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Cine

López-Linares: «Todo lo que queda de valor en los países americanos es de la época virreinal»

THE OBJECTIVE conversa con José Luis López-Linares ante el estreno de su nuevo documental, ‘Hispanoamérica’

José Luis López-Linares (Madrid, 1955) llega a la redacción de THE OBJECTIVE con una sonrisa afable y su inseparable sombrero fedora o, como lo llaman en el Río de la Plata, sombrero gacho. La referencia al otro lado del Charco es obligada porque el cineasta lleva al menos seis años sumergido en las profundas aguas de la relación entre España e Hispanoamérica. El primer —y es de justicia añadir que exitoso— hito de este viaje fue España, la primera globalización, que en 2021 se convirtió en el documental más visto del año sumando la friolera de 70.000 espectadores en salas, a los que se sumaron unos apabullantes 1,2 millones en televisión y plataformas.

López-Linares desembarca ahora con una «continuación lógica». El próximo 12 de abril se estrena Hispanoamérica, un documental que ahonda aún más en la íntima relación que la España peninsular y la del Nuevo Mundo mantuvieron durante más de 300 años. Spoiler: «Nos han contado mal la historia y nos la hemos creído», afirma su director.

PREGUNTA.- ¿Tras el éxito de España, la primera globalización, cómo ha sido el making of de Hispanoamérica?

RESPUESTA.- España, la primera globalización fue una sorpresa para mí, no ya por el éxito, sino por la acogida que tuvo, que es todavía más importante. Fue un proyecto de tres años y medio, e Hispanoamérica la hemos hecho en la mitad de tiempo. Me ha permitido conocer América, ya que con anterioridad sólo había estado en Ciudad de México y en Guadalajara. Pero, al recorrer los pueblecitos del interior, así como Perú, los Andes o la selva de Bolivia, te das cuenta de que estás en otro mundo completamente distinto.

P.- El documental se apoya mucho en el patrimonio artístico de Hispanoamérica. ¿Por qué es un buen instrumento para evidenciar la unión de culturas?

R.- He querido que el arte sea fundamental en la película porque es fundamental en la Hispanidad. Por debajo de la frontera de Estados Unidos [con México], hay 25 ciudades que son Patrimonio de la Humanidad y, por encima, solamente una. La diferencia es abrumadora. Por eso quiero que seamos conscientes de que tenemos un patrimonio común, que tan mexicano es Velázquez como Cabrera es español [Miguel Cabrera, uno de los pintores nacidos en la América española más importantes del barroco], o que la catedral de México es española.

P.- «Nos han contado mal la historia y nos la hemos creído». Es uno de los lemas que resume este documental. ¿Qué nos han contado mal?

R.- La historia se la han contado mal a los americanos para hacer pasar las independencias como algo que venía a mejorar lo anterior. Por eso, la historiografía oficial en los países americanos trata el periodo entre los aztecas, los incas o los guaraníes hasta las independencias como una especie de edad media oscura, en la que sólo había explotación y esclavitud. Sin embargo, la realidad es todo lo contrario, todo lo que queda de valor en los países americanos es de la época virreinal. Incluso la forma de vida actual está marcada por España, no por los imperios precolombinos. La realidad choca contra el relato oficial.

P.- Y a los españoles peninsulares, ¿también se nos ha contado mal la historia de la etapa virreinal?

R.- En nuestro caso es todavía peor porque aquí se nos ha contado la historia queriendo convencernos de que fuimos unos genocidas. Pero son todo mentiras. Por ejemplo, una cosa que casi nadie conoce porque no nos lo han enseñado es que, en la época virreinal, existía un procedimiento jurídico llamado juicios de residencia en el que, cuando un virrey o un alto funcionario acababa su turno en un gobierno o audiencia, se abría un proceso en el que cualquiera podía presentar una querella contra él. Además, la Corona velaba especialmente por que no se vulnerasen las leyes de indios. En su caso, se investigaba si había prevaricación y muchos virreyes estuvieron presos, tuvieron que pagar multas o fueron inhabilitados para ejercer cargos. Hoy en día se echan de menos auditorías así.

No ha habido nunca nada parecido en otros imperios europeos colonialistas, más bien todo lo contrario. Por ejemplo, los ingleses se dedicaron a quemar documentos de forma industrial cuando abandonaron sus colonias después de la Segunda Guerra Mundial. Todo lo contrario a lo que hicimos los españoles, ahí siguen los Archivos de Indias.

«Buena parte de lo que la Corona recaudaba se quedaba en la propia América, porque con eso se construyeron universidades, catedrales, acueductos, audiencias y palacios»

P.- ¿Por qué debemos hablar de ‘Hispanoamérica’ y no de ‘Latinoamérica’?

R.- Porque ‘Latinoamérica’ es un término creado precisamente para expulsar a la Hispanidad de la historia del continente americano. Los franceses se lo inventan para poder penetrar allí. Pero, según ese razonamiento, Quebec debería ser también Latinoamérica.

P.- ¿Hasta qué punto la explotación económica de la América española se llevaba a la península o se reinvertía en los propios virreinatos?

R.- El impuesto para la Corona era el quinto real, la quinta parte de los beneficios; ojalá fuese sólo eso hoy en día [risas]. Pero de todas formas buena parte de eso se quedaba en América, porque con eso se construyeron universidades, catedrales, acueductos, audiencias y palacios.

De todas formas, no pensemos que América quedó esquilmada por los españoles. Por ejemplo, el virreinato de Nueva España, actualmente México, era por entonces el primer productor mundial de plata. El tema es que lo sigue siendo, la diferencia es que ahora se lo llevan las compañías canadienses, que cada dos o tres años sacan una cantidad de plata equivalente a la que se sacó en trescientos años de virreinato.

P.- ¿Hasta qué punto había igualdad racial en la América española? ¿Qué concepto de raza se tenía entonces?

R.- La raza no era fundamental entonces, sino que empezó después. En aquella época, para ser español tenías que ser católico. Eso es lo que te daba acceso a la civilización hispánica. Por ejemplo, el hijo de Atahualpa [último gobernante del imperio inca], de pura raza, hablaba español, era católico y fue enterrado cerca del altar de la iglesia de San Francisco en Quito, donde iban las élites. Otro caso es el de Martín Cortés, hijo mestizo de Hernán Cortés y doña Marina [Malinche], que estudió en la corte de Felipe II y fue nombrado caballero de la Orden de Santiago.

«Si nos comparamos con los ingleses, ellos no tienen ningún complejo con la leyenda rosa. Nosotros, en cambio, aún no hemos acabado con la leyenda negra y ya estamos preocupados con la leyenda rosa»

P.- El documental realza la figura de tres mujeres: Isabel la Católica, doña Marina y la Virgen de Guadalupe. ¿Qué significó cada una?

R.- Son las tres mujeres fundamentales en el nacimiento de la Hispanidad. La reina Isabel sentó las bases de lo que luego sería Hispanoamérica. A pesar de que murió poco después de la conquista y no pudo saber la magnitud de lo que se había descubierto, lo intuyó. Su testamento y su impronta son fundamentales y trascendieron los siglos.

En segundo lugar, está doña Marina (Malinche), que es la que hace que todo aquello se concrete. Además de amante de Cortés, logra que todo el proceso de la conquista de Tenochtitlan sea mucho menos sangrienta y dura de lo que fue. Ella consigue la alianza de Cortés con los pueblos indígenas oprimidos por los mexicas [aztecas]. Además, como comentábamos, es madre de Martín Cortés, la gran metáfora del mestizaje.

Por último, la Virgen de Guadalupe logra que la evangelización de América sea posible en un tiempo récord. Estaba costando que los indígenas entendieran la fe cristiana, era un salto conceptual demasiado importante, y la Virgen lo facilita todo. Su presencia es total no sólo en México sino en toda Hispanoamérica, e incluso se va extendido por Estados Unidos.

P.- ¿En qué punto medio está la verdad entre la leyenda negra y la leyenda rosa?

R.- Si nos comparamos con los ingleses, ellos no tienen ningún complejo con la leyenda rosa. Contra más rosa, mejor. ¡Si nos tienen a nosotros guardando días de luto por su reina! Nosotros, en cambio, aún no hemos acabado con la leyenda negra y ya estamos preocupados con la leyenda rosa. Creo que es ponernos demasiados palos en las ruedas.

P.- ¿Qué hace falta para que esa realidad sea aceptada por tanta gente que, tanto en España como en Hispanoamérica, sigue pensando que los españoles poco menos que hicieron un genocidio?

R.- Es fundamental terminar con esa idea para que podamos reconocernos en lo que somos, una civilización de más de 550 millones de habitantes que compartimos no sólo la primera o la segunda lengua materna del mundo, sino una cultura y una manera de estar en el mundo. Eso es lo que tenemos que defender y mantener sin ningún complejo, porque es la mejor civilización del mundo. Con la película pretendo recordarnos a todos que tuvimos trescientos años de una extraordinaria historia en común y que eso no se ha acabado; la civilización hispánica sigue estando ahí y tenemos que ser conscientes de ello. Nos jugamos mucho. Cuando te encuentras con algún hispanoamericano aquí o cuando tú vas allí, te encuentras con una relación fluida y normal. La comunidad ya está hecha, sólo hay que reconocer que está hecha.

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