Marcus Cooper: «Lloré una vez. Fue mi primera y más importante lección de humildad»
El piragüista español nacido en Oxford tiene muchas opciones de ser el abanderado de nuestro país en los próximos Juegos Olímpicos de París 2024
El piragüista Marcus Cooper, oro en Río de Janeiro 2016 y plata en Tokio 2020 en las modalidades de K1 1000 metros K4 500 metros, respectivamente, puede ser un relativo desconocido para gran parte del público español, pero es el gran candidato para ser el abanderado del deporte español en París 2024.
El español, nacido en Oxford pero mallorquín de corazón, cuenta a THE OBJECTIVE cómo se prepara para esa gran cita: con el listón muy alto e intentado conocer dónde están sus límites.
PREGUNTA.- Poco más de un año queda para la cita de París… ¿Cómo está Marcus Cooper?
RESPUESTA.- Estoy muy motivado porque tengo en mente un objetivo muy ambicioso, el más ambicioso que he tenido nunca en mi carrera deportiva. Estoy continuamente buscando superarme y, en esta ocasión, quiero luchar por dos medallas en unos mismos Juegos Olímpicos y además ser el abanderado de España.
P.- ¿Y qué piensa cuando su nombre suena como abanderado de España? ¿Mucha responsabilidad?
R.- Me emociona pensar en ello porque es algo muy exclusivo y especial. Es algo de mucha responsabilidad y prestigio, y lo tomaré con mucho orgullo. Hay más medallistas olímpicos de oro en España que abanderados.
P.- Dígame la verdad… ¿Ha soñado ya con ese día, usted llevando la bandera en París?
R.- La verdad es que no. Me lo he imaginado brevemente, pero mi mente fría no me deja sentirlo demasiado hasta que no sea una realidad. Soy consciente que no es del todo seguro, además no depende del todo de mí, depende de si consigo clasificar para París. Además, hay que tener en cuenta que voy en barco de equipo con otros compañeros, y también depende de votaciones.
P.- Esto implica más responsabilidad… recoger el testigo de Mireia Belmonte y Saúl Craviotto.
R.- Por supuesto, es que vaya dos nombres tenemos aquí… Me siento como entre dioses, porque es lo que son Mireia y Saúl, dioses del Olimpo.
«Quiero ver dónde están mis límites»
P.- Dos medallas olímpicas, oro en Río y plata en Tokio. Y acaba de decir que quiere aspirar a dos medallas en París. ¿Se pone el listón alto?
R.- Realmente, quiero ver dónde están mis límites. No es ninguna mentira. De todas formas, el resultado de París no depende al 100% de mí. También depende de mis compañeros de equipo, de la Federación Española de Piragüismo y varias partes más.
P.- Tres veces campeón del mundo, una vez olímpico y otro de Europa. ¿De cuál guarda mejor recuerdo?
R.- La triple corona. Soy el único balear que la tiene y en todo el país somos 19. La que mejor recuerdo me da es la de oro en Río 2016, por el año entero de entrenamiento, por lo vivido en Brasil y por las lecciones que aprendí ese año.
P.- ¿Cómo llega Cooper a España?
R.- De muy pequeño. Mis abuelos ya se mudaron a España, desde Inglaterra. Yo nací en Oxford, pero no tengo recuerdos siquiera. Ya me crié en la isla de Mallorca.
P.- ¿Y cómo llega a hacer piragüismo en aguas tranquilas? ¿Tiene que ver con su vinculación con Oxford?
P.- En Oxford les gusta el remo, no tanto el piragüismo, típica confusión. La verdad es que no viene de familia. Mis primeros palazos fueron debido a querer probar este deporte acuático junto con un amigo, en el precioso club de Portopetro en Mallorca. El piragüismo es un deporte que encaja muy bien en mis gustos.
«Aparte del entrenamiento, formo parte de cinco empresas»
P.- ¿Cómo es el día a día de Marcus Cooper?
R.- No paro quieto ni un segundo. No puedo estar parado. Duermo entre 6 y 7 horas y, desde que suena el despertador, me gusta sentir que estoy aprovechando el tiempo. Aparte del entrenamiento, formo parte de cinco empresas, y me tienen bastante entretenido porque la misma ambición que aplico al deporte, la aplico al mundo empresarial. El entrenamiento en sí suma unas cinco horas al día, porque no es solo la sesión en piragua, sino también en el gimnasio o corriendo. El resto del tiempo estoy «descansando» delante del ordenador con mil ventanas abiertas.
P.- Ahora que ha pasado el tiempo, ¿fue muy duro su traslado de Mallorca a Asturias para dedicarse al piragüismo?
R.- Bueno, siempre es duro dejar un lugar como Mallorca. Aunque no me quejo porque voy muy a menudo. Dejar tu casa con 15 años es algo especial, pero yo lo llevé muy bien. Siempre he tenido facilidad de adaptarme al entorno, además de que era por una muy buena causa. Creo que en mi casa lo pasaron peor que yo.
P.- ¿Cuánta importancia tiene en el piragüismo la fuerza y cuánta la cabeza?
R.- Es incomparable, porque desde la cabeza sale todo. La cabeza es la que controla la fuerza, por lo que hay que tenerla muy bien amueblada. La motivación inicial para entrenar y aumentar la fuerza, es fruto de la cabeza. Es curioso pero pocas personas se dan cuenta de ello.
P.- A usted los resultados le han acompañado. Pero ¿ha tenido momentos de bajón, con ganas de tirar la toalla?
R.- He tenido «malos» momentos, pero me he ido dando cuenta que realmente no son malos sino que simplemente son resultados acorde al esfuerzo invertido. Si lo has dado todo, no existen resultados malos. Si no lo has dado todo, pues no vas a obtener el mejor resultado posible. En esto no hay truco. Lo de tirar la toalla no va mucho conmigo. Las decisiones las tomo con bastante meditación.
P.- ¿Ha llegado usted a llorar por el piragüismo? Y no me refiero de alegría…
R.- Lloré una vez, de pequeño. Fue mi primera y más importante lección de humildad en la vida. Fue porque en una competición, tras ganar mi semifinal, tenía «por seguro» que iba a ganar la final. Pero, tras quedar tercero, me entraron lágrimas. Me estuvo bien, aprendí que hasta que algo no ocurra, no hay nada asegurado. Fue una lección tremendamente valiosa. Mantener la humildad es tremendamente beneficiosa.
«Siempre he pensado en mí y en mis propias posibilidades»
P.- ¿De quién es la primera persona de la que se acuerda cuando gana un título o consigue una medalla?
R.- Bueno, no sólo hay una persona. Me rondan bastantes por la cabeza. Pienso enseguida en mi entrenador, que está en la orilla controlando el rebaño. Pienso en mi familia, que siempre ha disfrutado con mi camino deportivo. Pienso en mi primer entrenador, por la valiosa mentalidad que me incrustó en la cabeza. Y en todas las personas y entidades que están en la piragua conmigo, porque tengo muy claro que un deportista no pelea solo.
P.- ¿Quién es para usted su referencia? ¿Su amigo Saúl Craviotto, quizás?
R.- Es curioso, pero no he tenido nunca una referencia en el mundo del deporte. Jamás he pensado en alguien como un ejemplo a seguir. Siempre he pensado en mí y en mis propias posibilidades. Pero esto no quita que piense que Saúl Craviotto es una referencia a seguir, no sólo en lo deportivo, sino también como persona.
P.- ¿Hasta qué punto es importante el programa ADO para su preparación olímpica?
R.- Si desapareciera el programa ADO y no se reemplazará por algo igual o mejor, sería interesante ver la cantidad de deportistas que abandonan el deporte de alto nivel. El deporte a estos niveles es tan sacrificado en muchos aspectos, que sería fácil pensar que no vale la pena no buscar otro camino laboral en la vida, porque la vida tiene un coste para nosotros. Me refiero a que no nos va a llover la comida del cielo durante lo que nos queda de vida. Necesitamos un sueldo acorde a nuestros sacrificios y aportaciones al palmarés, historia e imagen de nuestro país. El ADO es tremendamente importante.
P.- Explíqueme esta frase: «Toma, por si los cerdos vuelan»
R.- Fue momentos antes de la final olímpica de los Juegos de Río 2016. Todos los que vamos a competir en la final estamos obligados a tener la ropa de pódium preparada porque, en caso de obtener la medalla, hay poco tiempo y se forma mucho barullo. Esa frase se la dije a mi entrenador, justo en el momento de entregarle la mochila con la ropa, momentos antes de meterme en la piragua.
P.- ¿A cuántas cosas ha renunciado en su juventud para llegar aquí?
R.- Bueno, a casi todo lo que hace un chico joven. Desde los 15 años estoy concentrado en un equipo nacional, entrenando por y para obtener buenos resultados en el deporte. Es difícil hacer más que eso. He renunciado a muchísimo ocio con mi familia y mis amigos.
«Es importantísimo ir creando un camino paralelo cuando acabe el deporte»
P.- Cuénteme con detalle lo de las cinco empresas. Le apasiona la administración de empresas. ¿Está usted preparado para cuando cuelgue la piragua?
R.- Sí, me atrae muchísimo el mundo de la gestión empresarial. Formo parte de varias y estoy aprendiendo muchísimo. Y tengo algunos proyectos personales en el ámbito deportivo que creo que van a ser muy chulos. Es importantísimo ir creando un camino paralelo para cuando el deporte acabe. Hoy en día, me podría retirar del deporte y tener una seguridad fuera de ella, sí, porque me he esforzado para ello, pero todavía tengo algunos retos personales en la piragua que son lo suficientemente ambiciosos como para seguir.
P.- ¿Cómo cuida su piragua? ¿Existe una relación especial con ella? ¿Y sus palas? ¿Tienen algo especial?
R.- En ese aspecto no soy muy sentimental, como para todas las cosas materiales, pero sí cuido bien el material, por supuesto. El K1 que usé en Río 2016 sí lo tengo bien guardado, igual que la pala.
P.- ¿El deporte femenino olímpico español nada tiene que envidiar al masculino?
R.- Estoy de acuerdo. Nunca me he puesto a comparar nuestro medallero histórico por géneros, y tampoco tengo intención de hacerlo, pero tenemos verdaderas estrellas.
P.- Marcus puede darse un capricho en competición. ¿Cuál es?
R.- Bueno, para mí el capricho es llegar a meta y saber que lo he dado todo, lo cual no siempre ocurre. Si le llamamos capricho a algo que perjudica el rendimiento deportivo, entonces jamás me lo he dado, o no en una competición que me importara.
P.- ¿Alguna manía o rutina antes de salir a competir? ¿Y cada vez que entrena?
R.- Soy cero maniático, no tengo ritual. La única rutina es la de centrarme al máximo en cuidar todos los detalles de la competición. De hecho, creo que las manías limitan.
P.- Me dicen que tiene nervios de acero. ¿En qué consiste esta cualidad?
R.- Controlo muy bien los nervios en la competición. Es cierto que soy un poco así para todo en la vida. Tengo mucha mente fría y mantengo la calma en cualquier situación. En una competición importante, los deportistas están muy nerviosos, les entran muchas dudas y les rondan muchos pensamientos por la cabeza. Esto hace que el deportista se despiste y olvide los básicos como la buena costumbre de alimentación, el calentamiento al que está acostumbrado y varios detalles más, además de que esas situaciones estresan y cansan mucho. Esto afecta al rendimiento.
Yo gestiono muy bien todo eso y creo que me da una buena ventaja. Antes pensaba que era algo normal porque para mí realmente lo es. Es parte de ser un buen deportista, pero a lo largo del tiempo me he ido dando cuenta que muy pocos deportistas lo consiguen. ¿Cómo debe estar la cabeza de un deportista momentos antes de competir en una final de unos Juegos Olímpicos? Pues si te digo que yo para la final de Río 2016 estaba totalmente relajado y sin nervios, ¿me crees?