González-Hurtado: «El ateísmo es de letras, la ciencia siempre ha estado alineada con Dios»
El libro ‘Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios’ sostiene que los últimos hallazgos «imponen la idea»
José Carlos González-Hurtado (Madrid, 1964) es el autor de Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios, un bestseller que va por su quinta edición y que sostiene una tesis que suena a contracultura, aunque él sostiene que «la ciencia siempre ha estado alineada con Dios». Y más en los últimos cincuenta años.
En tan solo 268 páginas, y con un lenguaje accesible, González-Hurtado recoge los últimos descubrimientos en física, cosmología, química, biología, matemáticas… desde el Big Bang hasta el genoma humano, que «imponen la idea de Dios», parafraseando a Max Planck, padre de la física cuántica. También incluye contraargumentos a multitud de tesis supuestamente científicas que desembocan tras su solución en la misma conclusión: la existencia de un ser creador.
P.- Uno de los grandes temas de la filosofía ha sido la compatibilidad entre fe y razón, entre religión y ciencia, y hubo una época en la que este debate se decantó por la complementariedad y sublimación de ambas. Sin embargo, hoy se ha asumido que la idea de Dios es acientífica. ¿Cómo se ha llegado a ese punto?
R.- Realmente la idea de que la ciencia y Dios están enfrentados empieza en la Ilustración, en el siglo XVIII, y nunca ha sido empujada por científicos, sino por filósofos. El ateísmo es de letras, porque la ciencia siempre ha estado alineada con Dios, los científicos han sido los mayores creyentes. Los filósofos fueron quienes crearon este mito interesado. En los últimos 50 años, providencialmente, la ciencia ha dado demostraciones, evidencias, más que suficientes como para pensar que creer que Dios no existe desde la ciencia es algo temerario.
P.- Entendiendo como evidente lo que se hace claro a la inteligencia, ¿es evidente la existencia de Dios? Decía Chesterton que hace falta tener más fe para no creer que para creer en Él.
R.- Chesterton también decía que cuando uno deja de creer en Dios, entonces puede llegar a creer en cualquier cosa. Una cosa es que haya evidenciar y otra cosa es que sea evidente. Hay evidencias, pero no es necesariamente evidente. Las evidencias científicas, desde la física, cosmología, biología, química y matemáticas, de los últimos cincuenta años dejan absolutamente claro que Dios existe. Tanto es así que un Premio Nobel de Química, Christian Anfinsen, llega a decir que solo un idiota puede ser ateo. Otro premio Nobel, este de Física, William Daniel Phillips, dijo que no conocía a nadie inteligente que no crea en Dios.
Las evidencias científicas llevan necesariamente a un Dios creador. No se necesita tener fe para creer que Dios existe como creador. Hay que tener fe para creer que Dios es uno y trino, o para creer que Jesucristo es Dios, pero no para creer en Dios Creador. La propia Iglesia Católica admite en el número 36 del catecismo dice que se puede llegar a esa conclusión solo a través de la razón y mediante la observación de la naturaleza, que es exactamente lo que es la ciencia.
«El ateísmo es una forma de autocensura»
P.- Volviendo a Chesterton, la sociedad no ha dejado de poner su fe en algo, pero sí que ha encontrado sucedáneos de Dios.
R.- Es que el ser humano es naturalmente teísta. En el libro menciono tres estudios, uno en Finlandia y dos en Estados Unidos, que están hechos sobre personas no religiosas y que demuestran que el ser humano es de naturaleza religiosa. El ateísmo es una censura. Es la autocensura del más humano de los impulsos. Te estás poniendo a dieta de Dios necesitándolo. Un argumento que se repite mucho desde el ateísmo es que «como tú necesitas a Dios, lo que has hecho es crearlo».
P.- Aquello del consuelo para los desgraciados…
R.- ¿En dónde estamos? ¿Dónde apoyamos los pies? En la tierra. ¿Tú necesitas la tierra? Sí. ¿La tierra existe? Sí. Es una falacia lógica pensar que porque necesitas algo ese algo no existe. De hecho, suele pasar al contrario: cuando necesitas algo, ese algo existe. Si tú necesitas beber agua es porque el agua existe, si tú necesitas comer es porque la comida existe, si necesitas respirar es porque el aire existe. Mira qué casualidad que necesitamos a Dios y Dios no existe. Es una contradicción lógica.
P.- ¿Por qué decidió escribir el libro?
R.- Hace años, cuando vivía en Ucrania, empecé a dar charlas sobre ciencia y Dios. Las seguí dando en Alemania y Francia. Una de ellas se filmó, se hizo viral en YouTube y el editor me pidió que escribiera un libro. Pero el motivo profundo es que la gente joven abandona la práctica religiosa porque se cree que ciencia y Dios están enfrentados. Hasta el 82% de la Generación Z. Y eso que nunca ha habido tantas evidencias. Es una ironía. Los jóvenes quieren pruebas, pues aquí están.
P.- ¿A los jóvenes les mueven más los argumentos emotivistas que los racionales?
R.- No creo. Mi experiencia es que es más difícil reconvertir a una persona de mi edad que a una de la tuya [el entrevistador tiene 27 años], que acepta la posibilidad de que todavía tenéis cosas que aprender. Un tipo de cincuenta años rara vez quiere cambiar de opinión. El «dime más» lo dice uno de veinte o treinta, que quiere la verdad: qué es lo que me va a hacer feliz. Y lo que te va a hacer feliz es creer en Dios. Los tres elementos más importantes para ser feliz, y hay estudios al respecto, son la salud, la familia y Dios.
P.- El ateo dirá que entonces cree para ser feliz.
R.- No, soy feliz como consecuencia de creer en Dios. Ese argumento es al revés: tú has decidido ser infeliz no creyendo en Él. La gente que no cree en Dios por lo general no es porque no entiendan, sino porque no quieren que exista. Para creer en Dios se necesitan inteligencia y voluntad. En el libro se menciona a un filósofo ateo, Thomas Nagel, que dice abiertamente que no quiere que exista Dios. Él no quiere ser una criatura, no quiere tener a nadie por encima. Ese «no quiero» es la expresión de la voluntad. Toda inteligencia puede entender un ser omnisciente, no material, no espacial y no temporal. Eso es Dios.
Los ateos estaban encantados de creer en un universo eterno e infinito. Desde que se sabe que existe el Big Bang se sabe que el universo tiene un principio: hace 13.700.000.000 de años. Pero hay una teoría alternativa que es la del estado estacionario, que dice que el universo es eterno e infinito. Solo hay dos posibilidades: o es eterno e infinito o tiene un principio. Cuando descubrimos que el universo no es eterno e infinito sino que tiene un principio lo que necesita es un principador. Eso es lo que llamamos Dios. El ateísmo, que estaba de acuerdo con un universo eterno e infinito, sin embargo no está de acuerdo con un Dios eterno e infinito. Por eso su problema no es mental, intelectual, porque aceptan los conceptos de eternidad e infinitud, pero no se los dan a Dios. El ateísmo es, por tanto, un problema de voluntad: no quiero que exista Dios.
«El 95% de los científicos que han sido Premio Nobel en los últimos cien años son religiosos»
P.- ¿Por qué iba alguien a no querer que exista Dios?
R.- Había un científico ateo llamado Fred Hoyle que fue quien puso el nombre de Big Bang a la teoría, riéndose del sacerdote George Lemaître, que fue el que la teorizó. Al final de su vida Hoyle se convierte en teísta. Él dice no hay científico alguno que no sea teísta, y que quienes no creen es por razones psicológicas, no científicas. El 95% de los Premios Nobel de los últimos cien años son teístas o religiosos. La mayor parte de los científicos lo son. Por eso digo que el ateísmo es de letras. Sólo el 5% de los científicos, más del 35% en los Premios Nobel de Literatura, son ateos. ¿Por qué, si hay tantas evidencias? Por razones psicológicas. No quieren cambiar de opinión. Están demasiado invertidos en una teoría a la que han entregado toda su vida, porque han manifestado públicamente su ateísmo y no quieren cambiar su punto de vista.
P.- ¿Ha habido algún interés detrás de la teoría de la incompatibilidad entre fe y razón?
R.- Sí. El mito de que la mayor parte de los científicos son ateos ha sido creado por gente de letras. ¿Quiénes son los iconos del nuevo ateísmo? Richard Dawkins, Cristopher Hitchens, Daniel Dennett, Sam Harris, Michel Onfray, etc. Todos son filósofos. Ninguno de ellos es científico. Por otro lado, Anton Zeilinger, que es el Premio Nobel de Física de 2022, dice que las maravillas que ha descubierto en la naturaleza son tan increíbles que ha decidido creer en Dios. Ha decidido. La voluntad de nuevo.
P.- De todos modos, se podría argüir que la Filosofía es una ciencia. La ciencia primera.
R.- (Ríe) Vale, te lo compro. Lo cierto es que cuando hablamos de ciencia hablamos por lo general de las ciencias experimentales: Física, Química, Matemáticas, Biología y, si quieres, Medicina.
P.- Sostiene usted que se fomenta el ateísmo. ¿Por qué? ¿Quién podría estar interesado?
R.- Detrás hay una intencionalidad, con toda seguridad. Ahora sí que voy a entrar en el ámbito de la religión, y no en el de la ciencia. Nosotros sabemos que hay alguien, que además es personal, cuya pretensión es alejarnos de Dios. Yo lo siento por aquellos que piensan que el demonio no existe, porque son más proclives a caer en alguno de sus engaños. Existe, y lo tenemos que tener muy presente. Trabaja a través de otros. El hombre cuando cree en Dios es más libre y más feliz, entonces las instituciones y personas que no quieren al hombre libre y feliz intentan quitarle a Dios. El hombre cuando se sabe hijo de Dios se considera con una dignidad que no tiene el que cree que no lo es.
Peter Singer, filósofo ateo, sostiene que el ser humano tiene la misma dignidad que un animal, que una cucaracha, solo que con procesos mentales más elevados. Esto, que parece una barbaridad, no es más que la lógica conclusión del ateísmo. Tú puedes pensar de mi dos cosas, y sólo dos cosas: que soy fruto del azar o que soy fruto de una voluntad. Esto es, que alguien ha querido que yo esté aquí. Esto te lleva a consecuencias completamente distintas: si tú eres querido por alguien deliberadamente, y ese alguien es Dios, tienes una dignidad que me impide a mí tratarte como a una cucaracha.
Si llevamos el ateísmo a su última conclusión te puedo exprimir, te puedo subyugar, te puedo esclavizar, te puedo vender… lo que me dé la gana porque no tienes ninguna dignidad, y además no estoy haciendo nada malo porque no existe la moral. La moral se sustenta en la existencia de Dios. No quiero decir que todos los teístas sean virtuosos ni que todos los ateos sean amorales, pero sí que el ateísmo en sus últimas consecuencias lleva a la amoralidad. El propio Dawkins lo admite, y dice que no le gustaría vivir en un país ateo como el que predica porque sería un Estado fascista.
«La Generación Z es más religiosa que la de sus padres»
P.- ¿Hay una vuelta de la sociedad a Dios?
R.- Sí, y ese es el mensaje fundamental. Hay derrotismo. Yo volví hace tres años a España y me encontré a los católicos en las catacumbas, y no lo entiendo. Jesús nos dijo que somos la luz del mundo. Y si no damos luz no servimos para nada. Un cristiano que no predica no sirve para nada. Convendría que nos lo recordemos, porque él nos dijo: «Si tú te avergüenzas de mí, yo me avergonzaré de ti en el último momento». Además, conviene hacer ver al que no lo sabe que él también es hijo de Dios. Sería bueno para él.
La generación Z es más religiosa que la Y. El ser humano lleva tiempo censurándose, tapándose a Dios, pero como Dios es una tendencia humana la sociedad volverá a él. Hay que ser optimistas: según los datos, la Generación Z es más religiosa que la de los baby boomers o millenials.
P.- Los jóvenes están deseosos de sentido.
R.- Sí, y sólo necesitan que se les explique las cosas. Una de las sorpresas de mi libro, aparte de que se haya leído tan bien, es la cantidad de gente que me ha escrito. Muchos jóvenes me escriben para decirme que tras leerlo no pueden seguir siendo ateos. El otro día me escribió Álvaro. Él no sabía todo lo que yo cuento en el libro: la teoría de incompletitud, el Big Bang, la segunda ley de la termodinámica, el genoma humano, la negación de los infinitos actuales de Hilbert… todo eso que lleva necesariamente a Dios. Él no sabía nada de eso. «Ahora que lo sé, no puedo seguir siendo ateo», me dijo.
P.- Si creer es una decisión, ¿dónde queda la fe?
R.- La fe es inteligencia, voluntad y gracia. Dios te va a dar la gracia si pides la fe. No te va a forzar. El llamado problema del mal se explica por la libertad: Dios nos deja ser libres. Yo tengo siete hijos y cuatro de ellos no se hablan conmigo. Cada uno tiene su cruz y esta es la mía. Todas las semanas les mando un correo y no contestan. Es su libertad. Es su decisión. Yo no les puedo forzar. Si tú no quieres vas a seguir sin fe toda tu vida, y cuando mueras vas a estar jodido. Si de verdad quieres ser feliz, ve y pide la fe.