Ferrari monta dentro de su museo un apartamento vacacional biplaza
La cama está construida con la misma piel de los asientos de los deportivos y el tono de rojo es el de sus carrocerías
Es el sueño húmedo de cualquier aficionado a las carreras, dormir rodeado de monoplazas de Fórmula 1. Pero Ferrari da una vuelta de tuerca a la idea, y ha montado un dormitorio en la zona cero del ferrarismo: la Sala de las Victorias de su museo en Maranello, un recinto que solo cierra dos días al año, Año Nuevo y el día de Navidad. La noche previa al próximo Gran Premio de Imola estará abierto, al menos, para dos personas.
Si la factoría de Maranello es su portal de Belén, donde nace la velocidad, el Museo Ferrari es La Capilla Sixtina roja, así que sin duda se trata del pináculo del ferrarismo. Situado a apenas trescientos metros de la puerta que atravesaba Enzo Ferrari cada mañana, alberga la mayor colección de monoplazas campeones del mundo sobre la faz de la tierra. No solo eso, sino también una muestra de sus mejores deportivos, los trofeos recabados durante décadas, simuladores de ruido o vibraciones en el volante.
Nada parecido en ninguna parte
Entre todas sus estancias refulge una, el sancta sanctorum del planeta encarnado: una sala circular donde reposan los ocho bólidos campeones desde 1999. Por cosas de los patrocinios y el marketing, la marca del cavallino rampante ha creado uno de los dormitorios para dos personas más exclusivos del planeta justo entre todos ellos. No existe nada igual y exclusivo; hasta en la Estación Espacial Internacional duerme más gente.
Los italianos han construido una cama redonda en la sala más visitada del recinto. En su cabecero no tendrán un despertador, una radio, o una pila de libros inacabados, sino ocho monoplazas históricos. Dicha cama está forrada con la misma piel de los asientos de sus deportivos, y el color es del mismo tono con el que pintan sus carrocerías.
Pero este es solo un detalle de varios. En línea con un acuerdo de patrocinio con Airbnb, el gigante de los apartamentos turísticos, han creado una original multivivencia. En un momento en el tiempo en que las experiencias exclusivas son la meta última de los campeones del mundo de esto del vivir, Ferrari tiene algo más para la pareja seleccionada. Antes de pasar la noche en un lugar tan especial, cenarán en el restaurante Cavallino, el comedor no oficial de Ferrari, y el lugar al que Enzo Ferrari acudía cada jornada a deglutir su menú. Manejado por el chef Massimo Bottura, está galardonado con una estrella Michelin, y en él podrán probar los Tortellini en crema de Parmigiano Reggiano, uno de sus platos más emblemáticos.
No acaba ahí la cosa. Hay una tercera pata sobre la que se sustenta la jornada más excitante de los dos invitados. Su dormitorio temporal está a apenas 300 metros del circuito de Fiorano, la pista de pruebas del constructor, donde se desarrollan monoplazas y deportivos. En ese mismo sitio podrán subirse en un Ferrari 296 GTB, un biplaza valorado en unos 300.000 euros que acelera casi como un F1, no en vano hace de 0 a 100 en menos de 3 segundos.
Los afortunados no tendrán que demostrar sus dotes al volante, sino que al modo de unos de los taxis más rápidos del planeta, tendrán un chófer muy especial: Marc Gené. El primer español que ganó las 24 Horas de Le Mans —en 2009, a bordo de un Peugeot—, será no solo el encargado de hacerles pasar el minuto más rápido de sus vidas, sino de mostrarles el museo en visita privada, y ejercer de anfitrión de esta experiencia.
El corredor de Sabadell fue fichado a final de 2004 como probador por la Scuderia, y esta es su vigésima temporada como piloto de Ferrari. Si en un principio sus opiniones y aportaciones técnicas fueron muy valoradas a la hora de la puesta a punto en el equipo de carreras, poco a poco fueron valorando sus capacidades como relaciones públicas. Habla cinco idiomas, ha trabajado para varias cadenas de televisión en sus retransmisiones, y es opinión muy extendida que ejerce uno de los mejores trabajos del universo.
Marc ya no es tan cercano a la escudería en el plano técnico; desde hace años la Fórmula 1 tiene muy limitados los test en pista. Sigue ayudando, y su opinión es muy respetada, pero tiene mucha más tarea en el departamento de marketing y en uno de sus brazos comerciales más llamativos, el Ferrari Corse Clienti. La marca vende sus monoplazas utilizados en el mundial de F1 a clientes que los adquieren para poder correr con ellos en un particular concesionario de monoplazas de segunda mano. La particularidad reside en que la marca se los queda en depósito, y los lleva a ocho o diez destinos cada año, para que sus dueños los utilicen.
El mejor trabajo del mundo
En el precio, con una cuota anual disparatadamente alta, entra el mantenimiento de su propiedad, transporte, servicio posventa, y la ayuda de un piloto de carreras que brinda apoyo técnico en cada circuito. Gené es el encargado de esa tarea y la de manejar estos coches en exhibiciones y roadshows. Cada temporada se sube en más coches de Fórmula 1 campeones del mundo que todos los titulares de la parrilla juntos. Y además… le pagan por hacerlo.
La guinda a uno de los fines de semana más inolvidable de las vidas de la afortunada pareja es que recibirán entradas VIP para el Gran Premio de Emilia Romagna. Tras recorrer los 87 kilómetros que separa a Maranello de la pista Enzo e Dino Ferrari, con esos pases obtendrán acceso exclusivo al paddock. Es un lugar en el que solo pueden estar pilotos, técnicos de los equipos, periodistas acreditados y algunos invitados muy especiales de las escuderías. No se venden entradas para esta privilegiada zona.
Precio secreto
Los elegidos, que no se ha hecho público, tuvieron que registrarse en la plataforma Airbnb, y entrar en un sorteo en el que ha sido Ferrari la encargada de seleccionar a quien concede dicho privilegio. Nada ha trascendido del precio a pagar, si es simbólico, a beneficio de terceros o gratuito. Ambos podrán comprobar si es cierto el mito que los 740.000 visitantes que tuvo el museo en 2023 no pudieron.
Se dice que al modo de la película Noche en el museo, sus coches se arrancan y echan carreras nocturnas cuando los visitantes salen por la puerta. Ben Stiller no tuvo tanta suerte, a él le persiguieron trogloditas, dinosaurios y soldados romanos, pero no Ferraris campeones del mundo. Puede que los afortunados consigan confirmar esta leyenda urbana o puede que no. Lo que es seguro es que van a reventar la zona de puntuaciones a la hora de escribir una buena reseña acerca de este establecimiento vacacional. Nadie nunca antes pasó por una experiencia como esta. Qué suerte.