena.

El diccionario nos ayuda a conocer y emplear adecuadamente nuestra lengua o la lengua que queremos hablar. La disponibilidad del Diccionario del español actual de forma electrónica y gratuita pone a nuestro alcance no sólo los significados de las palabras del español, sino también el modo en que se emplean y comportan dentro de la frase u oración a través de múltiples ejemplos de su uso. De esta forma, cada persona tiene a su alcance el bien hablar y se le descubren lo que Pedro Salinas, en su magnífico ensayo Aprecio y defensa del lenguaje, llamó «las significaciones vitales que contiene y que él acaso no percibía»; así, argumentó Salinas, se nos educa lingüísticamente, despertándonos la sensibilidad para nuestro idioma, abriéndonos los ojos a las potencialidades que lleva dentro, y persuadiéndonos de que seremos más hombre o mujer y mejores si usamos con mayor exactitud y finura ese prodigioso instrumento de expresar nuestro ser y convivir con nuestros prójimos.

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