Conjura mundial contra el Real Madrid
La obsesión del club blanco por dominarlo todo para sacar un beneficio propio lo acaba delatando

Primer plano del presidente del Real Madrid CF, Florentino Pérez. | Alberto Gardin (Zuma Press)
El club blanco está contra todos y contra todo aquello que no controle. Y esa obsesión por dominarlo todo para sacar un beneficio propio lo acaba delatando, como si fuera un involuntario autoinculpamiento.
El Real Madrid actual está enfrentado a cualquier organización, administración, estamento, organismo, árbitro, juez o Comité que se escape a su sometimiento. Al club blanco no le gustan los árbitros españoles y por eso trata de presionarles, coaccionarles o amedrentarles con una asfixiante presión mediática, iniciada desde su propia televisión y culminada con la carta de esta semana. Pero ya viene de lejos, con las reclamaciones y quejas de Florentino a Rafael Louzán, incluso antes de que se convirtiera en presidente de la Federación.
Y eso que el equipo blanco lidera la clasificación general de la liga, la de penaltis a favor (diez) y la de ausencia de penaltis en contra, con ninguno encajado hasta el momento. La realidad es que son sus rivales los que han sido más perjudicados cuando han jugado, recientemente, contra los de Ancelotti. Como el Barça, cuando Gil Manzano le perdonó la expulsión a Vinicius y Camavinga en la final de la Supercopa. O el Celta, a quien no le pitaron dos penaltis clarísimos a favor en el partido de Copa del Bernabéu. O el Valladolid, por la no expulsión de Mbappé por una durísima entrada a Anuar. O el Valencia, en cuyo enfrentamiento, el árbitro Soto Grado modificó el acta para que a Vinicius solo le cayeran dos partidos de sanción en lugar de los cuatro que le correspondían por su agresión a Dimitrievski.
El fútbol español con memoria sabe que el Real Madrid ha controlado históricamente el arbitraje español, colocando a sus exjugadores o exidirigentes en la Federación o en el Comité Técnico de Árbitros. Y ahora que parece que el colectivo arbitral está ganando cierta independencia, le declara la guerra.
El episodio Negreira no debió producirse nunca. Pero, cogiendo una perspectiva histórica, uno tiene la sensación de que el Barça contrató sus servicios de asesoramiento para que supiera detectar lo que era un error humano y lo que no. Ustedes ya me entienden.
Además de los árbitros, en general, el Real Madrid también está contra el VAR, porque, claro, –ya saben– la tecnología limita la autonomía humana para favorecer a un equipo determinado, y al parecer, eso no interesa. Debe ser que no quieren a Medina Cantalejo, el presidente del CTA que nada tiene que ver con Negreira, porque dicen que tiene mucha personalidad y no se deja influir.
El Real Madrid actual también está enfrentado a La Liga porque, a pesar de que Tebas es madridista, el presidente de la patronal mira por el interés de los 42 clubes y no el de uno solo. Tampoco está conforme con los horarios porque venden, erróneamente, que los pone Roures. Al club blanco tampoco le gusta cómo la liga gestiona los derechos de televisión, ni su reparto, ni el reglamento Audivisual, ni los periodistas que participan en las retransmisiones. Y, mucho menos, el fútbol femenino, ni la gestión de su liga.
El Real Madrid también está enfrentado a la UEFA. Y a su presidente, Aleksander Čeferin. Ni le gustaba el formato anterior de Champions ni le gusta el de ahora. Debe ser porque no ha podido clasificarse entre los 8 primeros y deberá jugar una repesca.
El club blanco también está en contra del CSD. Y tampoco le gusta la actuación de la Federación Española de Fútbol. Ni las declaraciones del seleccionador, Luis De La fuente. Ni sus decisiones, porque se atrevió a no garantizarle la convocatoria a su jugador, Brahim. Y tampoco le apasiona la selección española porque le arrebata la representación internacional. Tampoco está muy conforme con el formato actual de Copa del Rey.
Puestos a disgustarle todo, al Madrid hasta le disgusta la estructura societaria actual de su propio club. Y tampoco le agrada la FIFA, ni el sistema de votaciones del Balón de oro, ni el resultado final. Y, mucho menos, las galas de entrega de premios de las que se ausenta si el mundo no ha votado lo que el club blanco creía que debía votar.
El Real Madrid tampoco está satisfecho con el acabado de su propio Estadio. Ni con las quejas vecinales. Y, mucho menos, que se les haya prohibido la celebración de conciertos porque, –ya ves tú–, les exigen que tengan todas las licencias y autorizaciones en regla.
En fin, que da la sensación de que al Real Madrid actual no le gusta el mundo… porque el mundo no parece estar bajo su control.