
Malditos estudios
Los estudios son como los tertulianos, nada hay de lo que no vendan certeza y se deben a quien pagan. Menos mal que aún hay cosas que no están científicamente comprobadas. Que se lo digan a Mariló.
Los estudios son como los tertulianos, nada hay de lo que no vendan certeza y se deben a quien pagan. Menos mal que aún hay cosas que no están científicamente comprobadas. Que se lo digan a Mariló.
Un Mason&Hamlin ha aparecido por arte de magia en la arena del East River. Ya son muchos los que han ido a dejar un trozo de su historia entre sus teclas. Quizá Novecento se hartara del naufragio de los ideales y tirara su piano al mar.
Loquillo saca ahora un disco dedicado a “todo aquel destinado a seguir un camino”. O sea, a mí, y a ti y al de más allá. No acabo de ver claro lo del destino, porque siempre me ha gustado “fabricar mi destino”.
Se me caen los palos del sombrajo. Esta es la cara de bobo que define mi perplejidad con lo que está pasando de nuevo en la SGAE, la comunidad que defiende los derechos de los creadores de este país de arte, saber y toros.
Si estas líneas fuesen parte de una charla al uso, cuando terminásemos de devanarla José María Sanz, Loquillo, me diría lo de siempre: Nena, no hables de futuro. Es una ilusión.
El mirador de San Nicolás no precisa pretextos para visitarlo. Pero si al viaje le sumas la grabación de un disco en directo de Loquillo el propósito se eleva a placentera obligación.
La guitarra se hizo guitarra porque esperaba a Paco de Lucía. La música, el flamenco de Paco acontecía. Como debe ser la música, que acontece naciendo y viviendo para siempre en los que tienen la suerte de estar presentes.
Philip Larkin cifrará el nacimiento del sexo en un momento preciso del tiempo: en el “annus mirabilis” de 1963, con el primer elepé de los Beatles.
El médico condenado por la muerte de Michael Jackson deberá indemnizar con un euro a cinco admiradores del cantante. Así lo ha decidido un tribunal francés. Los demandantes alegaban el daño emocional ocasionado por el fallecimiento del rey del pop.
Los Beatles han sido, probablemente, el fenómeno cultural más relevante de los últimos cincuenta años. Quizá el mayor mérito de los Beatles fue su genial capacidad para compatibilizar rebeldía con convencionalismo.
Aquel 9 de febrero de 1964 los tres hermanos mayores estábamos apostados, sin una palomita que echarnos el coleto porque en aquellos tiempos las chuches no eran aún una pandemia, ante el televisor.
La liturgia católica se ornó con Victoria y Palestrina y la monodia gregoriana, y por eso mismo escuchar el “Alabaré, alabaré” no deja de ser una razón plausible para apostatar entre espumarajos de rabia cualquier misa de domingo.
‘Just rocks!’ Con esta frase no me refiero a lo único que debería sonar en las emisoras de radio
Hubiera sido interesante ver como el inventor de un arma trístemente célebre sostenía en sus manos la más insólita versión creada hasta la fecha.
Este compositor e intérprete neoyorquino demostró que la rabia podía ser un combustible inmejorable para producir belleza